1 feb 2015

Rollos matutinos 89

Encuentro en Cristo

Dice la prensa que ha dicho el Bergoglio desde su puesto de Papa, a un niño que lloraba porque se le había muerto el perro, que no tuviera pena, que se volvería a reunir con él en la eternidad de Cristo. Hum. Y yo enseguida he pensado que habría que haberle preguntado en ese preciso momento si también se iba a reunir el niño ese además de con el perro con todos los pollos y las vacas y los cerdos de los que se hubiera estado comiendo cachos a lo largo de su vida. Sí, claro que habría sido duro. No sé si más para el Bergoglio que para el niño. Cuajar de repente escena tan idílica con la incógnita inquietante que abre en la ecuación el uso de la lógica. Pero es que, en cuanto a eso de intentar ver lo que hay al otro lado del espejo, o estamos a lo que estamos o estamos haciendo el gilipollas. El gilipollas o el chamán taimado que se hace vendedor del empalago de dulces esperanzas para captar adeptos al interés personal de su evangelio como quien no quiere la cosa. Porque, de verdad, eso de que sea precisamente en cristo donde vaya a tener lugar el eterno encuentro con el perro qué es, ¿burda engañifla del gremio del anzuelo de la pesca o mezquina perversión profesional? ¿Tendrá también algo de tonta coletilla inconsciente de mantra manido de viejo catequista? Seguramente sea una triste mezcolanza enranciada de los tres rancios ingredientes, pero con un buen chorreón de religioso marketing de experto vendedor de creencias de ocasión. Que tiene exactamente el producto de tus sueños, con garantía de calidad eterna et in nomini Pater.

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