29 jun 2016

Rollos matutinos 99

Batacasso
Cuelgo aquí como resumen de todo lo que pienso del resultado electoral lo que les mandé a mis colegas el lunes 27, la mayoría de ellos muy podemófilos:

Solos no se pudo conseguir del todo. Unidos, efectivamente, se ha podido. Rajoy es ya un hecho incontestable desde ningún tipo de razón. Los dioses sabrán por cuanto tiempo más. Todo un logro conseguido no sin duro esfuerzo. Estaba cantado, desde la acampada de la memez en el 15-M. Os lo cuento para que os hagáis ideas de mi calvario, yo que lo tengo claro desde aquel mismo instante fundacional. Lo sabéis, porque no he parado de avisarlo.
Ahora ya no hay remedio. Yo por mi parte, hacía ya más de dos meses que no miro ningún telediario y paso sólo por encima de los titulares periodísticos y sólo busco aquellos comentarios que hablen de la aburrida retórica política por encima de la aburrida retórica política, que nunca puede ser, por definición, más que una retórica aburrida, por mucho que se haga en plan griterío como en los chous basura de ahora. Claro que me va a quedar el terrible empacho de tener que aguantar el empalago horrendo de un Rajoy reconstituido después de haber estado casi muerto. Por supuesto también, que todas esas mangonerías de gobierno que arrastra con él, incluido lo del ministro del interior, que creo que es lo peor de todas esas prácticas, han quedado bastante solucionadas, también para un futuro próximo y hasta que lejano. Como muestra de lo que nos ha caído encima, valga la foto, de El País Digital, que en eso de las fotos no tiene competencia. (Lo más grotesco de la escena, incluido lo del incalificable beso, es la Santamaría en sí).
Como siempre he dicho siempre que os he mandado avisos telegráficos como este del pasmo que veo venir, os quiero acabar con un, ojalá que me equivoque. Ojalá que sea por completo mi equivocación. Ojalá oh dioses, me evitéis por lo menos el tener que tragarme la papila pegajosa de un Rajoy vanidoso y requetepuesto.
Pero visto lo visto...

Cuentan que debajo del balcón del beso el personal pepero gritaba enardecido: ¡Sí se puede, sí se puede, sí se puede! Lo que recrea la imagen perfecta de la situación.

Post scriptum:
Tengo que alegar que, encima, febrilmente consciente de a lo que nos iba a llevar lo de repetir las elecciones, me tocó ser presidente de la mesa electoral. Batalla que me sorprendió en una situación personal bastante terrible y que casi acaba conmigo ayer. Así que, si ya de por sí era grande el repulús visceral, rayano ya no sólo en lo absolutamente subjetivo sino que en lo enfermizo, que me causa el personaje del Iglesias, figuraos lo que llegó a ser mi fobia en las circunstancias que os describo. Quince horas y medias duró el terrible proceso de mi deber ciudadano. Por suerte, al final, con todos sus detalles de congoja (algunos, cómicamente perduran hasta ahora), hasta puedo decir que la experiencia tuvo su punto. Todo sea por mirar el lado positivo de las cosas. O el gracioso, o el yo que sé cuál. Ése que más nos vale aprender a buscar de aquí en adelante.

Un abrazo.

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Personajes 15

La memez
Algo sobre lo que me ha inducido mientras desayunaba la niñez de El Bosque Habitado. No es nuevo. El rechazo que me causa la puericia de ese programa de radio. Desde las primeras veces que lo oí pensé, pues mejor que se pierdan todos los bosques del planeta por todas las causas execrables que pueda producir la parte más retrógrada de la Humanidad que tener que escuchar una sola vez esta memez para intentar remediarlo. Pero hoy ha sido especial. Lo que me ha sugerido el tono empalagoso de esas voces melifluas y ñoñas, que en vez de estar hablando de problemas medioambientales serios parece que están acunando a niños tontos con cuentos de hadas en los que a pesar de haber madrastras malas todo es un mundo donde acaba radiando la energía positiva del amor más infantil, que en definitiva es lo que forma el Ser de una supuesta Naturaleza que ellos parecen ver y que de ser, sería no solo insoportable sino que letal para la vida misma. De pronto, mientras me comía la tostada con la mantequilla que le han quitado a las vacas esclavas de lecheras industriales y la miel que tenían en sus panales las abejas que la habían almacenado para el consumo de su comunidad, he dejado de oír exactamente la tontuna en concreto de la que la locutora estaba hablando por teléfono con otro menda que también debe vivir de la teta administrativa de la conservación de la naturaleza, y me he puesto a oírla en otra cantinela que podría ser también el objeto de otra conversación similar en el mismo programa cualquier otro día en que la cosa versara sobre la explotación sostenible y razonable de la ganadería frente a la barbaridad industrial que vivimos ahora en ese campo. Quizás haya sido porque enfrente de mí tenía la paletilla de un guarro pata negra que antes de verse con su pata disecada ahí encima de la balda de mi cocina fue feliz comiendo bellotas libremente en una dehesa de por ahí de alguna parte de la serranía cacereña. Y mientras la oía, a la locutora, en ese supuesto programa que sería muy plausible en la onda de su estilo, explayándose sobre la posibilidad tan amorosa que supondría que dejara de haber explotaciones terribles de crías de cerdo como esas que existen por millones a lo largo del planeta en las que los pobres guarros no salen jamás de los jamases de sus jaulas pestilentes y pequeñas y donde, las guarras de crías paren en estrechísimos lugares donde ni siquiera se pueden rebullir ni levantar para que sus tetas queden expuestas todo el tiempo obligatoriamente a las crías, que tampoco van a ver nunca la luz del sol ni a sentir el roce del viento ni la caricia de la lluvia en toda su vida como ella, y que ese tipo de relación con esos animales pasara a ser, pues eso, amorosa, como tendría que ser todo en esta vida, como sería todo si no fuera porque el Hombre ha pervertido esa amorosidad, que fluye siempre naturalmente de la Naturaleza, por razones de avaricia inducida, en absoluto por razones que estén relacionadas con la esencia profunda de los hombres como especie, sino por razones económicas mezquinas de las que sólo son culpables un grupo de malos que es a los que tenemos que hacer ver entre todos los buenos, lo malos que son para que dejen de serlo y así se vengan con nosotros a vivir la bondad de la inocencia del paraíso terrenal en el que nunca deberíamos haber dejado de vivir todos los seres. Y yo he seguido, mientras seguía comiéndome con fruición esa tostada con esa miel y mantequilla que le han quitado ese ejercito de proletarios mal pagados de varios oficios a esos animales explotados por ellos para mí, imaginándome ese cuento del guarro feliz que, en concreto, sí es el del guarro que ha dado su pata delantera para que se la embalsamen para mi consumo. Y he visto, desde un punto de vista globalmente cósmico, la verdadera cualidad de la felicidad de la guarra madre, que le da la teta a sus guarrillos contenta de criarlos para que vivan felices su vida en la feliz naturaleza que gira con el planeta en el Sistema Solar alrededor de no sé cuantos puntos galácticos y universales para que, llegados a una edad, no demasiado talluda para que no lleguen a dar jamones correosos, les llegue la hora del sacrificio de dar sus tiernas carnes a una especie superior que, a lo mejor, resulta que tiene especial enchufe con el Creador del Sistema, o en cualquier caso, conforma no sé qué clase de clase superior en una escala del Conocimiento de graduación imparcial dudosa. Y os juro que no le he visto al cuento ninguna gracia dulce, ni graciosa, como para que se pueda hablar de ello así, con esa memez insoportable. Y siempre me ha parecido que ese tono insulso en lo dulzón, en esa forma de apreciar la que en definitiva es la esencia de la escala de poder en la posición evolutiva, no sólo me parece insoportable, sino que me parece una pecaminosa falta de respeto. No sólo con todo lo que mantienen con su necesario dolor nuestra existencia, sino con lo que de verdad supone la cadena funcional de la Naturaleza.
Pero además, descubro en mis lucubraciones que, en el caso concreto del guarro propietario de la pata que ha pasado a ser mi jamón, esa supuesta escena feliz de la madre no podría ser tampoco ni temporalmente cierta porque parece que entre los cerdos pata negra, las madres que tienen pedigrí son todavía más explotadas si cabe que las otras. Obligándolas a parir hasta el horror más terrible que se pueda imaginar. Lo vi el otro día en uno de esos reportajes. Luego no podría ser tampoco cierta esa escena bucólica guarril de dar teta amorosa en el caso del cerdo de la pata de mi jamón. Y vuelvo a imaginar ese programa imaginario en que se hablara de esa supuesta diferencia entre la cría animal industrial industrial y otra con uso de la dehesa en parte del tiempo de las vidas de los cerdos, y oigo la voz de la mema locutora diciendo, bueno, pero por lo menos no es tan terrible como lo de las granjas, ¿verdad?... Y yo me veo ahí preguntándole hasta qué punto de permisividad del horror ella estaría dispuesta a tolerar si fuera el Cesar de toda esta movida, o el guarro de la pata.
Porque la Memez, con frecuencia, además de mema es hipócrita hasta no poder serlo más.
Señora del bosque habitado, claro que lo que estamos haciendo con el medio en que vivimos es una locura irresponsable, pero, ya es usted mayorcita, casi seguro que desde hace ya demasiado tiempo. Y tiene que saber que el Bosque, como hábitat, o la Selva, si quieres ir a un bosque aún más de verdad, es un lugar siniestro como la propia vida, en el cual, para que ésta se mantenga, hace falta que no paren de ocurrir entrelazados y a todas las escalas los peores horrores y los mejores goces que se pueda imaginar. Pero que a mí, sin embargo, pese a verlo tal cual es, me encanta.
Creo que si acaso, en la tremenda matanchina que supone el Bosque, sólo se podría librar de culpabilidad a los saprofitos.

Y cuando te oigo eso de “¡Arriba las ramas” como forma de saludo que mete a los árboles como si fueran gilipollas, no puedo dejar de pensar que por culpa de la Memez te estás perdiendo vivir la impresionante realidad del Bosque y, casi seguro, la de la propia Vida.
Y puede que no seas tan mema como pareces, y todo sea sólo una cuestión de timbre de un tono. Pero entonces te tengo que decir que hay tonos que no le hacen ningún bien a según qué ciertos temas.

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Rollos matutinos 98

Captura de un instante
Un momento de felicidad que disfruto con consciencia plena: Es de noche y estamos preparando la cena. ¡Voy a hacer un Wok de verduras con carne picada! En el equipo suena una selección de música que Domingo tiene en un pendrive. En concreto en este momento en que capto en la consciencia la felicidad de ese momento, es una canción de Amy Winehouse. Y mientras pico la verdura para saltearla, disfrutando en ir pensando en cómo y de qué manera voy haciendo para que me salga lo rico que me va a salir, me asalta la clarividencia de estar viviendo una felicidad total. Total. No cabe duda. Incontestable. Ni siquiera tengo que pensarla, para sentir ese gozo tan intenso como básico que el paso de mi tiempo por ella me procura. Sólo dejarme ir viviéndola en esa perfecta armonía que todo lo llena. No necesito nada. Y nada me sobra. Y tengo la seguridad de que el sólo momento ese que está trascurriendo, dure lo que dure, tiene todo lo que hace falta para hacer suficiente el significado de toda una vida. Y centrarme en el consumo del trascurso del tiempo en el que se va perdiendo el instante tranquilamente para siempre sin parar es lo que aumenta el gozo del disfrute de esa felicidad. Me veo de todas formas y en todas las posiciones. Desde completamente dentro de mí cuerpo y del momento que se fuga mansamente, a algo parado fuera de todo por completo como si fuera algún tipo de soporte en el que recoger grabado lo que se está yendo hacia el pasado sin cesar de acontecer. Lola duerme sobre su manta en el suelo de la entrada de la casa. Domingo está mejor ya de su gripe sentado a mi lado en la cocina mirando como preparo las verduras, seguro de que el día peor ya ha pasado y con ganas de comerse lo que se prepara. La Luna está llena a un cuarto de su paso por el cielo y Júpiter, en todo lo alto, relumbra tanto junto con tres o cuatro estrellas que ni la claridad de su luz puede apagar su brillo. Sietemilmillones de humanitos viajan conmigo en el mismo Globo cada uno caramboleando con su bola en este viaje siderotemporal. Y todos juntos no somos más que una partícula atómica de algo de lo que no tenemos ni puta idea de lo que puede ser, pero que los que se comen matemáticamente el coco dicen que se expande a una velocidad vertiginosa.
Sin embargo, el ritmo del transcurso de paso del tiempo de mi momento feliz preparando el wok de verduras era tan placentero que parecía cualquier cosa menos estar inmerso en un proceso material vertiginoso. Y sin embargo, cósmicamente hablando, debe de ser así, qué duda cabe. Acabo de volver a subir a la terraza y ahora ya, la Luna está en su cenit, Júpiter sigue brillando igual pero ahora a un cuarto de su ocaso y, el que llega rojizo a la mitad de su zénit es Marte. Todo lo cual viene a decirme que es justo la confluencia astral precisa para que me vaya a la cama.

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18 jun 2016

Rollos matutinos 97

 Abstracción
Dicen hoy en una de esas noticias sobre curiosidades de la ciencia o de la vida, de la que tanto creemos conocer, que en algunas granjas de gallinas hacen pasar cada día por delante de sus jaulas una plantilla con la figura recortada de un gallo de perfil con una buena cresta. Para inducirles la producción de huevos. Le cuento a un amigo mientras paseamos a nuestros respectivos perros por el campo. Es que la gallina es uno de los animales más tontos que existe, me contesta mi amigo, seguro de la veracidad de algo tan conocido por todo el mundo como es la total simpleza que las caracteriza. Y entonces, madre mía, pienso y veo con tanta claridad que soy hasta incapaz de compartirlo con mi amigo, qué es lo que somos nosotros los humanos, con nuestra prepotente sabiduriísima, que creemos hecha a semejanza de los dioses, enganchados masivamente a esos juegos de sombra que son la pornografía a la que tantos, alrededor de todo el planeta, a toda hora y en cada momento, están enganchaditos mirando sus pantallas. Después medito un poco más en el silencio que la profundidad de esta visión comparativa me ha abierto por un instante en mi pasar por el Espacio-Tiempo, y voy viendo claramente cómo no solo son pornógrafas, las crestas de los gallos que reconfortan o exasperan al género Humano. A ese mismo tipo de impulso pertenecen las banderas, las estampas religiosas, las fotos de los líderes, y en general todo el gusto cultural por cualquier tipo de imágenes. Ese juego de colores impresos que es la base y el soporte primordial de todas las actividades de nuestras culturas, incluida la mahometana, que tanta rabia las tiene que las prohíbe tajantemente desde el principio fundamental de sus más rígidos preceptos, sin que hayan conseguido dejar de pirrarse por ellas. ¡Somos en verdad gallináceos implumes de uña plana! Y en nuestro caso no sólo libinideamos cosa mala bajo el efecto de ciertos estereotipos de cartón que nos pasen por delante, sino que por algunos de esos símbolos somos capaces de ponernos a matar. Por un momento siento una vergüenza cósmica terrible que sólo se me aplaca cuando pienso que tal vez no haya en todo el Universo ningún tipo de sensor consciente capaz de valorar este tipo de cosas, y entonces da lo mismo. Luego, ahora mientras escribo, me digo que en realidad ese mismo mecanismo intelectual que origina la ovulación de la gallina ante la sombra de una cresta recortada, es el que forma toda nuestra lucubrería. Y esto que hago ahora de darle aquí a la tecla no es más que intentar excitar algún tipo de sitio de mi coco con una especie de cresta de gallo que yo mismo me bordo con un montón de signos, esta vez todos en blanco y negro y uno detrás de otro. Y entonces comprendo que, para que mejor cuadren las cosas del intento de saber, lo que habría que decir es que en realidad esa ovulación que experimenta la gallina ante cierta figura geométrica es, lejos de una muestra de idiocia animal, toda una abstracción fruto de eso que convenimos en llamar inteligencia.
Entre otras cosas, porque esa es la única manera de quedarnos fuera del ridículo de estar en el grupo de los tontos.

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Rollos matutinos 96

Escena vital
Estoy escribiendo en el ordenador enfrente del balcón y en el jazmín juguetean dos estorninos que están de ligoteo. Me levanto y hago clac clac en el cristal al lado de uno de ellos porque pienso que son muy grandes y pueden acabar rompiendo algunos de los brotes tiernos que le están saliendo ahora. Se van. Pero vuelven. Me vuelvo a levantar y vuelvo a echarles de la misma manera. Pero veo que uno de ellos se queda en la casa de enfrente emitiendo unos graznidos terribles y haciendo unas alharacas que me intrigan. Abro el balcón porque pienso que así tomarán conciencia de que el jazmín no es un lugar tan tranquilo como parece y dejarán de venir a retozar en él, y entonces veo abajo al otro agonizando en la boca de una de las gatas y comprendo el chillerío del compadre, que se está quedando viudo. Es ese momento de la tarde en el que la noche ya se acerca y que de un momento a otro el ruidoso jolgoroteo de los pájaros se calla de repente cuando aún queda luz pero ya le queda nada a la tarde para empezar a ser noche. Y esta vez me parece que ese silencio repentino cotidiano de ese instante tiene algo así como de duelo. Y, de todas formas, me digo que he sido testigo directo de una escena sencilla que muestra lo más terrible de la vida, como casi siempre, doloroso para unos y un verdadero regocijo para otros. Es conveniente tener claro, si se quiere apreciar de verdad en lo que consiste la existencia, que este tipo de cosas no para de pasar continuamente, y en todo lugar, y en todo momento, a todas horas. Porque en realidad, no es que este tipo de momentos sea frecuente en la Vida, es que la Vida no puede existir si no es a base de eso.

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12 jun 2016

Rollos matutinos 95

Lo realmente importante

Estamos en la campaña electoral del 26-J. Entrevista televisiva del periodista puntero del momento a Iglesias y Rivera, líderes de los dos partidos emergentes que vienen a acabar con todo lo viejo pero cada uno contrario por completo al otro en su manera. Así que por lo tanto, tremenda audiencia asegurada porque la cosa tiene el morbo de que los dos nuevos políticos quieren vender su imagen de que el sí que pero el otro para nada. Y se van a dar caña. Y entonces, a la mitad del rollo, justo en el momento de más crescendo en el debate, llega el momento del minuto de publicidad vip que lo abre una anuncio del I-Phone, que trata de una niña que ha hecho con el último modelo un vídeo en primer plano del cuchillo de mamá cortando a rodajas sobre la tabla de cocina una cebolla de las rojas. Racarracarracarraca, caen magistralmente tomadas en todo su color abatidas por la hoja del cuchillo en la pantalla del dispositivo. Se asombra el padre, ¡Pero, ¿has hecho esto tú sola?!, la familia, los amigos… y en cada grupo de asombro se mete por instantes el racarracarracarraca del color que cae hecho rodajas en la pantallita del aparatito hasta que va entrando en certámenes, al principio de la Red, luego otros cada vez más importantes y racarracarracarraca en poco más de veinte segundos llega a ganar un premio que hace recordar la entrega de los Oscar. Y el premio es para... ¡Cebollas, de la niña...!, aplausos aplausos aplausos mientras aparecen por ahí esta vez en una pantallaca gigantesca detrás de la niña las imágenes de las coloridas rodajas de cebollas. Y ese es el momento en el que aparece en pantalla, silenciosa y sugerente, con estilo, la elegante marca del instrumento con el que se ha obrado el prodigio. El anuncio es de una calidad que asusta. En todo. En imagen, en montaje, en idea, en que se va viendo según lo ves el chorro de adolescentes y menos adolescentes que van cayendo por millares en el profundo pozo de la necesidad imperiosa de tener ese dispositivo con el que ellos que son tan listos que sólo necesitan eso para triunfar en el mundo del arte visual que se les antojara podrían, por fin, llegar a ser estrellas hasta de la cinematografía. Y yo me quedo en ese punto ahí viendo la ventana tan brutal que me está abriendo el anuncio al quid estructural de la realidad de la sociedad de ahora. La íntima conexión inseparable entre cualquier tipo de praxis social, cultural o socio política y el mundo del consumo y la ganancia. Y como esa conexión, que está ocurriendo, sin duda en la zona de lo primordial, define en el fondo de los fondos la cualidad del debate político, chísmoso o cultural, de la sociedad presente, en el que está inserto el anuncio como brillante en su montura. Porque, no cabe duda de que sin la necesidad de aumentar las venta de los productos de consumo no habría ese tipo de debate. Pero, sin ese tipo de debate, ¿seguiría habiendo ese tipo de consumo?
Y entonces me di cuenta de que había pillado la cola de lo verdaderamente formal del reportaje que había montado el Évole. Y que lo otro, la aburrida opereta de guiñoles que estaban enarbolando, aguerridos, uno enfrente de otro, un par de jóvenes memidiotas sobre no sé que tropel de cosas de siempre, medio envueltas en soflamas del cambio y de lo nuevo, durante hacía ya casi una hora, no era más que la escena necesaria donde representar lo que en verdad importa.
Y, mientras los candidatos seguían en su empeño de hacernos ver lo que les importaba arreglar el mundo, el anuncio, por supuesto, nada más ser lanzado desde su plataforma ya se había hecho viral.
El que compartía los otros treinta segundos vips era de un coche.

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1 jun 2016

Rollos matutinos 94

La circundivinación
Todo es mortal. Incluido el Universo. Así que también Dios. Aunque Dios pudiera ser que habite, si es que existe, en un universo distinto al de nosotros, donde tal vez no sea ni dios, sino un algo todavía más mierda que yo en este. A pesar de que pudiera ciertamente ser que fuera incluso nuestro creador y de que comparados nuestros tiempos de existencias, el suyo resultara venir siendo toda una completa eternidad. Hasta podría ser que tuviera allí ese pobre diablo, bajo nuestro punto de vista aquí tan infinitamente poderoso, tremendos comecocos sobre un Dios al que, según le cuentan sus rancios sacerdotes, tendría que temer como una insignificante creación suya que sería. Y también podría ser que fuera, según las leyes físicas que vienen a decir que todo es curvo, que Él también sepa que en su universo muere todo dios pero que tenga sus dudas de que su Dios pueda vivir en otro Universo diferente al suyo, y que, al igual que yo, no sea para nada consciente de que puede haber un mundo del que Él, resulta que de todas a todas es el Dios omnipotente.

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