26 nov 2012

Rollos matutinos 74

Dinámica de líquidos.


Las culturas, las ideas, las creencias, las filosofías, aunque unas más espesas que otras, todas son fluidos encerrados en este extraño frasco formado por el espacio entre dos bolas concéntricas que sólo tienen una diferencia de radio de unos pocos kilómetros. Incluso dentro de las más rígidas, las partículas que las forman no paran de expandirse intentando llenar todo, combinándose entre ellas sin más leyes que las que el interés de sus radicales libres tengan. Una vez que entran en contacto, no hay ninguna que al final resulte incombinable. Y cuando se mezclan lo hacen según la dinámica de disoluciones de los líquidos. Y hace ya mucho tiempo que tienes, Genomo, todas tus culturas en proceso irreversible de disolución. De la misma manera que se mezcló en agua el bien y el mal, dicen que en tiempos primigenios, ahora todas tus pensancias están metidas en un mismo saco disolviéndose entre ellas sin remedio. Como en cualquier otra mezcla, hay partes más solubles y otras más resistentes a perder sus estructuras. Unas que desaparecen en la nueva dimensión y otras que tintan con su color todo el disolvente. Están las que siendo porcentualmente muy pequeñas cambian incluso el significado químico del vaso entero, y hay por eso las que siendo muy superiores en moléculas activas sufren el cambio radical de toda su estructura por el efecto catalizador de un par de átomos que andaban perdidos por ahí encerrados en un valle y de pronto montan la de dios al entrar en contacto con los otros. Hay uniones que resultan explosivas y otras que se fusionan tan tranquilamente que nunca hubiéramos pensado que habían sido varias. También existen las que se empeñan en definirse indisolubles, que se enquistan cerradas como cantos negadas a cualquier tipo de intercambio. Pero estas, además de ser un muermo y dar problemas, al final fracasan siempre, porque aunque crean o parezca que son como los granos de arena en el mar, no son sino eso, granos de arena y por lo tanto, cada instante más pequeños debido a la erosión, y al fin serán moléculas dispersadas por completo en la disolución por la dinámica de líquidos. Porque en realidad, el sólido ideal no existe. Y mucho menos en cuestiones de cultura ni de ideas. Gracias al Cosmos. Lo jodido es que estos corpúsculos difíciles de disolver a veces generan al chocar ondas sísmicas dramáticas que causan dolores tan terribles como absurdos, toda vez que, aquí, al final, no va a quedar idea pura ni patria chica o grande que sobreviva a la emulsión total. Bueno, también puede pasar que el proceso se corte, como una mayonesa, a medio hacer, pero eso sería lo peor que podría pasarnos, porque tendríamos que andar reiniciándola para ver si conseguíamos ligar los ingredientes otra vez. Con el fastidio que todo el que haya hecho esa salsa sabe que supone el que te pase eso. Y, si no hay forma de arreglarla, habría que tirar el resultado fallido a la basura, porque una cosa así no hay dios que se la coma. Pero incluso siendo así, después en su nueva condición… Sí, en la propia basura seguirían tal vez su camino cada uno de los elementos por su lado esta vez separados para siempre, el aceite, el huevo, y el jugo del limón. Sin embargo, por ejemplo, la sal… Esa se habría repartido por todos los componentes, que no se podrían librar de ese aspecto común en el camino independiente de su futuro ni siquiera en la oxidación separada hacia la putrefacción aislada. Ojalá no sea ese tu destino, Genomo. Por ahora y a pesar de que las membranas económicas son casi tan indisolubles como las estructuras costumbristas sin embargo ambas se deslíen sin parar. Ayer estuve por casualidad, aquí en el Barranco, con un tío de nacionalidad usa, de padre pakistaní y madre holandesa, que al hablar yo de la cachemira que relata Salman Rushdie en Shalimar el payaso, me dijo, yo tengo muchos parientes en esa zona, es una zona muy bonita lo mismo que esta pero con las montañas altísimas… Y yo vi en mi magín las miasmas usas que a través de esos parentescos estaban yendo hasta barrancos impensablemente aislados en el integrismo más continental cargadas de hamburguesas, y las que a través de muchos como él estaban entrando en el cuerpo del Imperio llevando ramalazos de pakistanería profunda y determinante al punto más sagrado de lo genuinamente americano. Para siempre y sin parar. Y vi a tiempo real el holograma en toda su extensión. Los cientos de millones de canales semejantes a este remanente cachemiro que conectan en inevitable forma íntima y recíproca todos y cada uno de los rincones más pretéritos con todos y cada uno de los grandes centros de las potencias más vanguardistas del Mercaraiso. Y viceversa. Y en un sin fin de conexiones de todos los tipos y en todas las direcciones. Sin remedio. Y sin que quede ningún puto barranco sin tenerlos en cantidad decisiva para procurarse la disolución de sus esencias por completo.
Y mi alma, o lo que sea, se rebosó de golpe en un instante espumoso, en el que el gozo de contemplar la dispersión molecular de las más rocosas tradiciones me recorrió el cuerpo con un cosquilleante escalofrío que me hizo flipar y me llegó a poner los pelillos de punta por un grato momento. Hummm. Por fin el fin de las purezas. Aleluya.



La imagen es un cuadro de Kandinsky  (Amarillo, rojo y azul, 1929), y el texto un trozo sacado de Genomeando.

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20 nov 2012

Rollos matutinos 73

Instantánea conduciendo por la carretera al lado de una de las playas más bonitas de la zona

Por la carretera de la costa hay siempre un continuo ir y venir de seres caminantes, de todas las edades y las razas y casi siempre maltrechos. No muy masivo, pero constante. Raro es el día que no me cruce con alguno cuando voy en coche, yendo para allá o para acá. Hoy eran dos, un tío maduro y un perro que también parecía reviejo. Los dos iban sucios. Los dos iban juntos. Los dos estaban caminando solos sin ninguna duda a ninguna parte que pudiera solucionar su soledad y su abandono. Los dos tenían encima la misma pátina parda y triste de destino miserable. El hombre llevaba dos bolsas de plástico amarillas de las de Covirán. Una en cada mano. Llenas con lo que debían de ser todas las pertenencias de los dos. Su próximo sustento, su posible abrigo, y su total capital. Los dos andaban con la misma expresión mesmérica en los ojos. Incapacitados de captar cualquier mensaje en la luminosidad del día o la belleza del paisaje. De no saber. Ni a dónde ni para ni por qué. El perro era de esas razas que son pobres desde el momento de su nacimiento. Y lo sabía. El hombre también, era de esas razas, y si alguna vez no lo supo, ahora ya no le quedaba duda alguna. Los dos andaban juntos. Porque estar parados les debía hacer pensar que todo era peor. Algo en la vista de su unión resaltaba aún más sus soledades. Me los imaginé a la hora de dormir en la cuneta a la llegada de la noche. Y pensé que al menos de algún modo se harían compañía, pero algo tenían en sus auras que de pronto vi que pudiera ser la suya una relación áspera, de esas de  trato desabrido y duro. De las que encima de estar en todo lo malo uno elige remover con mala leche la carga amarga del destino sobre el otro en una especie de amor malvado y frío. En las que el uno suelta de mal modo su amargura y el otro se la come porque mejor eso que nada. Hay muchas de ese tipo de locura en la vida que podríamos catalogar como normal. Así que es normal que también haya de eso en las vidas colocadas al extremo. Según se mire, hasta con más razón. Pero nunca se sabe porque en realidad, acaso sea lo razonable lo que está, al fin y al cabo, siempre fuera de toda relación.

La foto es una obra de Vladimir Artazov, y se titula Apoyo.

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17 nov 2012

Rollos matutinos 72


Según como se mire

Es de verdad interesante, para apreciar el concepto en todo su aspecto terrorífico, plantearse la cuestión del cautiverio -y por ende, lo del Señor como Pastor que cuida del Rebaño y todo eso, que igual anda por lo mismo- desde el punto de vista de, por ejemplo, el azafrán que llena ahora los platos que tengo en mi habitación mientras escribo, con los pistilos de todas sus flores destrozadas puestos a secar en torno al tubo de la estufa. Esos órganos reproductores femeninos así tratados. Venir a ser, cósmicamente hablando, el ser de tu existir ese florecer y florecer a la existencia de tu cosmología año tras año a lo largo de milenios para el mismo ritual: satisfacer un gusto culinario sibarita en la alimentación del proceso digestivo del que extrae la energía la especie que te arranca las flores en cuanto que floreces. Sin que le quede a tu horrible esclavitud ninguna escapatoria, porque no parece próxima la desaparición del ente que ejerce la cultura de tu amputación.
Sin embargo, y he ahí un guiño del juego especular que es clave para entender la Vida, nosotros, yo mismamente mientras las mutilo, vemos con gozo el holocausto de esa acumulación de órganos genitales tarazados y resecos, como una cosa hermosa en la que hemos conseguido el arte de encerrar todo el perfume y el color que encierra de bueno, de dulce, de mágico, cósmicamente hablando, la maravilla del mundo de las flores. En un montón de canales ováricos ajenos tajados en vivo uno a uno por medio de un hábil pellizco y momificados después de forma conveniente buscando la mejor forma de conservación para lo particular de nuestro uso.

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9 oct 2012

Personajes 10 y 11

La Lagarta y el Ciruelo


Sin más palabras. Ante la imposibilidad humana de encontrarles alguna que les signifique más, seguramente porque son innecesarias.
Quédense mirando fijamente la foto un rato sin pestañear, y verán de pronto, claramente, en tres dimensiones, la profunda cochiquera que es este Sistema.

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4 sept 2012

Rollos matutinos 71

Jeremiada olímpica

Pues yo he logrado, casi sin proponérmelo, no enterarme esta vez para nada de ese evento fragorosos. Tan mundializado, tan compravendido, tan de forma subcutánea administrado. Tan de competitividad espectacular y especulante. Tan de esplendor de esplendores humanistas dorando en brillantes purpurinas de los dioses antiguos del Olimpo la clásica manzana pocha del capitalismo de siempre. Con un palito para que la asgas mientras te la tragas. Es posiblemente el fasto más global de los fastos más globales. Que a mí me la trae, por definición, tan floja. Si he acabado ahora aquí hablando de ello ha sido en parte por Millás, que con ese articulillo suyo tan bueno sobre el Del Bosque y el Florentino que he leído esta mañana, me ha llevado, al hablar en la mesa sobre él mientras comía, a la cosa mas iva del deporte y entonces…
De pronto he caído en que no había visto esta vez de las olimpiadas ni siquiera algo de la ceremonia esa de las inauguraciones que siempre se hacen por todo lo alto y con mucho pim pam pum y coro al himno de la alegría más pura y luminosa que pueda tener la Humanidad hecha quintaesencia gloriosa de la vida cuasi celestial, unida por supuesto de forma irremediable a la cosa de la Banka que todo lo promueve y acapara y que es sin duda lo que está detrás de la tramoya haciendo que nadie pueda quedar fuera del foco del spot del que se nutre. Esta vez, todo lo que me ha llegado de ese caro griterío ha sido el eco de que estuvo en la coreografía que montaron los ingleses en plan fundamental el fundamento de la Campiña Inglesa y de los Beatles, y nada más en absoluto. Ni ningún otro detalle, ni imágenes, ni ningún tipo de información de ningún tipo más, ha entrado en mi cerebro sobre el tema esta vez. Y me he acordado de que hace cuatro años, cuando las chinas, si que vi esa ceremonia de apertura con horror, mientras todos los abundios del planeta la veían con asombro, como simplones a los que se les cautiva, nunca mejor dicho, con una caña de carabaña y cuatro sombras chinas. Yo lo vi con horror. Pocas cosas me han llegado a espeluznar más en esta vida que aquellas demostraciones excesivas de terrorífico sudor colectivista recapitalizado. Florituras de rebaño de elementos adiestrados por milenios en cumplir con sus papeles de hormiguitas. De orden hecho cosa social incuestionable por encima del cual sólo el dinero. Recuerdo que me dije que era preferible para mí que si un hijo mío tuviera que sufrir abusos de menores, los sufriera mil veces en las manos de ese tipo tan denigrado y perseguido por la ley, que tiene que ver con lo sexual, antes que en las de la selección de un comité olímpico como aquél, y por ende de cualquiera de ese tipo, que son un engranaje terrible que rueda y muele en base a todo lo protervo con máscara enlucida en lo más noble. Y me pareció que esa visión, y esta manera de decirlo, era precisa y suficiente para ilustrar lo que sobre el rollo de las altas competiciones deportivas veía mi menda. Y luego, como siempre, se me pasó el arroz de la ocurrencia y pasó el tiempo que siempre se me pasa como agua entre las manos y me encontré que esa apreciación ya no tenía sentido de ser apreciada con actualidad, lejos del contexto de la noticia que un par de meses después ya no solo era vieja, sino inexistente. Por eso ahora he visto mientras comía que pasados ya otros cuatro años, era otra vez el olímpico momento de ser rescatada y escrita aquella imagen tan explicativa que me sugirió la ceremonia de apertura de aquellas olimpiadas orientales, junto con lo que me hubieran podido sugerir ahora estas que se estaban celebrando en plena crisis de la occidentalidad (¿o se han acabado ya? ¿O no se han acabado todavía? ¿O se acaban de aquí a nada?, ya te digo que lo más importante que me han trasmitido estas esta vez, y que es lo más importante que sobre ellas tengo ahora que decirte, es lo que me congratula el logro de que no haya llegado a mi cerebro, sin casi proponérmelo, de la magnitud con que se trata este evento planetario del márquetin global, casi nada).
De pronto oigo a un abundio medio, que no es lo mismo que un medio abundio, pero que también, que me recrimina el orgullo que pongo a mi desinterés por este tipo de fastos como algo así como que de antiguo, de no estar en el momento, de estar anclado en un tipo de ideas ya muy superadas, de estar pillado para siempre en un cierto estilo demodé. De andar siempre buscando las tres patas al banco en vez de dedicarme a disfrutar la vida sin comerme el coco. Porque ahora en eso de tragarse religiosamente el maíz que los medias les embuten en los buches son punteras incluso las porteras, que aunque quedan pocas, quedan, y además riman de puta madre con la clase de su nombre aquí en el sentido y en el ritmo de la composición que ahora compongo y por eso las traigo y pego como imagen conceptual, y representativa, de ese plantel tan abundante que recrimina mi gozo por sorprenderme fuera de la religión de estas celebraciones tan consensuadas por la audiencia general. Pero también siento cómo me miran raro una amplia gama de la gama intelectiva de la intelectec, sobre todo de la más joven, por cierto hoy día más titulada que instruida y más aleccionada que opinante, por no decir que prácticamente todos ellos, tanto los en paro con problemas de proyecto, como los de proyectos con futuros sobre el paro. Porque entre esos, entre esa mara de alevines y alevones que traga con todo lo que tengan que tragar con tal de no enfrentarse de cara a sus frustraciones, especialmente, causa furor el comosedebe estar al tanto de todo macroevento que les echen, y en especial de los de corte deportivamente institucionalizados, y mejor cuanto más bestseler sean en su aspecto aborregante, y disfrutar de la aglutinación en el berreo colectivo, incluso mejor si con cierto toque de aroma patriótico, al tiempo que se adora al ideal de los atletas del mismo modo que se admira a los famosos medallas de oro de lo hortera, como modo de cumplir con el comosedeba, con lo que les echen a tragar, y como forma de llenar con el gusto por la mística del márquetin gregario el vacío existencial que sufren sus criterios personales, tan grandísimo que mirar sólo por un momento en él produciría el vértigo fatal que catalizaría la cuajada irreversible de una muerte interior tan cierta como sin importancia.
Así, no es que no esté bien visto entre la masa el que no te interesen las competiciones y fastos gigantescos, plantados en planteles de fuertes intereses comerciales, que son éxito de audiencia antes de nacer, es que el reacio a comulgar tragándose esos sapos sin mascarlos por lo menos con algún tipo de crítica o mosqueo es un tipo de cuadro execrable de un tipo de jeremías esnobista aburrido y fastidioso que ya no se puede llevar ni en el perfil del mango de un paraguas. Y eso de la masa hoy no es como antes, que se refería de forma despectiva a una amorfa mayoría que balaba unida aparte de no se sabía exactamente qué otra cosa pero que era una minoría por contraposición, tal vez aunque al fin igual de gilipollas más selecta, por tratar de adjetivar la diferencia de algún modo, que estaba en cualquier caso, aunque en realidad no pudieran ser como es normal sino lo mismo, jugando por lo menos a estar fuera de ella como pose. Hoy la masa es el trademarquin que engloba por fin cualquier manifestación de la existencia. Y hay otros mundos, pero están todos en ella y cotizan en el tópic de valores de su trending al segundo, como pasa con las pelas y la vida en los íbex de las bolsas. No importa que tu disidencia sea todo lo criminal que quiera, pero si no puede gustar a algún valor borrego andas listo, eres más que un maldito, un pesao que ya está con lo de siempre. Pero, ¡si a mí sí que me interesa todo ese chou de llamaradas llamativas deslumbrantes que nos administran por todos los medios desde las alturas!, digo siempre cuando me encuentro solo ante la corriente que arrasa con la contundencia de su masividad cualquier andarrío suelto que se ponga por delante. Y la verdad es que mucho. Pero no en cuanto a la insulsa fiebre festiva colectiva que inoculan. A esa calentura soy inmune, y nada puedo hacer por contagiarme. Sin embargo me interesan y mucho sobre todo en su sentido más genérico y profundo. Me recrea meditar sobre todas esas drogas que se toman y se meten por venas por bocas y por culos todos esos cuerpos que se nos publicitan con el aro angelical de la olímpica pureza, ahora en la Olimpiada, por ejemplo. Sometidas encima al control de calidad de unas pruebas antidoping que son el record olímpico de la hipocresía y del retorcimiento de la falsedad, cada año también, como las otras marcas, superadas en el listón del avance tecnológico. El fondo de ese afán que llaman deportivo es enfermizo. Encierra una tortura grave de la naturalidad con que intentan vendernos ese encanto. Todo eso por qué, ¿en aras de qué dios insaciable se ejerce ese terrible paroxismo? ¿Por la sagrada Superación de los límites humanos? ¿Por el culto a la Competitividad incuestionable? ¿Por revalorizar el Espectáculo de cara a la taquilla? ¿Porque los juegos, como el Sistema mismo, si se para el reloj del crecimiento pierden todo su sentido en un segundo? Me divierte pajearme las neuronas con todas estas cosas. Hacerlo sin rigor y sin finalidad, mirando al pairo, del tirón, a lo que vea, como jugando a jugar a ver qué veo sin mirar. ¿No es interesante, ni socialmente significativo, el que miles de indignados clamen al corte de cabezas porque políticos de alto nivel de su país cobren cien mil euros anuales, por haberse ganado el partido de unas elecciones, y después ese mismo individuo salte y se enardezca como un verdadero gilipollas enarbolando los colores de la patria costrosa que hace posible el acto de ese robo que le indigna, babeando por unos mendas que se acaban de llevar trescientosmil euros cada uno, por haber ganado el partido de una copa, tan contento de ser el pasto que hace posible el triunfo de esa pasta? Señores… Déjenme a mí disfrutar en vez de esa coreografía de regateos y carreras luminosas, que tanto ha conseguido enardecer a todos, del espectáculo oculto de toda esa mara sumergida que trabaja para hacer realidad toda esa magia, si bien alucinante, al cabo tan fatua como cualquier juego de manos. Que eso si que es un monstruo gigantesco de un esfuerzo atroz y silencioso digno de ser mirado en toda su grandeza. Es difícil mostrarlo con un nombre. Es esa voráquina multidisciplinar que forman desde esos millones de chinos currando como tales sin parar en fábricas de concentración para elaborar desde la más absurda de las merchandising a las cosas tan de base como los propios uniformes que lucen los atletas, hasta el ejercito ingente de elementos que va desde el marasmo de peones constructores de las obras gigantescas que albergan los eventos hasta el de obreros barrenderos y limpia váteres y gradas de todos los colores que hace falta después para el mantenimiento, pasando por todo el montón de técnicos eléctricos, de sonido o de organización y de mantenimiento, y comentaristas y cronometradores, y expertos en comunicación y en aéreas nutricionales y de seguridad o doctos en entrenar los doping de las drogas para que no den positivo en ningún caso cosas que puedan afear lo que ha de ser divino en su belleza. Todo ese derroche de energía visto de unidad en unidad en cada detalle de las grandezas y miserias de cada uno de los elementos que lo forman. Ese magma bullente y gigantesco no se puede describir. Sólo puedo llamar tu atención sobre él para que trates de verlo como yo lo estoy mirando. Esa es la competición espectacular que a mí más me interesa en este tipo de quehaceres. No sé a quién correspondería subir al podium de esta competición, ni a qué dios habría que ofrendarla, ni que himno habría que tocarle al que fuera ganador del rollo de esos juegos, ni si a alguien habría que descalificar por violación de no sé que reglamento que, cósmicamente hablando, no se tuviera jamás que violar y que sin embargo, como es lógico, sistemáticamente se viola. Ahora se me viene a la cabeza el sueño de uno de esos cientos de miles de cerdos que han sido comidos olímpicamente durante las celebraciones. Porque también hay que mirar siquiera por un rato al alma de todos esos seres que han servido de alimento con sus carnes al esplendor mundial de la olímpica quincena. He tenido un sueño, le he oído decir al cerdo de mi sueño a otro cerdo colega de jaula en la granja de exterminio donde tiene lugar el trascurso de su vida, he visto como al final de toda esta vida de prisión en la tortura para engorde acelerado que sufrimos, mis carnes queridas van a servir de alimento a un atleta que va a superar el record de salto con pértiga y a un gordo empresario de Brasil, que por no sé que extraña coincidencia va a comer un par de veces en el mismo comedor que los atletas, así que, aunque sólo sea en esencia, además de volar por las alturas del aire y de la gloria en un cuerpo grácil, voy a formar parte de otro muy rico, que aunque no en el sentido que ahora tengo de jugoso, si va a resultar en ser mucho más cerdo que yo. El que no se contenta es porque no quiere, le contestó el cerdo compañero de jaula. Y siguió comiendo, como se esperaba de él, igual que el otro, pero sin buscarle lado bueno a su asquerosa vida. Queda por discernir, a qué coño exactamente viene aquí este cuento de guarros, y si alguno de ellos dos, en cualquier caso, fue realmente más feliz que el otro y, en caso de que fuera el cuento así, si fue el más feliz el que buscaba la positividad en el karma o el que aceptaba el karma sin positividad.

Postdespués:
Pos después, ya acabado el post de antes, resulta que no he podido escaparme sin ver la de clausura.
Sí, estaba mirando las estrellas del pozo sin fondo del cielo de la noche, en la terraza, tumbado bocabajo a él encima del colchón, cuando llegaron a mi oreja desde la tele acordes creo que del Wish you were here de Pink Floyd. Y me dije, la ceremonia de clausura. Y me bajé a verla y me vi todo lo que quedaba.
Creo que si algún resumen tuviera que hacer de ella es que ha sido un cántico triunfal a ese espacio generacional que es el mío y que es el de los que ahora mueven la pala de la pela de este barco sin timón en el que no va a callar la banda aunque se hunda. Hay que ver qué cosas veo mientras veo en la superescena ininterrumpida del estadio no sé que viejos que dicen ser los Who’s, y el Fredy Mercury comprimido en holograma extemporeo y tridimensional de un muerto siempre joven y atractivo de sexo eternamente incendiario y revoltoso … Qué de claves para la comprensión de los intríngulis sociales y de sus devenires surgen contraponiendo aquellos jóvenes contestatarios con estos viejos aún sin contestar. Esas generaciones de este Occidente que no están libres de la culpa de las guerras pero que es como si no la hubiera habido en realidad durante setenta años ni nunca más la haya. Jugando a darse el gusto de ver puesta, desde el poder de su tercera edad, aquella simbología que tratara el Poder como locura, de banda sonora de la locura de su sueño despertado en el Poder.
Y pos claro que me he quedado mirando todo ese estallido de color y pirotecnia tan grandísima de medios y espectáculo. No soy ciego ni tonto. Ni es mi caso crítico el de ningún tipo activista resentido ni antinada. Y siempre me ha encantado el artificio de los fuegos. Pero cuántas conclusiones. Todas con algo de sardónico en el regusto final. A lo largo de esa contemplación. ¿Celebrarán dentro de cincuenta años un acto de clausura de este tipo de juegos con una celebración así por parte de unos viejos que ahora son los jóvenes estos que están como perdidos y no contestan nada? ¿O se habrá roto ya entonces para siempre la trayectoria de la historia que ahora han vendido todavía como inquebrantable y entonces no podamos hacernos ni una idea de lo que será lo que sea? Contrapongo lo que debieron ser aquellas olimpiadas de la Atenas de Pericles, sólo visibles desde dentro del estadio, con luz de antorchas en las noches, y estas de apoteosis tan electrónica y global, con ese despliegue de escena cuasi cósmica, y me digo que el Futuro ya está aquí, y que vaya mierda que ha resultado ser el Futuro. Después me entretengo pensando en cómo aquellos atletas ganadores clásicos serían seducidos y manoseados por los ricos del entonces que sintieran el gusto de darse ese placer con el interés que cada uno tuviera, y los de ahora, igualmente convertidos en la picota de todo tipo de interés manejado por sus managers. Y alucino. Con lo que el mundo es desde que el mundo ha sido. Todo el toma y daca entre la parte negra y la parte blanca de todo ese torrente que junta en el mismo albañal los dineros y las genialidades.



Algunos flases sustanciosos:
Uno muy bueno, por lo macabro, es el del detalle de parar en seco, de repente y por un instante, el ritmo apoteósico del espectáculo final, para centrarse en poner solemnemente el Himno Griego, mientras suben a toda pompa la bandera de la Grecia actual, como si tuviera algo que ver esta con aquella con cuyo misticismo tratan de hacernos sentir reasociados, y sin que importe en absoluto cómo lo están pasando los griegos de ahora por culpa de esa misma maquinaria que les usa en forma tan particular y descarada para sacrosantar con aromas de oráculos antiguos la celebración divina de su actual mercado de valores corrompidos.

El de los vencedores mordiendo picaruelos, para los fotógrafos, los falsos medallones que acaban de ganar. Que me parece un guiño muy significativo y por eso lo he puesto como imagen. Por un lado porque algo se me antoja cuando menos de curioso, en lo que se puede concluir comparando aquellas coronas de olivo y estos oros, para más detalle falsos. Porque ese gesto de morder probando la autenticidad, desde siempre asociado a lo más vil del alma más mercante, además de decir mucho de lo que es en realidad hoy eso que llaman espíritu olímpico, y escala de valores de la sociedad, es encima un riesgo que puede dañar el trofeo para siempre, porque estas medallas son tan de mentirijilla como aquellas monedas de chocolate que comprábamos en los kioscos cuando niños, y aunque pesan más de 400g (el burro grande ande o no ande), solo tienen 6 de oro. Finísima capa que mejor no andar poniendo a prueba por si acaso. Y, ¿no es, llevar al podium ese aire infantiloide que se pone en el mohín ante la foto, consagrar en los altares de lo excelso el síndrome de Peter Pan al que son tan dados los actuales alevines y alevones de este mundo despiadado y rico con problemas de futuro?

Por fin vino lo del barrendero barriendo el escenario a son de sambas nuevas y entonces supe que las próximas iban a ser en Río y que Brasil explota algo parecido al sueño americano pero en tropical.
Y caí en la cuenta de qué era lo que hacía el rico brasileño en el comedor de los atletas del sueño de mi guarro.

Notas.
Merchandising. Se refiere a todo ese conjunto de sacadineros que son los suvenires y regalos y adornitos conmemorativos, que van desde los calzoncillos con la banderita o log de turno a todo ese montón de objetos sin sentido, prácticamente todos iguales de horrorosos que suelen adquirirse en plan recuerdo. Suelen ser especialmente feos los que representan eso que llaman, la mascota. No sería mala idea, para la salud social, poner una multa al que comprare, o vendiere, uno de esas cosas, en nombre del decoro, en vez de hacerlo a quién ejerza o use de la prostitución.

En definitiva:
Sí, claro, algo de magnífico hay en todo este tinglao competitivo. No se me escapa. Eso de tratar de alcanzar un ideal. Pero yo prefiero ver el brillo que tenga esa grandeza, en vez de en el tarariro tararará del espectáculo oficial, asociándola a la historia de esa atleta negra que ha muerto ahogada, frente a las costas del mundo de estas celebraciones, mientras trataba de entrar en una patera al juego de la competición que no le dejaba otra. Sí, sé que al final puede que sea la misma vaina. Pero mil veces más esplendor en los ovarios y cojones de uno de estos negros, que en cienmil opositores a carreras funcionarias y de esbirros, que no hacen otra cosa que correr tras de la oposición que les coloque en puesto fijo, en la seguridad que creen que da el ir en el barco del que no saca jamás el pie del plato, desde que tienen uso de razón.
Permitidme que me ría sin embargo, de que resulte al fin que, como ahora, también zozobren y se hundan las balsas de currículos en que estos se creían tan estables. Al fin y al cabo, en esta Vida, como en el Mar, por definición, las previsiones nunca pueden ser seguras. Y tal vez radique ahí lo único verdaderamente interesante de toda la Película.


Y resumiendo:
Que en todo este despliegue de teatralidad tan finamente coregrafiado, veo algo así como una Especie más perdida en el Espacio-Tiempo que un burro en un garaje, dando armoniosas coces de ballet en una pretendida escena sideral.

Y paro y cuelgo, que ya se me ha vuelto a pasar el tempo del momento del evento y la noticia y estamos ya de lleno en la próxima olimpiada. El retraso ha sido ocasionado por causas dentro de lo trágico, que al cabo también es algo griego de nominación, pero eso ni justifica mi tardanza ni viene al caso. Y para el caso, en cualquier caso, ya está bien de jeremiar.

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13 jul 2012

Personajes 9

El Blusón del Gig

Esta crónica del Blusón se me vino a la cabeza ayer mientras hacía mis ejercicios de estiramiento vespertino frente al mar lejano al otro lado del aire del Barranco lleno de vencejos. Estaba yo en una de mis flexiones tumbado boca arriba y de repente me llegaron las dulces ondas olfativas de un bollo en un horno. Debían venir de alguna cocina de mi vecindario viajando por el éter. Y con las partículas que provocaban mágicamente su aroma en mi nariz, trajo a mi mente la base de la idea de este post sobre el Blusón de la esencia inaprensible. Porque de la comprensión del mecanismo de trasporte y uso de la Materia y del Espacio que estaban haciendo físicamente las partículas invisibles del bollo que me traía el olor apetitoso a la cabeza deduje lo que hacen las que nos traen toda la virtualidad que degustamos después en Interné, en la radio, en los móviles y en la televisión. Así que por un momento vi el plasma del Barranco cuajado de ondillas impalpables que iban y venían cargadas de olores a pasteles y de preimpulsos de píxeles en chorro de todo tipo de película y archivo de imagen de texto y de sonido. Por un momento sentí cómo viajaba por esos caminos en el aire con su gracia de ondita vibratoria todo ese montón de pollas gigantescas y chochos entreabiertos yendo y viniendo chorreantes de tecnología a través de nuestra atmósfera (estadísticamente son por lo visto de lo que más circula), entreveradas de yernos reales y chorizos, de muertos reventados en las guerras, de bancos de ladrones predilectos, de líderes y líderas tan vanos como excelsos y bocazas mezclados con fairys para lavar los paltos y superlimpios quita grasas y mantecas libres de colesterol y cremas antiarrugas, de cifras para la correcta especulación en bolsa de mercados, de olas de feisbuses y tuiteres con millones de millones de mensajes con rollos importantes y nimios hasta la gilipollez navegando mezclados con coches sugerentes y frascos de perfume y ensayos de todo tipo de Philosophías, sagradas, guarras, sesudas, falsas, religiosas, literarias, de culto y de masas, incluso estos testos barrancarios, programas basuras y científicos. Porque ha sido en este marasmo de corrientes de micropartículas vibrantes sin cuerpo, que luego se materializan en el monitor en materias consumibles por la comprensión que las atiende, donde me han llegado esta mañana las nuevas de que había sido pillado infraganti un tal Blusón. Apodado el del Gig. Tras el que andaban hace tiempo las grandes inteligencias de la Especie. Gracias a un sistema observatorio de sesenta kilómetros de largo, cuatro mil cerebros celadores de la observación, y seis mil milloncetes de eurillos contantes y sonantes para dar a la cosa movimiento. Joder, hay que ver la Ciencia cómo ha evolucionado, desde aquélla torre apartada en el castillo de un noble mecenas donde buscaban la piedra filosofal en monómano secreto amenazados por la hoguera de la Santa Inquisición. Observé. Ahora ostentan sin duda los más altos grados del poder. Incluso el religioso. Por eso han montado ese número para cazar al Blusón, al del Gig: la partícula de Dios. Me dije que decían, fascinado por las figuraciones de modelos que el descubrimiento sugiere incluso a alguien tan poco versado en la Ciencia como yo, mientras cambiaba de las flexiones supinas a las de prono, sin dejar de observar la de intrigas y proyectos, y las puñalás traperas, que el mundo de esa investigación habrá desarrollado al tiempo de sus teorías en la práctica. Porque un mucho de montaje mediático de fiesta de los oscares nobeles de la ciencia de la investigación tenían las declaraciones que me habían llegado a través del vibrar de las ondas que viajaban por el mismo camino que los corpúsculos del aroma a bollo que en un principio tuvo el efecto de causar lo que ahora escribo. Y no sé si de verdad le habrán hecho la foto, los científicos, al Blusón, ni si en realidad tendrá que ver la Realidad mucho con el tinglado de teorías que montan con sus fórmulas, pero de lo que no parece caber duda es de que están pero que muy contentos de tener algo que vender. Quizás demasiado, pienso, como para que, al igual que se supone encerrado por ahí el Blusón, del Gig, entre los secretos de la formación de la Materia, no esté encerrado por acá el gato del Haberqué, del Pillo, entre los caminos de la materialización de los proyectos. Seguramente la respuesta concreta a esta última intuición que se me plantea sobre el universo, en este caso de la investigación, será tan compleja y tan inexplicable, si lo quieres tan cuántica, como la de intentar desentrañar los íntimos secretos de la urdimbre de la Masa Universal. En cualquier caso, los dos son juegos fascinantes de un mismo tipo de manía investigadora. Llamada comecocos. En los que no debe importar que nunca se pueda llegar a saber con exactitud las verdades que se buscan, sino que podamos ver con claridad que los caminos de las partículas básicas de las cosas son tan divinos como infinitos, además de inextricables y caleidoscópicos, y hagamos de esa facultad de la investigación lo fascinante de nuestro juego en busca de blusones, tanto de gigs, de ags, como de ugs. Ya sea a través de andar colisionando, en circuitos de aceleración de subpartículas, toda clase de hadrones, o del rumie especular de rudimentos de ideas malabares en las espirales especulativas de la lucubración.

(Sí. Ya sé que es un chiste fácil. Y que no aporta nada a la idea que trato de centrar sino que a lo mejor hasta que todo lo contrario, pero, no puedo resistirme: ¿no estará encerrando algún guiño interesante la coincidencia sonora que hay en español entre el ladrón, ese corpúsculo primario tan fundamental en la materialización de la Cultura, y los hadrones esos que aceleran en el acelerador ese de partículas para entender cómo se materializa la esencia de la Masa? Interesante campo de análisis se abre ahí para un pensamiento matemático que trate de englobar la Física con la Filosofía, en una explicación social desde el punto de vista cosmológico. Pero esto está dedicado al Blusón, y aunque al parecer es lo que hay que partir en colisiones para sacar a este a la luz, lo del Hadrón sería, en cualquier caso, otro personaje).



Postpost con un par de colores que se han quedado en la paleta sin formar parte del cuadro:

Esa coincidencia mística que tiene el Blusón con el Espíritu Santo en cuanto a que en los dos hay que creer sin verlos realmente, el uno imponiendo su existencia con los dogmas de la fe, y el otro demostrando con la fe en las ecuaciones la obligación matemática que tiene su existencia.

También puede ser interesante considerar ahora aquí aquello que he oído decir de que en su tiempo, el gerifalte de la política inglesa encargado de soltar la pasta del Estado, cuando le enseñaron los científicos el recién descubierto arco voltaico de la inducción eléctrica, buscando obtener de él fe en sus proyectos (económica, por supuesto, los proyectos no entienden de otro tipo de crédito), dijo, Es muy bonito, sí, pero, ¿esto de la electricidad sirve de verdad para algo? Y los otros le dijeron, Usted firme que luego ya veremos para qué puede servir, pero lo más  probable es que pronto esté usted cobrando impuestos por ella.



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27 jun 2012

Rollos matutinos 70

La obra

Pues esto en principio va a ir sobre, la obra (luego ya veremos en lo que acaba yendo). Significando la obra, el hacer. Es decir, no tanto en cuanto a objeto sustantivo sino al proceso en sí de obrar. Pero al mismo tiempo también me va a interesar para lo que quiero describir, la obra en cuanto a obra obrada, es decir, como nombre del producto final de la obra. No se si me explico. Es vaporosa la significación de la palabra obra y más antepuesta del artículo determinado, la obra. Tiene una semántica…, ¿sutil? No sé, en cualquier caso profunda y muy compleja. Tiene miga. Obra. Obrar. La obra de la obra es la obra, se podría decir, y contraviniendo una de las reglas sagradas de la definición se consigue en este caso acercarse a detallar lo que intento expresar con el título de esto. La idea que quiero devanar, en cualquier caso, está ovillada en el orbe de la obra y buscando encontrar modo para expresar lo que, la obra, ha traído consigo en mi cabeza, he buscado en diccionarios y en concreto en uno etimológico del siglo XIX. Dice lo que el DRAE de ahora, pero cuenta un cuento que es aclaratorio de lo que diferencia la obra del hacer. Se trata de un tío que quiere vengarse de un loco por no importa qué y que por ello le endiña a traición un estacazo en la cabeza que le pone a cavilar. Nunca mejor dicho. O sea, que por el ceporretazo le sale un montón de sangre del coco y sufre muchísimos dolores y quebrantos pero como consecuencia de él le vuelve la cordura. Y dice el diccionario entonces que el vengador ha obrado mal, pero ha hecho un bien. Dicho esto, y sabiendo que antes también se decía, la hacienda, para referirse a la obra, acción o suceso, pues esto va a ir en principio sobre la obra en cuanto a lo que se refiere a ese tipo de hacer, y por después y al mismo tiempo pues a la obra que esa hacienda produce al obrar. Porque en realidad no sé si se pueden separar en algún caso de verdad los dos sentidos, pero desde luego no si se les quiere usar en lo que voy a tratar de hacerte imaginar ahora cuando te digo, la obra.

Un lío. Vamos a ver. La visión de la idea que trato de hacer surgir aquí, la he tenido esta tarde andando por el bosque de alcornoques y mirando a la lejanía del horizonte en el mar allá a lo lejos por encima del Tiempo y del Espacio. Me he dicho, la obra. Mira tú que cosas. La obra humana, si quieres. La obra de la Vida, quizás también. El obrar… Obrar es un sinónimo perfecto de cagar por otra parte. Antes muy finamente utilizado. Obrar mal, es también tener un estreñimiento de la hostia. Y obrar bien es ir como dios manda a cagar todos los días. Ese significado es muy importante para el conjunto de su significación. Y, ciertamente, de la misma manera la obra de arte, que es la más alta estancia significativa de la obra como palabra conceptual santificada sobre todo en estos tiempos, es ni más ni menos que un producto final de un sistema obrante, en este caso cognitivo, como la hez lo es del obrar intestinal de un sistema con funciones digestivas. Ambas obras son obras igualmente. Es más, cósmicamente hablando, la más importante de las dos sería la hez, sin duda alguna, porque es la única sustancia que puede llegar a involucrar al Universo. Seguramente. Refiriéndonos a la obra humana, la hez es la única de sus obras que el Cosmos pueda comprender. Con la cual puede llegar a sentirse implicado en sus fermentos y afecciones. Con las otras obras nuestras más bien parece que el Cosmos sólo se puede llegar a mezclar en la medida en que tengan al final, como al final todo lo tiene, también un sentido parecido al de la hez. Es decir, también el mejor libro que se piense acabará roído por algún tipo de agente que lo convertirá en abono asimilable por la química anímica que forma el pulsar del Universo. Y sólo en esos casos tendrá seguramente la Obra Cultural Humana algún significado, digamos si se quiere excelso, incluso, por qué no, en el cósmico sentido. Mientras tanto…, la Obra, por muy maestra, por muy genuina que la lleguemos a parir, cósmicamente hablando, es como un cálculo rocoso, como un metal inoxidable, como un objeto inanimado. Algo inerte y sin valencia, inapreciable para el Cosmos. Como también lo es para el sentido Humano, mientras que no encuentre a alguien al que le haga tilín al digerirlo con algún tipo de sus comecocos. Exactamente. Eso es. La más grande obra maestra de la creación que quieras ahora imaginar aquí, cuadro sublime, libro magnífico, bellísima escultura…, no es más que eso, un objeto inanimado que no es nada en realidad hasta que llega un ente lector y lo lee y dice, hostias esto es una obra maestra del arte de… Ojo que de la misma manera y con el mismo criterio y, cósmicamente hablando, con la misma base de razón, puede llegar otro ente igual de lector pero con no sé qué diferencia sensorial en el estilo y decir, vaya una mierda que es esto. Y por qué no. Y es la misma obra. Es así como es y no hay razón cósmica aplicable a ese debate hasta que no llega esa transformación de la obra en algún tipo de mierda fermentable en comida para otros reactivos y entra a alimentar la cadena alimenticia de la comprensión universal. Y entonces, sólo un Criterio Cósmico podrá decir cómo de buena o mala era la obra, en base a algún tipo de patrón que quizás tenga para medir la escala de su aprovechamiento. ¿Era por ahí por donde iba la visión esta tarde en el alcornocal? Porque mira que es difícil atraparlas y traerlas a la pantallita del monitor del programa tratatextos. A las visiones que se tienen cuando se pasea en la gloria por entre los alcornocales a más de mil metros de altura. Sí, la cosa era que he visto a las obras de todo el Arte nuestro (las maestras, las malas, las de culto, las comerciales, las filosóficas, las literarias…), cuando nadie las mira, y no eran todas sino nada. En realidad son partículas como las cuánticas, me he dicho, que cambian en cuanto que se las observa. Y sin observador son nada. Luego depende. De quién las observe. Y nunca se puede saber qué serán en ese entonces. Pero desde luego sí que no serán nunca lo mismo. Pasarán así un tiempo así siendo la mayor parte del Tiempo nada y a ratos un montón de cosas disparejas, y luego un día se perderán para siempre como parte del transcurso del obrar del Universo. Como todo. Y me recreé en detalles tragicómicos, como ver tantísima gran obra interesante por ahí perdida sin que nadie, concretamente yo, las llegue a dar vida con su vista jamás. Y también examinando la de gilis que alaban grandes obras, que nunca se han parado ni siquiera a mirar, por aleccionamiento, como loros bien educaditos por un sistema de cultura que en el fondo nada tiene que ver con lo que tendría que ver La Obra de verdad. Luego vi una comparación de todo esto con la vida personal de cada bicho viviente. No sé. ¿Se podría decir que existe una perfecta sinonimia de ser y de destino entre la obra y la vivencia? Fue algo así como comprobar que de la misma manera que las obras de arte sólo tienen importancia cuando las carga uno esa simbología, uno sólo es eso tan importante y tan grandioso y tan egocentrado que se cree que es, cuando le toca a uno serlo y mientras tanto. Después, mirado fuera de ese punto de observación exacto, la vivencia, como la obra, pierde todo su valor existencial y se convierte en algo nimio, igual de inanimado que la obra que elaborara con cálculo paciente y luminario durante su existencia, tal vez no sin sentido pero sí sin sentimiento, hasta que accidente absurdo llega a ser vista desde aquí bajo este punto de vista la vivencia, y en cualquier caso pequeñísimo sinser perdido entre tantísimos miles de millones de lo mismo, que al fin en realidad, mirado fuera del conjunto especie, tampoco es en conjunto nada. Y sin embargo, en cuanto que uno se lee, da igual si lo hace con gozo o con sombras, qué infinita maravilla lo que se presupone. Pues eso. Concluí entre los alcornoques. Eso de la obra debe de ser un giro dentro del girar de la vivencia que debe ser un giro dentro de otro girar que ya sabrá quién corresponda cuál es si existe y si lo sabe. Y en ese sentido tiene uno que obrar viviendo para hacer con su vivir, la más preciosa de todas sus obras. Para que quede también ahí flotando en el plasma sin sentido, hasta que llegue algún sensor al que le llegue durante un momento perdido, o se pierda para siempre en el latido Universal, como una parte más de la Obra Cósmica que alguien esté obrando. Eso da así como que un poco cierta sensación de vértigo ante un tipo de abismo que uno puede llegar a interpretar como una especie de vacío sideral sin fondo. El vértigo da, no obstante, si se sabe manejar, un cosquilleo que puede llegar a ser muy divertido y agradable. En cualquier caso, yo, de todas formas, cuando necesito sentirme en la certidumbre de estar contribuyendo con mi vida a algo sólido y feraz, me dejo de gilipollerías y miro siempre a lo palpable, cósmicamente hablando, y me contemplo en mi otra obra, la verdaderamente trascendente, y entonces soy feliz. Porque yo obro muy bien, y cada día voy, indefectiblemente, a comulgar con el rito de dar mi creación al váter. Y después de hacerlo siempre siento que me invade la gran paz interior de la obra bien hecha.




Postpost:
A la mitad del texto me di cuenta de que hay en realidad otras obras de la obra humana, aparte de la de los restos de la devastación que nos metemos por la boca y nos sale por el ano, que también son apreciables en un sentido universal, porque interactúan muy directamente con el devenir estructural del Cosmos. Como es todo ese género de lo radioactivo enterrado por miles de millones de años en cada vez más agujeros, y el DDT metido en el genoma de todo bicho viviente. Me molestó un poco notarlo porque me quedaba bien que sólo las cagadas biológicas formaran parte de nuestro legado artístico, para la armonía léxica que le estaba dando al texto. Pero enseguida vi que no pasaba nada, no había ruptura de la línea narrativa, porque en realidad cuadra este aspecto por completo en mi visión, ya que estas obras no salen exactamente por el ojete del tubo digestivo, pero es la misma mierda de la Cultura de la Contaminación que vertebra el arte de toda nuestra obra. Se trata sin duda pues, de nuestra mejor cagada. Y sin duda metemos en ella los más altos valores de nuestro conocimiento. Se encargue de su crítica la gravedad que rija todo lo creado. Lo que no sé es si el hacer de ese vientre da también paz interior después de la obra, al menos a sus defecadores. Espero que sí, porque estaría bueno que encima ni siquiera.

Queda también para otro testo, el considerar que, si somos nosotros la obra de un Señor, qué tipo de señor es el obrante y qué tipo de obra la que ha obrado el Señor.

Y, la obra de la foto que he puesto es de John Heijink (yo tampoco sabía quién era). Muchas veces, busco en google imágenes algo que se me ocurra ocurrente en relación a mi testo, cuando voy a colgarlo, como forma de hacer decir algo al azar, que sabe mucho. Y en este caso ha sido esto lo que me ha parecido que ni pintado. Encima se titula Bonnie and Clyde, lo que insinúa una infinidad de ricas sugerencias exquisitas al obrar de la obra, y a la imagen de la obra que quería yo obrar cuando me senté aquí, en el retrete de mi silla con ruedas giratorias del Alcampo. Enfrente del cuadrado vacío del monitor en blanco.


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11 jun 2012

Rollos matutinos 69

Ser o no ser


Vamos a ver. Está muy claro. Los que arguyen que no puede ser que los homosexuales tengan los mismos derechos que los otros lo que temen es que tal cosa pueda hacer que sus hijos se expongan al peligro de salirles maricones, a causa de ver malos ejemplos como algo natural. Pero es en ese sentimiento suyo donde se encierra el tomate putrefacto. Porque maricones y bolleras siempre los ha habido y siempre los habrá. Y su número real en cada momento no va a cambiar ni porque puedan ejercer sus derechos en la más completa igualdad, enseñada incluso en las escuelas, ni porque esté su práctica prohibida con la muerte. Lo único que cambia en uno u otro caso es el tipo de actitud frente a la vida que se establece. Y en un supuesto, a lo que se apuesta es a que, sobre todo en un terreno tan personal como la atracción sexual, ante el deseo ejerzas a tu antojo lo que te pida el cuerpo libremente en cada caso, siempre que el otro (u otros implicados) lo haga también con la misma libertad que tú. Y ante la duda de si sí o si no, pruebes alegremente. No hay más historias. Ni más dramas. Te gustará lo que te guste y serás lo que seas en cada momento y ya está. Pues anda que el problema. En el otro, en cambio, lo que se busca es que no te quede otra que ser normal como dicen que se debe para no ser un bicho raro más o menos tolerado, y que, en caso de duda, en vez de animarte a probar alegremente para ver, pruebes muy en serio cuanto antes a ver si eres capaz de montártelo en plan hetero, salvando la prueba de fuego que te ponen los que han pasado por el aro antes que tú. Y si es que, teniendo la desgracia de no tenerlo de forma natural, puedes cumplir mínimamente con el deseo de tener deseo por el sexo contrario, hagas del estándar tu estandarte y arrastres la condena de ocultar tus impulsos naturales proscribiendo el ejercicio de su atracción irresistible si acaso a la amarga soledad de tus pajeos o a los guetos de ocasiones tan irreflexivas como oscuras en las que no puedas resistirlo más y sepas que no te vas a ver sorprendido en el renuncio jamás, no sólo por tu madre, que al final, aunque sea la más tranquilizada por tu sensata apuesta es la que más de verdad lo sabe todo, sino que ni por ti mismo. (Contada así, la dura determinación de este supuesto, sin comas ni respiros, que es como se vive el infierno de esa carga que se niega a dejar de ser retrasmitida diciendo que ¡cómo va a ser que ahora pueda estar reconocido el derecho a mamarse las pollas dos varones, o a comerse el coño un par de tías, tan ricamente como algo tan normal tan sólo porque les venga en gana!).

Por supuesto que tener establecida una u otra de estas actitudes frente a un aspecto tan obseso como el sexo, cambia por completo la actitud general frente a la vida, que a mí es lo que más importante me parece de respirar la libertad de la primera, y que debe ser lo que más miedo dé, de perder la cerrazón social en la que enraízan, a los que quieren seguir en la segunda.
Por lo tanto, el que la homosexualidad esté reconocida por la ley en absoluta igualdad con los demás gustos sexuales no es sólo una prebenda para aquél que le ha tocado ser bollera o maricón en la existencia. Es algo esencial para que el marco social sea libre y saludable. Porque además de que sin libertad total en el campo del sexo no hay liberación que valga en ningún otro sentido, ¿cómo alguien que entienda de verdad la libertad puede estar seguro de qué es lo que le va a gustar mañana, o de si no va a tener un hijo, un nieto, un sobrino, un colega, un vecino, un jefe, un empleado, un párroco, un médico, un prócer, un maestro, o incluso un príncipe o un rey o un papa en su vida que le salga de pronto maricón? Tened la seguridad de que ninguno de estos casos es la primera vez que pasa, y de que desde luego será siempre menos rancio, más gozoso, más fresco y divertido, y dará más brillo y prestancia a la calidad social el que se ejerzan los cargos de esas reales circunstancias con la alegría que da el no tener que andar ocultando las realidades. En vez de empeñarse en el acto antinatura de hacer aparentar todo lo contrario, tapando lo que hay bajo hábitos de falsedad mohosa y mantos labrados de culpas tan doradas como corruptoras.
Sí, también hay en ese sector que se escandaliza de lo que sean los demás en sus asuntos, muchos a los que en realidad les importa un pijo lo que pase con sus hijos, en cuanto a esto y en cualquier otra cosa, aunque en el caso de tenerlos acostumbren a ponerlos por delante como escudo de sus limitaciones, y lo único que les molesta de verdad es que después de arrastrar toda una vida de dudas en cadena, vaya a proclamarse el derecho total a ser marica, e incluso a pregonarlo, ahora, que tienen ya cuajada la facultad de buscar la diversión en la sorpresa, y la libido perdida.
También están los que tienen el morro de decir que esas cosas no se hacen porque se lo ha dicho un dios que sólo ellos han vistos. Pero estos están incluidos dentro de los ya citados. Son su núcleo ideológico. Y es curioso que, sobre todo en cuanto a la religión que nos concierne, haya sido siempre el sacerdocio el sitio divino donde meterse a estar entre los de tu mismo sexo sin tener el problema de tener que dar explicaciones por que pase el tiempo sin que cases con el otro.
Madre mía, me acabo de dar cuenta de que muchos de ese tipo de padres que se escandalizan en el temor de que sus hijos vean la homosexualidad elevada a cosa legalmente natural, después van y los meten de monaguillos en la boca del lobo. Para que aprendan la moral que deben. Tiene tela esta humanidad inextricable en su funcionamiento.

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31 may 2012

Rollos matutinos 68

Rayos de Espe rancia
Esperanza por Dios, 
ay que pena me das, 
tan bonita pero no eres buena. 
Esperanza, Esperanza, 
sólo sabes bailar chachacha.

El otro día me metí en un quiosquillo de esos que venden prensa y hacen primitivas, a cumplir con el rito semanal de adoración a la Esperanza. Y como ahora tienen unas pantallas donde dan noticias de última hora además de animarte a que juegues a las loterías nacionales, me di de sopetón con la jeta del Ciruelo que decía, en un texto por debajo de su imagen, que había “rayos de esperanza” en lo de la economía. Y gracias a él alcancé de pronto el gozo de la risa repentina. Tiene usted razón, dijo el señor que atendía el negocio, yo cuando lo he leído me he tenido que reír también, porque vamos, brotes verdes decían los otros y ahora estos, rayos de esperanza. No tienen vergüenza, dije yo, pero no porque les importemos un carajo y se rían en nuestra cara de nosotros, que eso ya se sabe que es consustancial a sus cargos, sino porque no tienen sentido del ridículo, a mi me daría vergüenza presentarme así delante del público, tendría cuidado de no decir esas cosas tan al chiste fácil, tan de aparecer tan a las claras tan tonto de remate. A los políticos les da igual todo, dijo el señor del negocio gestionándome la papeleta, el rayo le tenía que caer a él para que viera. Estamos apañaos, concluí, y recogí el papelillo de la primitiva de una apuesta para jueves y sábados, estampa de la fe de un culto del que el Estado saca pingües beneficios. Perfecta adoración de la Esperanza, el último mal que salió de la caja de Pandora. Sin ella, la Humanidad se habría suicidado entonces después del desastre que supuso la escapada de los males, o al menos, habrían montado de inmediato una escabechina de hideputas al grito de, ¡A muerte, o ellos o nosotros!, hasta desaparecer por completo o no dejar ninguno vivo. En vez de vivir eternamente el infierno con ellos a la espera de lo que es claro que nunca va a llegar. Doblé mi papelito cabalista y lo guardé en mi cartera con la espera renovada. Tal vez esta semana sí. Y volví a comprobar el efecto barbitúrico que ese juego tiene. La falta de él debió de ser la causa principal de la caída del Imperio Soviético, ya te lo he dicho otras veces. Porque, esto es un Sistema de locos, se dice el pringao (que es un pringao pero no idiota), pero si los números quieren mañana puedo ser yo el rey y entonces… Los números, o la casualidad, o sea, el anza esa de esperar que la Fortuna te eche encima su cornucopia enterrándote de bienes te hace seguir tirando como un burro de la noria que muele el trigo de los otros para siempre. Y anda que no tendría gracia ahora que estamos al borde de la crisis total que te tocara el gordo justo el día antes del fin de la Banca. Joder. Malo es que te lleguen a quitar lo ahorrado con toda una vida de esclavismo gilipollas, pero lo otro tendría una marca así como que de maldita gracia de los dioses. En una de esas, cómo no quedarte con la sensación de que el Universo se ha reído de ti para la Eternidad. Madre mía, la Fortuna la Libertad y la Justicia son tres diosas putísimas. Y de las tres, la Fortuna es la más casquivana y la menos de fiar, porque la Libertad y la Justicia, al fin y al cabo, son siempre fáciles de comprar si tienes el dinero suficiente. Me dije.
Y seguí andando por la calle a mis asuntos, dándole vueltas al cabreo de mi inritación como entretenimiento. Hay que ver, en realidad… es en detallitos como estos donde vemos maravillosamente el pozo del fondo de las cosas. Porque entre, brotes verdes, y, rayos de esperanza, se encierra toda una tesis doctoral completa sobre politología sociológica de masas. El mundo de lo primero pretende vender cierta ecología en la propuesta, de frescor primaveral y aroma laíco de planta que rebrota, es más evolutiva al modo científico de Darwin. La segunda tiene un tufazo inequívocamente vaticano, y a colegio de curas moviendo varias generaciones de sotanas subconscientes, recuerda al rompimiento de cielos de los cuadros barrocos recargados, tiene también algo de la autoridad grandilocuente del estilo de la Biblia, es, desde luego, mucho más litúrgica en cuanto al uso del anza de Pandora que se suelta muy al finaaal, allá a lo lejos de la espera que te espera. La primera invita a pensar en el caro esfuerzo del quehacer de un jardinero titulado para salvar la planta que tienes que pagar, la segunda va directamente encaminada a encomendarte al rezo de cabeza ante una providencia tan oscura como inescrutables son los montos que te roban con la gracia del dios con el que mandan.
Y encima, pa colmo, si acaso la verde del brote un poco más pero tampoco, ninguna de las dos esperanzas estas tiene, a más de ser de to menos bonitas las muy guarras, el atractivo de aquella de Machín que a más de calentorra estaba buena y sólo sabia bailar el Chachachá.
¡Ah, dioses, si por lo menos nos estuvierais llevando al abismo de este infierno (lleno de chorizos y próceres horteras, que sólo tienen chispa para la ratería, y un público gorrino que no tiene entendimiento más que para ver telebasura y hozar en los dornajos), al ritmo de un son caribeño y sandunguero, ínclito a la folga el retoce y la guasanga, con el compás cargado de hilarantes carcajadas…! En vez de con esta murga criminal, pestilente soporífera y espesa.
Sería más llevadero esto. ¿No? Con la explosión de la risa como primera virtud ciudadana. La risa a todo trapo, frente al César, frente al mundo, frente a mí, frente a ti que me miras con cierta ironía. Venga. Payasos sobran sobre la pista de este triste circo de mediocridad. Encima son del género fatuo, ridículos como ellos solos, y nada da más risa que la ridiculez del pretencioso payaso con aires de grandeza. Más si encima son necios de baja gama como estos, altos en mezquindad y bajos de luces y talento. Aprovechemos la ocasión pues para reír. Ahora que podemos. Riamos, riamos. Hasta mearnos. Riendo, riendo.
Sin parar. Mientras podamos. Como el único aporte serio posible, cósmicamente hablando.


Agradecimiento a Celaya por lo que va en cursiva, parte de la Proclamación más completa que nunca he conocido.
La foto está pillada de positivos.com una tienda virtual para grafiteros.

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15 may 2012

Rollos matutinos 67

Más turbación


El testo de este texto aún no sé cuál será. Sé que tiene su génesis en la emoción que sentí al encontrarme por la red con la imagen de este post, que por una parte hizo brotar de sopetón con su visión en mis sentires el borbotón del gusto, y de otra me gustó enseguida como ideal para enjuagar el poso horrendo que deja tras de sí la del anterior. Me dije, joder, esto si que es una representación mágica del divino toque digital. Si tenemos que ser como gallinas que ovulan con ideas cerebrales a través de estampas de cartón, sea con juegos de colores como este.

La imagen, por si se perdiera del pasaje que ahora escribo, es un dibujo de un cómic de Manara y representa en primer plano a la horizontal y de perfil a una mujer joven y guapa tumbada bocabajo en una cama de sábanas sedosas. Tiene tocada la cabeza con toca blanca y repretada, que puede que sea tal vez de monja, o viuda, o moda de una época o varias de esas cosas a la vez, que le deja al aire sólo el óvalo de la preciosa cara. Sobre la parte trasera de la cabeza, la nuca y parte del inicio de la espalda se ve un trozo de gruesa tela oscura que resalta sobre el blanco de las sábanas, la toca y el camisón, que puede que sea, en caso de ser monja, parte de la parte superior del hábito, o capuchón del vestido en cualquier caso. Hasta hace unos instantes ha estado escribiendo en esa postura cosas en unos folios encima de las sábanas con una pluma de ave que ha dejado abandonada encima de uno de ellos. El camisón lo tiene bien arremangado por detrás hasta más arriba del centro de la espalda, que queda desnuda hasta el final de las prietas nalgas, donde la sabana arrebuja de nuevo el cuerpo celándonos la vista de las piernas para resaltar aún más la desnudez del espléndido trasero, sin duda un poquito ofrecido en pompa. Y ese trozo de rosada pintura voluptuosa forma el centro geométrico de la composición pictórica, y el imán de atracción del ojo que lo mira, el motivo central de la excitación del que lo ve, y parte del contraste que entre el color de las sábanas y el cuerpo sugiere la raja oscura por la que se ha deslizado la mano que abandonó de pronto la pluma, buscando la fuente del placer para jugar con las puntas de sus dedos al lubricio de juegos solitarios. En el lado izquierdo del dibujo, la cara muestra la contención estática del gesto concentrado en alcanzar el éxtasis, con los ojos cerrados para facilitar el arrobo de la imaginación y la boca entrecerrada con labios entreabiertos de lascivia. Del otro lado, un trozo de colcha de un rojo tan intenso como exquisito pone un contrapunto de tonalidad entre las sombras que reinan en la estancia. Entre ellas emerge al fondo rompiéndolas del todo, la trasparencia cristalina de un florero lleno de flores blancas rojas y amarillas. La luminosidad que irradia de la obra, entra por una ventana, quizás un ventanuco, que no se ve porque está detrás del mirón, fuera del cuadro, pero que queda patente por la potente luz, que después de entrar por él ilumina todo el cuerpo resaltando sobre el culo que ella ha descubierto para sentir la excitación de dejarlo al antojo del fantasma con el que se recrea, y se refleja enfrente en la pared del fondo dibujando los barrotes de una reja.
Del dibujo salen cálidos olores corporales exquisitos y ruidos apagados de gemidos placenteros envueltos en frufús.
Se trata de una obra maestra del icono de la paja. De la masturbación aquella que nos decían los curas que nos iba a dejar ciegos, aunque al parecer a ellos era la culpa de su abuso lo que les había convertido en visionarios.
Iba a aprovechar para decir no sé qué sobre ella y su defensa, pero al fin creo que es tontería buscarle al tema de la digital libídine exaltaciones vanas y tontos desarrollos doctorales. Basta con decir que no creo que haya en este mundo individuo que esté inmaculado de manuela. Con esto pasa como con lo de comerse los mocos, que no hay cosa peor vista, pero que todo el mundo sabe que saben a salado. El homínido es un primate onanista por naturaleza. Y del mismo modo que se hurga sola en el coño la moza de Manara, se restriega las meninges en soledad el mono creador. Porque también forma parte de la misma onanía la Philo Sophía.


Digo esto ahora porque ayer, mientras escribía, vino un amigo profesor a casa e interrumpí mi redacción. Hablamos sobre arte y creaciones y pensares y literaturas, y ocurrió que a él le parecían gilipollauras algunas obras que para mí eran envidiables. Yo volví a deducir enseguida de esa contraposición la visión ya vista otras veces, de que cualquier obra de arte es sólo arte en el momento en que encuentra la emoción de alguien que la interpreta así, y lo es por lo tanto al serlo para él el tiempo que eso dure. Mientras tanto, ahí sola, ante el Universo, la obra genial y genuina es como cualquier otra obra animal o vegetal, un producto de la actividad animada de cierta parte corporal, lo mismo que la hez lo es en concreto de la de las tripas. Por eso obrar y cagar tienen antigua sinonimia. Ante un gusto coprófago, una mierda, se convierte de repente en un objeto magnífico cargado de deseo. O al contrario, en una arcada de asco. Y del mismo modo pasa con la cosa artística cuando encuentra una fantasía en la que es capaz de generar estímulo. Del mismo modo también, en el sentido de filia o de rechazo. Mi amigo argumentó que no obstante había obras que eran de por sí algo en sí mismas glorioso, como todo el mundo sabía, y puso por ejemplo espontáneo al Quijote, que sin embargo, como es normal, él no había leído, sino trozos, cuando alumno. De lo cual deduje que en este campo, como en todo, lo convencional tiene un enorme poder publicitario establecido, sobre todo en la enseñanza. Y ya no dije nada interesante de verdad, sino que sólo me pareció interesante seguir con mis razonamientos en el ámbito de Onán, recomprobándome cómo, efectivamente, lo de la literatura era onanismo puro y duro. Y nunca hay en esa manía más que un ser solo. Calentándose las partes sensibles de su seso con un testo fantasma que sólo tiene el significado que él le dé en ese momento de relación con ella. Tanto en el sentido del escritor cuando lo escribe, como en el del lector cuando lo lee. En ese juego especular, ya te lo he dicho otras veces, nunca hay en el fondo nadie más que uno solo jugando a excitarse figuraciones con ciertas combinaciones de gurrapatillos que llaman caracteres. Claro que también hay actos de lectura colectiva, del mismo modo que en el sexo hay orgías, pero aún así cada receptor está tan solo como el dador en su recreo al lado de los otros. Y si bien en el Cine, por ejemplo, la industria tiene mucho de colectivo como cualquier empresa, no hay nada más onanísta que un sala de cine llena de gente mirando hipnotizados las historias que en su interior proyecta el juego de luces que ven en la pantalla. Ya te lo he dicho, es por eso que cada vez nos parece distinta la revisión de una película o un libro, por supuesto también para el propio autor. Porque aunque los resortes del soporte son siempre los mismos, el receptor que activan es siempre diferente, lo mismo que las aguas de los ríos. Y cada vez que nos miramos en esos espejos fascinantes lo que vemos es el nosotros que nunca había sido antes y que nunca más será un instante después. Y entonces, si el espejo es bueno y estamos inspirados para ello, nos corremos de miedo o de emoción, de alegría, de pena, de risa o de llantos, de gusto de haber sido capaces de enredar esa trama, o de creernos más listos por haber aprendido de alguien algo de no se sabe qué, o turbarnos más al descubrir que no sé qué que alguien dice ya lo habíamos dicho nosotros. O al revés, más turbarnos todavía al descubrir que eso que habíamos creído siempre tan de un modo, ahora, de repente, según dice no sé quién, resulta que no era más que todo lo contrario. Y nos pasa como en aquella anécdota que relata aquél libro del siglo XVIII, en la que yendo la princesa caminando en compañía de su tutor por una vereda en medio de un bosque de castaños florecidos, esta empezó a turbarse más y más turbarse con una intensa emoción producida por el espeso olor del floreaje que lo inundaba todo, y decía como embriagada, ay, este olor me recuerda a algo muy familiar pero que no logro recordar el qué, lo tengo en la punta de la lengua del recuerdo, pero no logro acordarme, es… Ay, qué rabia, decía aspirando ávida el olor, no lo logro, es… Y entonces el tutor le dijo, alteza, tenga la precaución de no decir tamaña cosa en público jamás, porque es de todo el mundo conocido que las flores del castaño huelen a jodienda.

¿Ves?, no sabía sobré qué iba a acabar tratando el testo del texto y al final me encuentro que ha acabado siendo un tratado de cognosciencia, de historia y de botánica.

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2 may 2012

Rollos matutinos 66


Curiosidades sobre imaginería religiosa (II)


Esta es otra curiosa cara de la talla religiosa imaginaria. Esta vez la foto detalla una escultura, en magnífico hiperrealismo, de unos pies ensangrentados de hombre atravesados por un clavo, uno encima de otro. Para alguien que no haya sido gravado previamente por una educación orientada a sentir como divino este tipo de gore sería sólo eso, una recreación artística de muy alto nivel del gore cuya exhibición debiera, normalmente, en una sociedad sana, provocar un repelús colectivo insoportable, y estar reservada para mayores sin reservas. Que decidieran libremente, con su uso de razón, darse a ese tipo de cosas, porque por qué no, ese tipo de tendencias ha tenido siempre no pocos adeptos a lo largo de la Historia.
La imagen en concreto es terrible. Sólo el detalle de que la punta del clavo no termina en punta hiriente sino en filete de tornillo romo rompería en un ojo virgen el efecto espeluznante de esta obra maestra del arte del padecimiento. Sin embargo, a los que nos lo han enseñado antes, sobre todo de pequeños, toda una maquinaria didáctica de un subconsciente colectivo gravado por este tipo de torturas, como algo no sólo divino sino incuestionable bajo durísimas penas purgatorias, celestes y aun civiles, sabemos al verla de inmediato que esos pies espantosos forman parte de un cuerpo aún mas tortuoso que, mediante ese paso de tuerca de la punta de tornillo de ese clavo de esos pies, se sujeta a un palo crucial del arte de una religión que además de tener un gusto morboso por esas cosas feas, tiene tremenda vocación autoritaria, y es posiblemente una de las que más muertes y sufrimiento ha causado en su nombre a lo largo de su historia, en la historia humana, allá donde las haya.

La primera cosa que salta a la vista al contraponer las imágenes del (I) y el (II) de estas curiosidades de la imaginería religiosa, es la sinrazón en las que están labradas todas las idolatrías. Más inicuas y peligrosas cuanto más en serio se tomen el objeto de su veneración. La segunda es una gran diferencia en el mensaje de sus talismanes. Es obvio. El de la una trae con ella de inmediato al anima la jocunda y hace pensar en la potencia cumbre del gozo de la vida, en la procreación, y hasta en el jacarandeo, y ante su ocurrencia uno tiende a la risa y la expansión que sana. Y el de la otra lo que trae a la cabeza es el suplicio del dolor y la muerte, que sobrecoge en el susto, la culpa y el temor, y tara la alegría hasta dejártela engurruñía, si te descuidas para siempre. Por supuesto que no puedo dejar de ver la tontería supersticiosa que lastra en el fondo la fiesta ritual de la (I) ni de comprender que, a pesar de todo lo siniestro y sucio que arrastra desde siglos en su imaginario, la superstición de la (II) también engloba en su creencia a parte de esa parte del ánimo humano que trata de buscar la explicación a lo que es inexplicable. Vana manía siempre. Más buscándola precisamente donde menos puede estar. Pero que está ahí y todos la tenemos. Y eso es precisamente lo peor. Ahí es donde reside lo chungo. Por esa puerta falsa del espíritu es por donde entra su horror para anidar. El valle de lágrimas. El cielo como premio al dolor del penitente… El castigo de abstenerse de todo goce carnal hecho castidad… El gozo como algo sospechoso. El sufrimiento como algo grato a la divinidad.
La tercera curiosidad que surge de contrastar la veneración de estas dos veneraciones son algunas coincidencias en los gestos. En general es completa en cuanto al concepto de procesión religiosa en sí, aunque con cierta diferencia de registro. Pero es exacta en cuanto a, por ejemplo, la voluntad de sus devotos de trasmitir su crédito a la propia descendencia. Es decir en ambas hay progenitores que llevan a sus hijos a besar pies o tocar puntas de nabos. Para que alcancen las gracias y aprendan a cogerle gusto al culto que a ellos les pone. Yo… iba a decir que, ya puestos, preferiría mil veces improntar a mi hijo con el toque de un tieso capullo antes que con el roce con la punta de los pies torturados de un muerto, pero la verdad es que no me parece conveniente ninguna de las dos alternativas. Yo, lo que le diría en ambos casos es, mira hijo mío que tontos podemos llegar a ser en esta vida. Para que así tratara de trascender a esas sandeces que nos son tan propias, y, aunque no pudiera quizás quitárselas del todo en modo alguno, pudiera por lo menos aprender a jugar a descubrir la inexistencia de la verdad infinita mirando por encima de las supersticiones, usando el potente magnetismo de la esfera de los mitos como usan las sondas espaciales los campos gravitatorios de los astros que encuentran a su paso, buscando el rebote del toque tangencial para escapar de su atracción echando leches, aprovechando la fuerza de su gravedad ganando perspicacia para mirar más lejos. A ver, más allá, de carambola, cosas a lo mejor más serias.
Sin embargo… Mira, justo iba a ponerme aquí en plan resoluto y doctrinario, diciéndole a esta Piara que es ya una sola Gusanera royéndose el Conejo en el que habita y que, lo más importante, justo ahora, en estos momentos de crítica apretura, es cambiar de chip antes de que nos carguemos el invento. Cerrar ciertos programas que ejecutamos desde que el Tiempo es tiempo. Darnos cuenta del peligro sin razón que tiene el hecho religioso de los grupos y de la insania que maneja los hilos de sus dogmas. Comprender que si el negocio de las armas va a acabar es porque ya no nos podemos permitir matarnos los unos a los otros. Dejar de usar nuestro discurrir por la existencia como una mercancía de mercado. Quitarnos de la consumina como de un tabaco que nos va a matar hasta al estanquero. Pensar que el único mundo que podría ser posible es otro. Otro en el que, para dejar en pocas palabras definido el sentido general que habría de tener, llegarse a plantear iglesias de más de un miembro no fuera ni siquiera concebible. A no ser que fueran bacanales. Pero de pronto me he visto aquí, con el índice levantado en plan aleccionador, sentado en está silla de oficina con ruedas giratorias del Alcampo, dictándole criterios a la pantalla de un ordenador a través de la punta de mis dedos, en plan maestro malo, y no me ha gustado la pinta pantocrata que tenía. Sobre todo por ridícula. Y porque no es mi plan sentar en este asiento ningún tipo de importancias, para no dejar nada importante que sentar. Y porque maestros de eso ya hay muchos en el paro. Y porque… para… Pero, oye, me voy a mear. Que es que me estoy meando. Y no está bien que por filosofar se mee uno, no ya fuera de tiesto, ni en los pantalones, sino en el mismo sitio desde el que se contemplan los aconteceres, que en este caso sería el culo del sillón con ruedas, este, del Alcampo. ¡Te veo luego en el siguiente post!, síiii, después de haberme lavado las manitas. ¿O era antes de, cuando se las tiene uno que lavar? Eso es lo que me pasa. Nunca consigo acordarme de las normas. Y así me va. Bueno. En cualquier caso en este caso, no vas a saber si me las lavo o no, así que si te huelen a algo raro los caracteres del siguiente texto… Aunque nunca podrás saber si es porque no me las lavé después o es que después me fui al templo de Tagata a tocar falos benditos.

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30 abr 2012

Rollos matutinos 65

Curiosidades sobre imaginería religiosa (I)

La variedad de las imágenes que mueve en procesión la fe religiosa en el mundo es muy grande. Y resulta interesante que, a menudo, la que en un lugar es sagrada en otros ofenda tabúes y viceversa. Sin embargo están todas hechas de la misma madera.
Mirad que curiosa esta, de Japón, de un rito con miles de años de antigüedad. En muchos lugares de ese país se practica este culto, el quince de marzo. Las imágenes que veneran son igual de duras en todas las localidades, pero Tagata (la de las fotos), es la que la tiene más grande y más gorda. La efigie, como cualquier otra a la que se le atribuya carácter divino, otorga gracias y mercedes a quienes la adoren, en este caso especialmente relacionadas con la fertilidad, las buenas cosechas, la suerte y la bonanza para todo el año.
En la procesión hay fervor, música, ritual, veneración, fiesta y alcohol, devotos y turistas. Como en cualquier otra de cualquier otra religión del mundo que tenga por tradición pasear sus ídolos.
En google, buscando Tagata, sale un montón de información.





Este es un texto que colgué hace tiempo en la página de un amigo, que hace ya más de un año se fue a ese sitio al que nos iremos todos. Y la foto es la de un cipote de 280 kilos y dos metros y medio, tallado en cedro japonés, sacado en andas por los monjes del templo donde se venera, que lo pasean en procesión el quince de cada marzo, desde hace más de mil quinientos años. Le puse este título no porque me resultara más chocante el que se haga un ídolo adorable de un pollón que de una virgen cualquiera, en absoluto, sino porque me pareció perfecto, para cristalizar, por contraste, la esencia común a todas las maderas de los sentimientos religiosos. Pues incluso los de las que no son idólatras de entrada tienen siempre algún objeto venerable por ahí con los mismos atributos. Un libro. Unas zapatillas del maestro. Un sitio. Un cacho piedra. Un mantra… Y en ese sentido, por supuesto, el vergajo de Tagata tiene todo el derecho a estar reconocido como uno más en el Olimpo anímico que habita junto con todas las otras deidades en igualdad de pleno derecho.

Ocurrió entonces que la página de mi amigo era del ámbito local de un pueblo pequeño y entonces surgió un devoto del santo patrón de la localidad que no sólo no pudo soportar el enfrentar lo cierto de que su santo Santo (llamémoslo así para que pueda ser cualquiera de cualquier religión mundana de cualquier pueblo mundial) fuera otra manifestación más de la variada imaginería religiosa, sino que se escandalizó atribuyéndome a mí la culpa blasfema de que también hubiera, en esa quimera humana, pollas. Y entonces escribió escandalizado acusándome de haber sido yo el que había metido esos dos palos santos dentro de la misma policromía, cometiendo una flagrante falta al respeto que, naturalmente, todo el mundo estaba obligado a guardar al tótem suyo. Te pongo lo que dijo:

Amigo Barrancario, me parece de muy mal gusto el comentario que haces de las Religiones. No sé si tú tienes alguna, pero me parece un insulto comparar las procesiones que podemos hacer aquí, como en Semana Santa, o en cualquier pueblo con sus patronos, por ejemplo en el nuestro con SAN SANTO (en mayúsculas en el original). Así que parece mentira que hagas esos comentarios tan vanales (sic). ... Los que quieran información de penes y culos que se vayan a las páginas múltiples de internet. Si yo fuera el administrador de esta página no hubiera publicado dicho comentario.


Su indignado sobresalto, al ver un cipote en religiosa procesión, vino a mostrar del todo el gusanito que yo había tratado indicar cuando colgué aquel texto para hurgar en su escondite. Llamando, el solito, la atención sobre la consistencia irracional de esas ilusiones, muy a menudo, y por razón de ser, excluyentes hasta el fanatismo, encima. La contraposición que hizo entre dos idolatrías abría aspectos brillantes acerca de la iconomanía en general, y sobre todo de la suya propia. Te pongo lo que le contesté para que me entiendas:

Amigo Fulanito (dejémoslo así para que entren todos los que además de adorar un ídolo crean que sólo la madera del suyo merece la consideración de ser habitada por los dioses), si piensas que el acto de fe de estos japoneses (quizás presintoísta) es cosa de penes y de culos es que no entiendes nada de religiones. Si ves en mi comentario alguna falta de respeto a algún tipo de cosa es que deliras de subjetividad, vuélvelo a leer. Y si no entiendes que el asunto religioso es variadísimo en sus manifestaciones es que entiendes poco sobre la vida misma. Piensa, eso si, que si a ti te parece una falta de respeto a tus santos el icono de esos ritos japoneses, más antiguos que el propio cristianismo, y en principio, aunque como todos criticables, tan sagrados y con tanto derecho a ser seguidos como cualquier otro, a ellos puede que también les toque algún tabú la imagen de un montón de feligreses, detrás de un hombre desnudo y clavado vivo, por las extremidades, en un par de maderos. Que visto sin estar marcado con el prejuicio de la educación es lo más natural que esa visión produzca. Y Entonces podrías ser tú el que les faltara el respeto religioso a ellos, que podrían decir del mismo modo, ¡qué insulto comparar ese tétrico pendiente con la alegría de la erección de nuestra santa polla! Que quieres que te diga. Mi comentario no es ningún ataque a nada, es sencillamente observar las cosas que ocurren y tratar de ver el hecho religioso en toda su profundidad. Yo no tengo ninguna religión, desde luego. Pero eso no me quita el derecho a opinar sobre ese asunto humano. Y el respeto que creo que debo tenerles es de un tipo tal que debe ser para todas sin que pueda ir a favor de una por otra, y sólo debe ser escrupuloso con no faltar a la verdad imparcial de lo que vea.


Con esto dije todo lo que quería decir entonces sobre la curiosidad imaginaria de las religiones. Pero ahora, a vueltas de pronto otra vez con las religiones imaginarias en la imaginación, rebotado por lo cansina que es la vaticana que me toca soportar, que no para de meternos, erre que erre, a todos en su infierno por cojones, que me tienen hasta la mismísima santa de Tagata, me han entrado ganas de decir más sobre lo que imaginan sus imágenes, y por eso este post se titula además con un (I). Porque ahora mismo me pongo a escribir un (II) de las Curiosidades sobre imaginería religiosa. En este caso, más centradas sobre, la nuestra.
Si quieres ver más fotos de Tagata, pincha aquí

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23 abr 2012

Rollos matutinos 64

Símil gallinero 

Hay un tío que se llama Bruce LaBruce que ha hecho una exposición de fotos en una galería de Madrid en las que hace posar a gente famosa en posturas clásicas de la iconografía católica barroca. Por ejemplo Alaska y su marido, con el torso desnudo lleno de pelambre y tatuajes, así como que mamándole una teta, en una composición que recuerda a la Piedad de Miguel Ángel. U otro famoso de la tele, sentado en una silla, vestido de cura con romántica sotana remangada enseñando unas patas peludas y un par de zapatos de tacón de putón rojos rojos rojos. Ese tipo de juego pensado para provocar. La que más me ha gustado, de las que he podido ver, es una en la que lo que se juega a mancillar es cierta idea santa de la luz. El claroscuro pictórico de los cuadros santos. Sí, ese tipo de luz sombría, o de tiniebla luminosa, que tienen muchos de esos cuadros barrocos de las iglesias, que ya de por sí debieron ser oscuros en el momento de colgarlos, pero que luego se han oscurecido más con la pátina de mierda del humo de los altares y el ambiente enrarecido de los templos, y hasta los claros que tuvieran al principio son hace ya tiempo espacios umbrosos poblados de sombras inquietantes apenas perceptibles. En esa foto, es verdad que lo único que vemos es el rostro de una mujer que adivinamos de pie, con pañuelo negro que tiene un borde blanco alrededor de la cabeza enmarcando un rostro doloroso, y que sujeta por las muñecas un cuerpo que pende a media altura hacia delante con los brazos hacia atrás por donde es sujetado, así un poco con esas formas de pender con que pintan el cuerpo del crucificado en los descendimientos. Pero de él casi no vemos más que un brazo y algo del vientre y una cabeza de la que ni la cara se llega más que adivinar, quizás porque una melena espesa lo tapa con el mismo color que la negrura general del cuadro, o viceversa. Lo otro es más que un claroscuro un negro total. Tétrica tiniebla. Exactamente esa tiniebla ambiental que tienen esos cuadros que a fuerza de verlos en las capillas de los templos ha marcado impronta en el subconsciente colectivo significando una especie de sanctasantórum tenebroso donde habitaría la divinidad del cielo o el infierno. Y eso es lo que se juega a mancillar en la fotografía expuesta en la denodada exposición del tal Labruce. Un recurso pictórico. Una estética artística que un grupo de sus frikis ha elevado al nivel de dogma religioso inquebrantable, cuyo trastoque produce irritación. Genial.
Lo curioso es que ese grupo de enardecidos creyentes en no sé qué cosa se puso tan borde a la puerta de la galería, llegando a tirar un cóctel molotov que algún dios bueno en sus cabales no quiso que estallara, que los políticos meapilas que tenemos, tan unidos a estas hordas fundamentalistas en su católica patriochez, cerraron la exposición antes de tiempo. Bueno va.
Y lo que yo quiero apuntar aquí ahora a este respecto es que estos exaltados que dicen ser tan píos, me hacen pensar en su piar a las gallinas. No por el chiste fácil del pío y el piar, sino por un paralelismo de acción subliminal que tienen en común con algo que una vez he oído de esas aves. Dicen que las gallinas, habrá animal más tonto, ponen más si se les hace pasar en las granjas por delante de las jaulas, la silueta de un gallo recortada en un cartón para que ovulen y por lo tanto pongan. No sé si será verdad, yo no lo he comprobado. Pero en cualquier caso, algo así es lo que les pasa a estos exaltados, que basta con ponerles delante la silueta un poco trastocada de una de sus imágenes simbólicas (que un día fueron también inventadas por un creador, por cierto casi siempre impío y muy frecuentemente maricón, y que les hacen concebir al verlas grandísimos éxtasis de mística ovalada al confundir la vanidad del dios hecha dibujo con la mismísima personalidad del dios, que para ellos estaría en los cielos representando eternamente esas pictóricas poses en plan dogma eterno incuestionable, rodeado de angelitos reviejos regordetes, revoloteando con sus colitas infantiles en pelete), para que se pongan malos de ira al pensar que están jugando con algo tan grande, tan complejo y tan fecundo como es la propia Idea Divina. Que, además de ser una cosa que sería de todos, es, por seguir con el ejemplo, el verdadero Gallo. Que en absoluto está ahí. Porque nada tiene que ver con el recorte de cartón que les hacen pasar por delante a las gallinas. Ni con el monigote que forma un juego de colores puestos en un papel, que les inrita a ellos, al fin el mismo trampantojo del de los originales santos que quieren remedar, muchos, por cierto, creados ya en su tiempo con clara intención porno, para satisfacer la tremenda demanda que había, lógicamente, por ese urgente asunto en los conventos. Ya que entonces no existían, ni las conexiones a interné, ni la fotografía. Pero sí el gusto eterno por las pajas, mentales o venéreas, que los humanos somos capaces, como las gallinas, de hacernos a partir de un puto garrapato que sugiera algo sólo existente en el cerebro de nuestra torpe vista. Y aquí descubro de repente que este símil gallinero no sólo es propio para cuatro colgados religiosos, es extensivo a todo el corral de la cultura humana, porque en realidad ese es el mecanismo que inflama todas las banderas, y en el fondo, a lo mejor no es otra cosa toda la Abstracción, orgullo emblema de nuestra inteligencia porque con ella decimos descubrir matemáticamente el Universo. Y con la cual deberíamos tal vez plantearnos sin embargo si no nos estará velando cosas más sustanciales de la Realidad, que otros animales, en los que no se observa, observen libres de su engaño, y a los que estemos considerando, sin embargo, precisamente por carecer de esa gallinácea facultad tan nuestra, más tontos que nosotros.

De pronto me hace un guiño de razón la forma tan perfecta de encajar que tendría aquí sacar punta a todo aquello del bípedo implume y del pobre gallinazo desplumado. Tan del clásico saber del filo de la sophia.

Sea como sea me da igual, porque yo, este vicio que tengo de darme al onanismo de eyacular ideas puñeteras, lo ejerzo sólo por el puro gusto del placer, te lo vuelvo a decir por si tú no lo sabes todavía, libre de culpas utilidades y destinos, consciente por completo de que tal cosa lo más posible es que, al cabo, no tenga mayor provecho ni se asiente en ninguna base estelar seria. Pero no porque yo sea un pensador fatal, sino porque sea así, cósmicamente hablando, en cualquier caso, siempre, y sin remedio.


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