13 jul 2012

Personajes 9

El Blusón del Gig

Esta crónica del Blusón se me vino a la cabeza ayer mientras hacía mis ejercicios de estiramiento vespertino frente al mar lejano al otro lado del aire del Barranco lleno de vencejos. Estaba yo en una de mis flexiones tumbado boca arriba y de repente me llegaron las dulces ondas olfativas de un bollo en un horno. Debían venir de alguna cocina de mi vecindario viajando por el éter. Y con las partículas que provocaban mágicamente su aroma en mi nariz, trajo a mi mente la base de la idea de este post sobre el Blusón de la esencia inaprensible. Porque de la comprensión del mecanismo de trasporte y uso de la Materia y del Espacio que estaban haciendo físicamente las partículas invisibles del bollo que me traía el olor apetitoso a la cabeza deduje lo que hacen las que nos traen toda la virtualidad que degustamos después en Interné, en la radio, en los móviles y en la televisión. Así que por un momento vi el plasma del Barranco cuajado de ondillas impalpables que iban y venían cargadas de olores a pasteles y de preimpulsos de píxeles en chorro de todo tipo de película y archivo de imagen de texto y de sonido. Por un momento sentí cómo viajaba por esos caminos en el aire con su gracia de ondita vibratoria todo ese montón de pollas gigantescas y chochos entreabiertos yendo y viniendo chorreantes de tecnología a través de nuestra atmósfera (estadísticamente son por lo visto de lo que más circula), entreveradas de yernos reales y chorizos, de muertos reventados en las guerras, de bancos de ladrones predilectos, de líderes y líderas tan vanos como excelsos y bocazas mezclados con fairys para lavar los paltos y superlimpios quita grasas y mantecas libres de colesterol y cremas antiarrugas, de cifras para la correcta especulación en bolsa de mercados, de olas de feisbuses y tuiteres con millones de millones de mensajes con rollos importantes y nimios hasta la gilipollez navegando mezclados con coches sugerentes y frascos de perfume y ensayos de todo tipo de Philosophías, sagradas, guarras, sesudas, falsas, religiosas, literarias, de culto y de masas, incluso estos testos barrancarios, programas basuras y científicos. Porque ha sido en este marasmo de corrientes de micropartículas vibrantes sin cuerpo, que luego se materializan en el monitor en materias consumibles por la comprensión que las atiende, donde me han llegado esta mañana las nuevas de que había sido pillado infraganti un tal Blusón. Apodado el del Gig. Tras el que andaban hace tiempo las grandes inteligencias de la Especie. Gracias a un sistema observatorio de sesenta kilómetros de largo, cuatro mil cerebros celadores de la observación, y seis mil milloncetes de eurillos contantes y sonantes para dar a la cosa movimiento. Joder, hay que ver la Ciencia cómo ha evolucionado, desde aquélla torre apartada en el castillo de un noble mecenas donde buscaban la piedra filosofal en monómano secreto amenazados por la hoguera de la Santa Inquisición. Observé. Ahora ostentan sin duda los más altos grados del poder. Incluso el religioso. Por eso han montado ese número para cazar al Blusón, al del Gig: la partícula de Dios. Me dije que decían, fascinado por las figuraciones de modelos que el descubrimiento sugiere incluso a alguien tan poco versado en la Ciencia como yo, mientras cambiaba de las flexiones supinas a las de prono, sin dejar de observar la de intrigas y proyectos, y las puñalás traperas, que el mundo de esa investigación habrá desarrollado al tiempo de sus teorías en la práctica. Porque un mucho de montaje mediático de fiesta de los oscares nobeles de la ciencia de la investigación tenían las declaraciones que me habían llegado a través del vibrar de las ondas que viajaban por el mismo camino que los corpúsculos del aroma a bollo que en un principio tuvo el efecto de causar lo que ahora escribo. Y no sé si de verdad le habrán hecho la foto, los científicos, al Blusón, ni si en realidad tendrá que ver la Realidad mucho con el tinglado de teorías que montan con sus fórmulas, pero de lo que no parece caber duda es de que están pero que muy contentos de tener algo que vender. Quizás demasiado, pienso, como para que, al igual que se supone encerrado por ahí el Blusón, del Gig, entre los secretos de la formación de la Materia, no esté encerrado por acá el gato del Haberqué, del Pillo, entre los caminos de la materialización de los proyectos. Seguramente la respuesta concreta a esta última intuición que se me plantea sobre el universo, en este caso de la investigación, será tan compleja y tan inexplicable, si lo quieres tan cuántica, como la de intentar desentrañar los íntimos secretos de la urdimbre de la Masa Universal. En cualquier caso, los dos son juegos fascinantes de un mismo tipo de manía investigadora. Llamada comecocos. En los que no debe importar que nunca se pueda llegar a saber con exactitud las verdades que se buscan, sino que podamos ver con claridad que los caminos de las partículas básicas de las cosas son tan divinos como infinitos, además de inextricables y caleidoscópicos, y hagamos de esa facultad de la investigación lo fascinante de nuestro juego en busca de blusones, tanto de gigs, de ags, como de ugs. Ya sea a través de andar colisionando, en circuitos de aceleración de subpartículas, toda clase de hadrones, o del rumie especular de rudimentos de ideas malabares en las espirales especulativas de la lucubración.

(Sí. Ya sé que es un chiste fácil. Y que no aporta nada a la idea que trato de centrar sino que a lo mejor hasta que todo lo contrario, pero, no puedo resistirme: ¿no estará encerrando algún guiño interesante la coincidencia sonora que hay en español entre el ladrón, ese corpúsculo primario tan fundamental en la materialización de la Cultura, y los hadrones esos que aceleran en el acelerador ese de partículas para entender cómo se materializa la esencia de la Masa? Interesante campo de análisis se abre ahí para un pensamiento matemático que trate de englobar la Física con la Filosofía, en una explicación social desde el punto de vista cosmológico. Pero esto está dedicado al Blusón, y aunque al parecer es lo que hay que partir en colisiones para sacar a este a la luz, lo del Hadrón sería, en cualquier caso, otro personaje).



Postpost con un par de colores que se han quedado en la paleta sin formar parte del cuadro:

Esa coincidencia mística que tiene el Blusón con el Espíritu Santo en cuanto a que en los dos hay que creer sin verlos realmente, el uno imponiendo su existencia con los dogmas de la fe, y el otro demostrando con la fe en las ecuaciones la obligación matemática que tiene su existencia.

También puede ser interesante considerar ahora aquí aquello que he oído decir de que en su tiempo, el gerifalte de la política inglesa encargado de soltar la pasta del Estado, cuando le enseñaron los científicos el recién descubierto arco voltaico de la inducción eléctrica, buscando obtener de él fe en sus proyectos (económica, por supuesto, los proyectos no entienden de otro tipo de crédito), dijo, Es muy bonito, sí, pero, ¿esto de la electricidad sirve de verdad para algo? Y los otros le dijeron, Usted firme que luego ya veremos para qué puede servir, pero lo más  probable es que pronto esté usted cobrando impuestos por ella.



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