30 abr 2012

Rollos matutinos 65

Curiosidades sobre imaginería religiosa (I)

La variedad de las imágenes que mueve en procesión la fe religiosa en el mundo es muy grande. Y resulta interesante que, a menudo, la que en un lugar es sagrada en otros ofenda tabúes y viceversa. Sin embargo están todas hechas de la misma madera.
Mirad que curiosa esta, de Japón, de un rito con miles de años de antigüedad. En muchos lugares de ese país se practica este culto, el quince de marzo. Las imágenes que veneran son igual de duras en todas las localidades, pero Tagata (la de las fotos), es la que la tiene más grande y más gorda. La efigie, como cualquier otra a la que se le atribuya carácter divino, otorga gracias y mercedes a quienes la adoren, en este caso especialmente relacionadas con la fertilidad, las buenas cosechas, la suerte y la bonanza para todo el año.
En la procesión hay fervor, música, ritual, veneración, fiesta y alcohol, devotos y turistas. Como en cualquier otra de cualquier otra religión del mundo que tenga por tradición pasear sus ídolos.
En google, buscando Tagata, sale un montón de información.





Este es un texto que colgué hace tiempo en la página de un amigo, que hace ya más de un año se fue a ese sitio al que nos iremos todos. Y la foto es la de un cipote de 280 kilos y dos metros y medio, tallado en cedro japonés, sacado en andas por los monjes del templo donde se venera, que lo pasean en procesión el quince de cada marzo, desde hace más de mil quinientos años. Le puse este título no porque me resultara más chocante el que se haga un ídolo adorable de un pollón que de una virgen cualquiera, en absoluto, sino porque me pareció perfecto, para cristalizar, por contraste, la esencia común a todas las maderas de los sentimientos religiosos. Pues incluso los de las que no son idólatras de entrada tienen siempre algún objeto venerable por ahí con los mismos atributos. Un libro. Unas zapatillas del maestro. Un sitio. Un cacho piedra. Un mantra… Y en ese sentido, por supuesto, el vergajo de Tagata tiene todo el derecho a estar reconocido como uno más en el Olimpo anímico que habita junto con todas las otras deidades en igualdad de pleno derecho.

Ocurrió entonces que la página de mi amigo era del ámbito local de un pueblo pequeño y entonces surgió un devoto del santo patrón de la localidad que no sólo no pudo soportar el enfrentar lo cierto de que su santo Santo (llamémoslo así para que pueda ser cualquiera de cualquier religión mundana de cualquier pueblo mundial) fuera otra manifestación más de la variada imaginería religiosa, sino que se escandalizó atribuyéndome a mí la culpa blasfema de que también hubiera, en esa quimera humana, pollas. Y entonces escribió escandalizado acusándome de haber sido yo el que había metido esos dos palos santos dentro de la misma policromía, cometiendo una flagrante falta al respeto que, naturalmente, todo el mundo estaba obligado a guardar al tótem suyo. Te pongo lo que dijo:

Amigo Barrancario, me parece de muy mal gusto el comentario que haces de las Religiones. No sé si tú tienes alguna, pero me parece un insulto comparar las procesiones que podemos hacer aquí, como en Semana Santa, o en cualquier pueblo con sus patronos, por ejemplo en el nuestro con SAN SANTO (en mayúsculas en el original). Así que parece mentira que hagas esos comentarios tan vanales (sic). ... Los que quieran información de penes y culos que se vayan a las páginas múltiples de internet. Si yo fuera el administrador de esta página no hubiera publicado dicho comentario.


Su indignado sobresalto, al ver un cipote en religiosa procesión, vino a mostrar del todo el gusanito que yo había tratado indicar cuando colgué aquel texto para hurgar en su escondite. Llamando, el solito, la atención sobre la consistencia irracional de esas ilusiones, muy a menudo, y por razón de ser, excluyentes hasta el fanatismo, encima. La contraposición que hizo entre dos idolatrías abría aspectos brillantes acerca de la iconomanía en general, y sobre todo de la suya propia. Te pongo lo que le contesté para que me entiendas:

Amigo Fulanito (dejémoslo así para que entren todos los que además de adorar un ídolo crean que sólo la madera del suyo merece la consideración de ser habitada por los dioses), si piensas que el acto de fe de estos japoneses (quizás presintoísta) es cosa de penes y de culos es que no entiendes nada de religiones. Si ves en mi comentario alguna falta de respeto a algún tipo de cosa es que deliras de subjetividad, vuélvelo a leer. Y si no entiendes que el asunto religioso es variadísimo en sus manifestaciones es que entiendes poco sobre la vida misma. Piensa, eso si, que si a ti te parece una falta de respeto a tus santos el icono de esos ritos japoneses, más antiguos que el propio cristianismo, y en principio, aunque como todos criticables, tan sagrados y con tanto derecho a ser seguidos como cualquier otro, a ellos puede que también les toque algún tabú la imagen de un montón de feligreses, detrás de un hombre desnudo y clavado vivo, por las extremidades, en un par de maderos. Que visto sin estar marcado con el prejuicio de la educación es lo más natural que esa visión produzca. Y Entonces podrías ser tú el que les faltara el respeto religioso a ellos, que podrían decir del mismo modo, ¡qué insulto comparar ese tétrico pendiente con la alegría de la erección de nuestra santa polla! Que quieres que te diga. Mi comentario no es ningún ataque a nada, es sencillamente observar las cosas que ocurren y tratar de ver el hecho religioso en toda su profundidad. Yo no tengo ninguna religión, desde luego. Pero eso no me quita el derecho a opinar sobre ese asunto humano. Y el respeto que creo que debo tenerles es de un tipo tal que debe ser para todas sin que pueda ir a favor de una por otra, y sólo debe ser escrupuloso con no faltar a la verdad imparcial de lo que vea.


Con esto dije todo lo que quería decir entonces sobre la curiosidad imaginaria de las religiones. Pero ahora, a vueltas de pronto otra vez con las religiones imaginarias en la imaginación, rebotado por lo cansina que es la vaticana que me toca soportar, que no para de meternos, erre que erre, a todos en su infierno por cojones, que me tienen hasta la mismísima santa de Tagata, me han entrado ganas de decir más sobre lo que imaginan sus imágenes, y por eso este post se titula además con un (I). Porque ahora mismo me pongo a escribir un (II) de las Curiosidades sobre imaginería religiosa. En este caso, más centradas sobre, la nuestra.
Si quieres ver más fotos de Tagata, pincha aquí

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23 abr 2012

Rollos matutinos 64

Símil gallinero 

Hay un tío que se llama Bruce LaBruce que ha hecho una exposición de fotos en una galería de Madrid en las que hace posar a gente famosa en posturas clásicas de la iconografía católica barroca. Por ejemplo Alaska y su marido, con el torso desnudo lleno de pelambre y tatuajes, así como que mamándole una teta, en una composición que recuerda a la Piedad de Miguel Ángel. U otro famoso de la tele, sentado en una silla, vestido de cura con romántica sotana remangada enseñando unas patas peludas y un par de zapatos de tacón de putón rojos rojos rojos. Ese tipo de juego pensado para provocar. La que más me ha gustado, de las que he podido ver, es una en la que lo que se juega a mancillar es cierta idea santa de la luz. El claroscuro pictórico de los cuadros santos. Sí, ese tipo de luz sombría, o de tiniebla luminosa, que tienen muchos de esos cuadros barrocos de las iglesias, que ya de por sí debieron ser oscuros en el momento de colgarlos, pero que luego se han oscurecido más con la pátina de mierda del humo de los altares y el ambiente enrarecido de los templos, y hasta los claros que tuvieran al principio son hace ya tiempo espacios umbrosos poblados de sombras inquietantes apenas perceptibles. En esa foto, es verdad que lo único que vemos es el rostro de una mujer que adivinamos de pie, con pañuelo negro que tiene un borde blanco alrededor de la cabeza enmarcando un rostro doloroso, y que sujeta por las muñecas un cuerpo que pende a media altura hacia delante con los brazos hacia atrás por donde es sujetado, así un poco con esas formas de pender con que pintan el cuerpo del crucificado en los descendimientos. Pero de él casi no vemos más que un brazo y algo del vientre y una cabeza de la que ni la cara se llega más que adivinar, quizás porque una melena espesa lo tapa con el mismo color que la negrura general del cuadro, o viceversa. Lo otro es más que un claroscuro un negro total. Tétrica tiniebla. Exactamente esa tiniebla ambiental que tienen esos cuadros que a fuerza de verlos en las capillas de los templos ha marcado impronta en el subconsciente colectivo significando una especie de sanctasantórum tenebroso donde habitaría la divinidad del cielo o el infierno. Y eso es lo que se juega a mancillar en la fotografía expuesta en la denodada exposición del tal Labruce. Un recurso pictórico. Una estética artística que un grupo de sus frikis ha elevado al nivel de dogma religioso inquebrantable, cuyo trastoque produce irritación. Genial.
Lo curioso es que ese grupo de enardecidos creyentes en no sé qué cosa se puso tan borde a la puerta de la galería, llegando a tirar un cóctel molotov que algún dios bueno en sus cabales no quiso que estallara, que los políticos meapilas que tenemos, tan unidos a estas hordas fundamentalistas en su católica patriochez, cerraron la exposición antes de tiempo. Bueno va.
Y lo que yo quiero apuntar aquí ahora a este respecto es que estos exaltados que dicen ser tan píos, me hacen pensar en su piar a las gallinas. No por el chiste fácil del pío y el piar, sino por un paralelismo de acción subliminal que tienen en común con algo que una vez he oído de esas aves. Dicen que las gallinas, habrá animal más tonto, ponen más si se les hace pasar en las granjas por delante de las jaulas, la silueta de un gallo recortada en un cartón para que ovulen y por lo tanto pongan. No sé si será verdad, yo no lo he comprobado. Pero en cualquier caso, algo así es lo que les pasa a estos exaltados, que basta con ponerles delante la silueta un poco trastocada de una de sus imágenes simbólicas (que un día fueron también inventadas por un creador, por cierto casi siempre impío y muy frecuentemente maricón, y que les hacen concebir al verlas grandísimos éxtasis de mística ovalada al confundir la vanidad del dios hecha dibujo con la mismísima personalidad del dios, que para ellos estaría en los cielos representando eternamente esas pictóricas poses en plan dogma eterno incuestionable, rodeado de angelitos reviejos regordetes, revoloteando con sus colitas infantiles en pelete), para que se pongan malos de ira al pensar que están jugando con algo tan grande, tan complejo y tan fecundo como es la propia Idea Divina. Que, además de ser una cosa que sería de todos, es, por seguir con el ejemplo, el verdadero Gallo. Que en absoluto está ahí. Porque nada tiene que ver con el recorte de cartón que les hacen pasar por delante a las gallinas. Ni con el monigote que forma un juego de colores puestos en un papel, que les inrita a ellos, al fin el mismo trampantojo del de los originales santos que quieren remedar, muchos, por cierto, creados ya en su tiempo con clara intención porno, para satisfacer la tremenda demanda que había, lógicamente, por ese urgente asunto en los conventos. Ya que entonces no existían, ni las conexiones a interné, ni la fotografía. Pero sí el gusto eterno por las pajas, mentales o venéreas, que los humanos somos capaces, como las gallinas, de hacernos a partir de un puto garrapato que sugiera algo sólo existente en el cerebro de nuestra torpe vista. Y aquí descubro de repente que este símil gallinero no sólo es propio para cuatro colgados religiosos, es extensivo a todo el corral de la cultura humana, porque en realidad ese es el mecanismo que inflama todas las banderas, y en el fondo, a lo mejor no es otra cosa toda la Abstracción, orgullo emblema de nuestra inteligencia porque con ella decimos descubrir matemáticamente el Universo. Y con la cual deberíamos tal vez plantearnos sin embargo si no nos estará velando cosas más sustanciales de la Realidad, que otros animales, en los que no se observa, observen libres de su engaño, y a los que estemos considerando, sin embargo, precisamente por carecer de esa gallinácea facultad tan nuestra, más tontos que nosotros.

De pronto me hace un guiño de razón la forma tan perfecta de encajar que tendría aquí sacar punta a todo aquello del bípedo implume y del pobre gallinazo desplumado. Tan del clásico saber del filo de la sophia.

Sea como sea me da igual, porque yo, este vicio que tengo de darme al onanismo de eyacular ideas puñeteras, lo ejerzo sólo por el puro gusto del placer, te lo vuelvo a decir por si tú no lo sabes todavía, libre de culpas utilidades y destinos, consciente por completo de que tal cosa lo más posible es que, al cabo, no tenga mayor provecho ni se asiente en ninguna base estelar seria. Pero no porque yo sea un pensador fatal, sino porque sea así, cósmicamente hablando, en cualquier caso, siempre, y sin remedio.


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20 abr 2012

Rollos matutinos 63


La bolsa o el virus

Lo han llamado El virus de la policía. Y hace unos días lo pilló mi ordenador. Y es como cuando vas andando por una ciudad y un chorizo surge de repente de las sombras y te pone una navaja y te quita la cartera pero todo en el mundo de la nube. Menos lo de la cartera que, aunque te la intentan aflojar con una telemano tan virtual como virtuosa, si te dejas sufre una merma tan material como en el palo del chorizo del polígamo. 100 euros, te pide el ciberdelincuente, a cambio de la libertad de tu pc y de evitarte la deshonra que tú seguramente quieras ocultar. Al igual que aquél, estos, surgen de sopetón, y una vez que los tienes en pantalla, hacen que el resto del mundo desaparezca por completo y sólo quede en tu presente la acuciante extorsión de su amenaza. Si quieres leer entero el texto que te ponen en el cuello, pincha aquí.

Su ordenador fue bloqueado por violación de las leyes de España
, te dicen lo primero. En una interfaz que quiere ser como del Ministerio de Justicia. Y luego, en las causas, te sueltan cosas tan amenazadoras como la de haber andado en sitios con pornografía infantil, sodomías y actos de violencia en relación a los niños, y también, tener que ver con el uso de softwares y transferencias de archivos multimedia violando los derechos de autor. O sea una perdigonada al aire de sustos en abanico para pillar a la totalidad de los pájaros que revoloteamos por la Red. Eso, tiene una multa de cien euros por ser la primera vez, te dicen, y que si no se los pagas en tres días la cosa pasa a que te confiscan el ordenador y tú vas a los juzgados. Después viene una descripción detallada del modo en que tienes que pagar, que, después del flas de descubrirme atracado en un recoveco de la Web, a mí ha sido lo que más me ha sorprendido.
Usted puede pagar la multa usando los bonos Ukash o Paysafecard. Decían llanamente a ese respecto. Después te explican que esos bonos los puedes comprar en más de veinte mil puestos comerciales en España y cientos de miles en el mundo, incluyendo por Internet, cajeros automáticos, estancos, quioscos de prensa y gasolineras. Busque el puesto comercial más cercano. Ordene Ukash/Paysafecard: 100 euros. Obtenga el código Ukash (de 19 cifras) o el Paysafecard (de 16 cifras). Y métanoslos en las ventanitas de diálogo que tiene la ventana del virus y pinche en el botón Pagar multa, que es la única cosa que puedes hacer en tú ordenador mientras no pagues. Venían a concluir.

Increíble. Me dije. Mientras me cagaba en sus muertos y notaba que ese ordene, y otro par de cosillas de sintaxis, hablaba de un factor de posible origen sudamericano, y flipaba con que pudieran existir esos métodos de pago tan de “cartadepagosinriesgo” (tiene tela el nombre del invento), por las gasolineras. Pero el Sistema, ya se sabe, juega a todo y es así.

Desde luego, no me quedó la duda de que no fuera una estafa, ni tuve la mala conciencia de haber sido pillado en una guarrería. Por un lado porque no me gustan los niños para nada y de otro porque un servidor no tiene complejos de meterse en sitios pornos, si es que se le atraviesa una X por el seso o en algún tipo de interés onanista o de conocimiento, como en cualquier otro lugar que se me antoje. De todos modos no era cosa que hubiera hecho últimamente y hacía ya algún tiempo que había andado navegando por eso que llaman el Postporno, corriente cultural de la vanguardia que, por cierto, aconsejo visitar preguntándole al Google. Y lo de los derechos de autor dados por culo… por ahí si que me habría podido pillar a mí el susto de pleno, pero estaba claro que no era un bloqueo policial, y lo de unirlo al asunto de los niños, en mi caso, más que dar pie a tragarme el anzuelo en el primer impulso, fue la prueba descarada de que era un burdo timo.
Quitármelo de encima ha sido un señor coñazo de tres días. Que me acabé tomado con toda la alegría posible en una especie de reto que he ganado. Aunque aún me queda el temor de que ande por ahí tras un bloque de bits y me vuelva a asaltar cuando menos me lo espere.
Mientras me lo quitaba me he dedicado a aprovechar lo que de positivo tenía su infección en cuanto a traerme sugerencias al magín sobre detalles de esta Piara nuestra en la que pastamos todos entre refociles, manduques, cagadas y gruñidos. ¿Habrá mucho panoli que les pague? Es lo primero que me puse a imaginar imaginándomelos. Son datos que sólo los podrán conocer los delicuentes. Pero igual se hacen ricos en un par de semanas. Porque hay mucho karma de culpa por ahí. Y tontos, como para colapsar las redes. Pienso en ese pederastilla corto de entendimientos y largo de culpas y temores, que de repente se encuentra con ese pantallazo en medio de una visita a un sito cochinete, más si fuera de la ley, quizás con la mujer en la habitación de al lado poniéndole la comida a los niños en la casa de una familia establecida en la felicidad… En mis búsquedas por los foros de la Red para encontrar soluciones antivirus leí al respecto más de una declaración interesante. Uno contaba que se lo había quitado a un amigo que le había llamado llorando porque aunque él no tenía nada que ocultar, que eso él ya lo sabía, (eso lo dicen todos, pensé yo y a lo mejor su amigo), su mujer no le creía y era un verdadero drama el que le había montado la puta pantallita. También vi varios que decían sin más que lo habían cogido en xvideos. Otros cuantos contaban que lo habían pillado en el ordenador del curro, donde encima estaban limitados para instalar programas y por lo tanto antivirus que lo pudieran arreglar. Menudo marrón tenía que ser ese. Como a mi me asaltaron mientras buscaba en Google la página del tiempo, puedo comprender que encima no sea necesario que esos trabajadores hayan andado para cogerlo, en vez de estar trabajando, en sitios procelosos desde su puesto de trabajo. Pero vete tú a explicarle eso a tu jefe. Y, ¿Cómo serán los hideputas creadores del invento? ¿Cómo serán sus jetas, sus perfiles, y los sueños y pasiones del culebrón de sus día a día cotidianos? De alguna manera son peor que los que roban a las viejas, me dije con rabia y con desprecio, porque en su caso no llegan ni a saber a quién están amenazando, y aunque pueden ser causas de casos tanto para partirse el culo de la risa como para morirse de la pena, ojos que no ven corazón que no siente, aunque acaben siendo causa última que cause un suicidio a ellos no les queda ni la impresión de la cara de la víctima. Después vi que en eso se parecen a esos banqueros y jueces respetables ejecutores de embargos y desahucios desde detrás de mesas de despacho. Aunque los del virus son, por necesidad, mucho más inteligentes. Y desde luego, de entrada, cabe que mucho menos hideputas. Posiblemente tengan incluso, en muchos casos, más compasión para con los demás. Y a lo mejor hasta que más vergüenza. Y desde luego, se me antojó, más vitalidad y un cierto atractivo. No hay chorizo más criminal que el que funda un banco. Eso está ya claro y está ya dicho, y todo lo centra y lo resume. Y entonces les vi como que de otra forma menos rígida, hasta que con cierto colorido a lo Bonnie and Clyde, y me planteé enfrentarme a lo de quitarme el virus con más sentido del humor. Después llamé al servicio técnico de mi antivirus, que me planteó de entrada, a través de la voz que me atendía, y de tirón, nada más acabar de plantearles mi problema, un servicio en el que me garantizaban el telearreglo pagando, 45 euros, iva incluido. Y cuando le dije que cómo iba a ser eso, que si no tenía derecho a un servicio gratis por haber cotizado mi cuota anual, me soltó un 902 que me llevó a una operadora con acento sudamericano muy marcado, supongo que sita en algún sitio perdido por ahí en algún desierto de sal del cono sur, o al menos, pillada en el erial de un contrato baldío, que no se enteraba mucho o no quería enterarse y al fin de poco me sirvió si no fue para recomendarme el contacto vía email, o vía pago. Lo que me reafirmó en quitar a los atracadores del virus cualquier tinte patibulario. Por decirlo de alguna manera, a lo mejor era mejor pagar a los chorizos virtuales los cien euros que, a los también virtuales chorizos de la empresa de antivirus, los 45 con iva incluido que me querían clavar. Por cierto ¿Serían tan honrados como para quitarte el virus si se les pagaba lo pedido? Los del antivirus parecía ser que sí, porque te prometían la devolución de la pasta si no quedabas satisfecho, se notaba que eran profesionales del pillaje empresarial a largo plazo. Pero, ¿y los otros…? Algo me decía que no. Y sólo encontré un comentario sobre el tema en uno de los cien foros que anduve visitando. No paguéis -decía alguien en un grito de aviso, sin especificar de donde había sacado la cruda información-, que si lo hacéis os dicen que no ha funcionado el pago y te piden que lo hagas otra vez. Entonces sí me dije que vaya hijodeputas que eran los cabrones que habían diseñado el programa del engendro, aunque otra vez volví a decirme de seguida si no le estaría bien empleado al pagano por ser en esta vida tan pringao. Y me pregunté cuántos pringuilis podría haber habido que hubieran pagado varias veces, y hasta qué cantidades habría llegado el que ostentara el record guines de pagos que nunca se podría constatar.

Por estos días fue cuando salió a la palestra de la prensa uno de esos fantoches travestidos, que dicen hablar en nombre de no sé que dios irascible y suyo, con un capirucho lleno de ínfulas con pico en la cabeza, tirando la primera piedra (que prohíbe expresamente su evangelio), en una lapidación verbal contra los adúlteros, las abortistas, los maricones, y hasta los del botellón. Obispos creo que los llaman, son jerifaltes de una secta religiosa muy potente y están enfermos de elación. Desde un altar de una de sus iglesias llenas de imaginerías de torturas delirantes y durante la televisación de uno de sus ritos había proclamado que el homosexual encuentra siempre el peor de los infiernos, con voz suave de áspid dañina y veneno de rotunda intención inquisitiva (ahora anda diciendo que además de ser objetos de condenación son enfermos que hay que tratar con no sé que terapias). ¡Cómo se atreve a echar encima a los demás el fuego de un infierno que sólo existe en el retorcimiento de su mente, en vez de mirarse en un espejo su pinta enfermiza de adefesio! Me lleva a recordar una vez en los ochenta, en la que estaba yo una noche en un pueblo gallego con mi colega y una joven gallega que tenía mucho de meiga, fumándonos unos porrillos en la escalinata de la iglesia, flipando con el entorno gótico de la plaza medieval vacía bajo la luna… cuando acertó a cruzarla el cura del pueblo, que subió por ellas pasando a nuestro lado… Era ese cura clásico, gordo con papada, cuatro pelos hirsutos y grasosos y resoplido en la respiración, negro y sotanario de sotana relustrada por los roces, que traía tras de él los aires de una religión llena de vicios y pecados con la que se había dedicado a gravar su vida y las de sus feligreses durante cuarenta años. Al pasar, reconociendo a nuestra amiga, farfulló algo apenas perceptible pero que sonó claramente a recriminación autoritaria que ya no podía ser tan punitiva como unos años antes habría sido. Mi amiga la gallega saltó como una fiera sin apenas moverse de su asiento en la escalera y le espetó como una bruja que era: ¡Mírate en tus adentros, cura! Y todavía se me pone carne de gallina ahora que lo cuento, mientras escucho la voz ronca de su corta frase resonando en el vacío de la plaza abierta al cosmos de la media noche y le veo irse a toda hostia sin mirar atrás, como demonio oscuro exorcizado por una fuerza santa e invencible, a perderse entre las piedras medievales del estrecho callejón al lado de la iglesia, rechinando los dientes y con el rabo entre las patas. Fue una de esas escenas que se te quedan grabadas para siempre. Ahora que la escribo, me digo que tal vez hubiera tenido ese párroco las manos largas con los culos infantiles como tantos, y eso fuera lo que mi buena amiga meiga supiera bien de él haciéndole invencible su conjuro. No lo sé. Poco después dejé de verla y hasta ahora. Lo último que supe de ella es que poco después se había ido a Nueva York. Y los únicos recuerdos que me quedan además de este, es que tenía un nombre muy bonito y en su ser una asombrosa belleza de bosque salvaje llena de energía, y el de otra vez que me contó que solían irse los jóvenes en grupo al monte a pasar la tarde comiendo psilocibes que crecían entre las mierdas de las vacas, para comulgar con la naturaleza, y un momento en que me dijo, mirándome de una manera extraña como si me los estuviera viendo, que nunca había conocido a nadie que tuviera tantos colores como yo. Lo que guardo en mí como el mejor piropo que nunca me han echado.

Y a qué venía esto… Ah sí, a que me había empezado a imaginar a ese del capirucho lleno de ínfulas, que llaman obispo, que dijo lo del infierno para los que no eran como él, encontrándose con la pantallita del Virus de la Policía mientras estuviera navegando por dios sabe dónde. Claro que en su caso él sabría, como todos, donde lo habría cogido, pero no tendría que preocuparse por darle a su jefe ninguna explicación, porque por un lado sabido es que dicen que es omnisapiente, y por otro, él mejor que nadie sabe que la jefatura de ese policía es otro virus, que sólo importa para asustar al prójimo en beneficio propio.




Post eso: Los del antivirus, después, algo me intentaron ayudar por via email de todos modos. Pero el virus me lo quité yo sólo, entrando al disco duro con un live cd. Busqué y borré algún archivo .dll sospechoso que se había creado en el momento de la infección y luego pude entrar en Modo Seguro y después de comerme el coco hasta la sangre, al tiempo que me dedicaba a dilucidar jugosos personajes e historias sobre el tema hasta la risa, se me ocurrió pasar el easypccleaner que me lo quitó del todo. Para mi sorpresa, y una tremenda satisfacción que me ha durado varios días.

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17 abr 2012

Rollos matutinos 62

Barrito triste por un elefante botsuandés

Siempre me ha dado repelús la basca que gusta darse gusto matando animales por causas gratuitas caramente. Más si además, lejos de tener algún romántico atractivo, son viejos y torpes. Más si encima en alguna medida pagan su vicio con parte de mi iva. Mucho más si son expertos en dar el pego en plan bonachón y campechano. Más aún si, como este, resulta que son presidentes honoríficos de grandes o¿ene?gés protectoras de animales, de cara, está ya claro, a aprovechar el gancho para amasar más masa donde apoyar su popularidad. ¿Qué es lo que encierra de verdad en sus adentros?, me pregunto hoy yo también, como hacía esta mañana un comentarista en el periódico. No lo sé. El pozo del ser es insondable. Para mí, será ya siempre el Cazaelefantes. El Fantasma Cazaelefantes. No sé si me permite su Academia este uso de mayestáticas mayúsculas. Pero mayúscula es mi rabia. Y mayúsculo es mi asco. Y mi afecto y mí respeto, cósmicamente hablando, son infinitamente más reales por un solo paquidermo que haya muerto por su rifle, que por toda su paquiderma institución desde el principio de los tiempos.
A lo mejor se fue por ahí de escopeteo al no poder dormir por que le quita el sueño el trágico futuro que su Estado teje para sus tiernos súbditos. Es muy de comprender. Él ya lo dijo: ¡Nadie sabe lo que es eso!
Con el Caudillo era proverbio, y guasa nacional, que le enganchaban al anzuelo los salmones en los ríos de Asturias y Galicia. Este, por lo visto, ha heredado de él entre otras cosas el mismo tipo de gusto cinegético, pero su antojo es más voluminoso, y ejerce un territorio de caza más global. Se ve que, igual de viejo, es más moderno y pretencioso. Más en plan jolibu es lo suyo. Aunque su Casa cuida de que en su caso ejerza a la chita callando estas pasiones. Si no es porque se cae nadie se entera. Quizás lo más grotesco de toda la movida es que siendo tan patosa su realidad encima juegue, soltando pasta, a dejarse hacer creer que es un Tarzán, por una empresa que se dedica a eso. Qué inquietante cenáculo internacional dibuja esos codeos. Y no me duele el dinero que haya podido despilfarrar en ello. Ese valor no es ni más ni menos que una convención impresa en un papel. Lo que lamento es el trunque de las preciosas vidas que haya sacrificado a la estupidez de su megalomanía.
Por eso, permitidme que me abrace ahora a este elefante de Botsuana, como Nietzsche a aquel caballo de Turín, para enfrentar con él el trágico sentido de la vida y llorar por su destino, pidiéndole perdón por la brutalidad de la estulticia humana, al tiempo que clamo a los dioses contra lo aberroncho del alma del cochero.

(¡Porque existen los dioses, eso ha quedado claro! Pero no el falso de él, que es un gore de palo, sino los verdaderos, los de los elefantes, que saben bailar sobre uno de sus pies y hacer el pino con la trompa. Por eso le ha ocurrido el traspié trascendental, precisamente, el día de la República).

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13 abr 2012

Rollos matutinos 61


Yo quisiera creer

En la siguiente noticia se encierra una curiosa paradoja, si la descubres tendrás la llave para entender muchos enigmas:
Como apoyo a La Hora del Planeta, la Torre Eiffel, la Alhambra, el Vaticano, la Gran Muralla China, el Empire State, las Torres Petronas, el Puente de Sydney, la Cundaesturpe de Milanda y sus seis cundaesturpitas, y miles de edificios simbólicos de más de cinco mil ciudades en el mundo, alumbrados todo el año como faroles emblemáticos del regocijo más tonto en el despilfarro loco para la atracción turística de la voraz polilla que todo lo consume, se han apagado hoy durante una hora. La Hora del Planeta. Con ello pretenden, dicen, los que lo organizan, llamar la atención sobre el peligro catastrófico del derroche de energía para el medioambiente, que es que nos lo vamos a cargar entero si no paramos ya de encender cosas inútiles, y aún así.
Un detallito interesante: Presentadoras de telediario, reporteros, redactores, y todo el ganao de la estructura informativa del Sistema, babosean sonrientes como memos cuando dan la noticia como si se tratara de un caramelo de futuro dulce y bondadoso que hace ver que somos buenos y tiernos como bollicaos, en el fondo, para con todo.


Solución a cuál es la paradoja que encierra El Día del Planeta: Pues que, siendo de lo que alertan en verdad tan catastrófico, ¿a qué coños juega toda esa movida social, cuando luego vuelven a encenderlas una hora después tan contentos? Y, si es que existe una terrible barrera infranqueable para apagar el sinsentido suicida de una vez, ¿a qué viene hacernos tomar el gesto nimio, que sólo tiene utilidad como objeto de proyectos que generan más gasto, más derroche, y más calentamiento, igual que si se tratara de un acontecimiento festivo universal que ha salido bien y que hay que celebrarlo sonriendo condescendientes, como si se hubiera conseguido llegar a no se qué quinto cielo evolutivo, o fuéramos subnormales jugando en el recreo de una guardería en forma de pelota?

Moraleja: En esta paradoja está contenido el retrato de todo el mamoneo que nos va a acabar matando.

Nota: A mi, me recuerda a cuando quieren dejar de fumar los nicotinómanos y no quieren dejar de fumar y entonces dejan un día. Raramente dos. Y luego se ponen moraos con más ganas mientras se dicen que no importa ya fumar porque sin duda están definitivamente en el camino sin retorno de dejarlo para siempre y porque no hay otra manera de hacerlo porque desde luego, lo ultimo es dejar de fumar por nada de este mundo. Aún por la misma vida. Pero también me hace pensar en los complejos mecanismos de la enorme maquinaria de toda esa actividad, tan en pro de un supuesto bien común, pero que sólo tiene sentido en cuanto a pro de donde yectar habichuelas, según se pueda, para forrarse o para seguir tirando. En este caso en concreto, a cuenta del mediopresupuesto del ambiente entero.

Conclusión: ¿Sirve, todos estos mamoneos, para algo más que no sea para buscarse la vida, sacar buena tajada o cubrir necesidades, animar la economía y cubrir las hipotecas? Vamos a pensar que sí, que a lo mejor en algo por ahí sirve de algo, aunque sólo sea por no amargarnos la existencia hoy aquí en este momento con una inritación al fin innecesaria. Y tan poco útil como el apagón. Se me ocurre que hay quien con estas cosas entra en arrobo y es de pronto algo así como que hasta feliz por un momento sintiéndose en la grey correcta por colaborar apagando una bombilla. Pero de verdad… si de verdad quisieran hacer algo, ¿por qué coños las vuelven a encender? Yo… por más que quiero ponerme a encontrarle el lado positivo a la tontuna… Sólo le veo el morrazo. Porque eso de que al menos estas cosas sirvan para ir creando poco a poco no sé que tipo de conciencia… Quisiera tener candor para tragármelo, como, igual que decía el poeta, quisiera tener sed delante de las fuentes. Pero ese tipo de factor es cosa que si no se tiene no hay tutía.

Yo en estos montajes veo siempre un pecado parecido al de jugar con las cosas de comer.
Y, sin embargo, hay que ver lo que son las cosas, otros comen montándoselo, precisamente, de jugar con ellas.


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