4 may 2009

Rollos matutinos 20

Meras pridamas.

Me s’ha quedao como un fogonazo grabao en la retina el bombardeo de imágenes de las tres mera pridamas por la tele, merapridameando juntas en el mismo embolado de altos vuelos. Forrás de altas costuras y untadas de cosmético y postín. Es un fenómeno lumínico como cuando das una ojeada al sol y luego no puedes dejar de ver un redondo luminoso cuando miras a lo oscuro. Fosfenos se le llama a la cosa y Dalí jugaba a provocárselos apretándose los ojos para divertirse en verlos y sacar luego motivo para cuadros. Haré como él y redactaré lo que veo. Dos son las de aquí y las tenemos ya mu vistas. La otra es la que ha venido con su pequeño procerón y ha sido ella la causa del revuelo, más que por la novedad por la maña que tiene para merapridamear sin perder pose ni momento ni ocasión de hacer gala de su arte. Qué tablas tiene la tía. Y con qué gusto lo hace. La pone a cien proclamar a cuatro vientos sin pudor que con el grandeur de su papel orgasma enormemente. Las otras dos a su lado han quedado resaltadas en lo que de acartonao arrastra en la esencia la institución que representan, y en ese papel que para bien o para mal supone ser esposa y madre a la vez. Las tres parecen diferentes. Una nació ya con el título y últimamente no ha podido resistir las ganas de publicar opiniones personales para dejar claro que a ella lo que le pone es hacer saber lo rancia que es al mundo entero aunque sea en contra de su cargo, la otra fue la gacetillera nacional del mediodía, la visitante es hija de ricos creadores y se siente como un pez en las aguas de las artes, ha sido muchas cosas todas creativas, lo mismo canta que compone, y aunque no se ha tirado a tantos famosos como Pe, se ha tirao entre otras glorias a Su Majestad del Rock del siglo XX, y hasta es posible que además de pintarla divinamente, pinte. Pero al final las tres son eso lo que son. Meras pridamas. Peonas de lo mismo. En realidad sólo dos, con diferentes tipos de contratos, son Meras pridamas de verdad, la otra por ahora es sólo futurible y el tiempo dirá si llega realmente un día a regentar el cargo que práctica, aunque por ahora, sabido es, tiene de su parte la práctica totalidad de las apuestas. Un diálogo me llega a las orejas. Tal vez el que aun no siendo nunca pronunciado es el que se hayan dicho sin hablar.
-Sí, ya, tu serás mucho más in que yo y todo lo que quieras pero lo tuyo es al final cosa interina y lo mío es casi seguro de por vida.
-huy, querida. Lo que vendrá nunca se sabe. Pero precisamente. Yo no podría vivir con esa losa. Tener que encarnar por siempre la misma estupidez, excluida por definición la posibilidad de verte divertida con algo aún más sorprendente, ¿tú no lo encuentras un poco asfixiante? Tal vez por eso sea que se te ve más tiesa cada día.
Y es curioso, las tres tienen en común un toque advenedizo. Porque dos, quieras o no, serán siempre foráneas, y la otra, por muy bien que se lo monte, nunca podrá ser real desde el principio. Pero eso ya, gracias a Dios, motivo antes de interminables y sangrientas guerras patrióticas, poco puede importar a nadie que no sea un avechucho. Y aquí las tengo danzando hechas fosfeno colorido en mi memoria. Azules rojos y granates. Después de habérmelas metido por los telediarios hasta la saturación. Glamurizando el negro panorama que gobiernan sus maridos. Poniéndole cuché a asuntos terroristas y crisis estructurales del Capitalismo. De un lado... no está mal eso de pervertir lo serio. Pero de otro... Ha sido un mamoneo. Por ejemplo, entre otras cosas, algo hay que me ha dao asco en esta continua exhibición de carantoñas ñoñas que el equipo visitante no ha parado de hacerse ante las cámaras. Porque no es mala idea juntar churras y merinas metiéndole el sexo por el culo a la política, pero si ya entre colegiales tiene la cursilería en el afecto mucho de patético, a pesar de serle naturalmente lógico y verdad, cuando ninguno de los dos enamorados son ya precisamente jóvenes... sino que no están ninguno de los dos ni en edad de hacer tontunas ni en el sitio ni el momento más oportuno para ello, y menos de forma tan poco natural, tan preparada..., señores, a mi no me metan ustedes esa vaina, porque yo hay cosas que, de entrada, no las hago. Y puestos a emputecer las cosas que deberían ser serias y de ningún modo lo son, yo prefiero sin duda la forma de hacer de la inigualable Cicciolina, exponiendo en el Congreso Italiano, ante la pusilanimidad pasmosa de sus señorías, como un par de razones contundentes imposibles de ocultar en el estado de las cosas, sus potentes tetas redentoras ¡Como dos formas duras de la Verdad no sólo universal sino redonda! Eso si que era vitalizar al hemiciclo, y una actitud muchísimo más seria, mucho más interesante, mucho más inteligente, menos pava, y más mejor, y desde luego muchísimo más ética. Con un mensaje muchísimo más hondo. Y no esos guiños ñoños de pazguatos cursis jugando a la alta pasarela, propios de gente más o menos vieja y completamente verde, remake de emperadores locos y josefinas negras, dentro de un guión carente de sentido y fuera por completo de lugar.



En un aparte (igual que ha estado ella) tengo que decir dos cosas, una que ha habido otra dama en este último baile del meropridameo, la cuarta, que no parece que pueda serle puesta la simple etiqueta de mera pridama normal que a las otras, porque no se lo da la Constitución exactamente ni parece ser que a ella le erotice mucho el serlo. El fosfeno que ha dejado en mi retina es mucho más ligero, porque ha sido muy corto y fugaz su fogonazo, pero sin embargo se me antoja, por como ha desarrollado su papel, como que cargado de un poco más de seriedad y con muchísimo más peso. Más fuera del rollo patatero. Con una mijilla más de madurez. Pero es una impresión, que luego vaya usted a saber. Y dos, que el papel de ellos y sus cosas ha quedado como que dentro de la misma oscuridad gris de sus trajes, y que no acierto a acordarme de qué marido complaciente literario representa, no sé si de Shakespeare o de Lope o de Moliere, el pequeño gran prócer visitante, enseñándole abobado al mundo y sus monarquías la joya que tiene conseguida en entretenimiento. Mala va a ser si no se encuentra dentro de unos años, todo ese idilio tardío y de alto estado, con lujo de cuernos y detalles, recogidos en un libro de memorias que escriba con mera soltura la expridama cuando tenga que seguir ganándose la fama y el dinero con la juventud ya perdida sin genero de dudas y fuera de la vida palaciega.

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