31 may 2012

Rollos matutinos 68

Rayos de Espe rancia
Esperanza por Dios, 
ay que pena me das, 
tan bonita pero no eres buena. 
Esperanza, Esperanza, 
sólo sabes bailar chachacha.

El otro día me metí en un quiosquillo de esos que venden prensa y hacen primitivas, a cumplir con el rito semanal de adoración a la Esperanza. Y como ahora tienen unas pantallas donde dan noticias de última hora además de animarte a que juegues a las loterías nacionales, me di de sopetón con la jeta del Ciruelo que decía, en un texto por debajo de su imagen, que había “rayos de esperanza” en lo de la economía. Y gracias a él alcancé de pronto el gozo de la risa repentina. Tiene usted razón, dijo el señor que atendía el negocio, yo cuando lo he leído me he tenido que reír también, porque vamos, brotes verdes decían los otros y ahora estos, rayos de esperanza. No tienen vergüenza, dije yo, pero no porque les importemos un carajo y se rían en nuestra cara de nosotros, que eso ya se sabe que es consustancial a sus cargos, sino porque no tienen sentido del ridículo, a mi me daría vergüenza presentarme así delante del público, tendría cuidado de no decir esas cosas tan al chiste fácil, tan de aparecer tan a las claras tan tonto de remate. A los políticos les da igual todo, dijo el señor del negocio gestionándome la papeleta, el rayo le tenía que caer a él para que viera. Estamos apañaos, concluí, y recogí el papelillo de la primitiva de una apuesta para jueves y sábados, estampa de la fe de un culto del que el Estado saca pingües beneficios. Perfecta adoración de la Esperanza, el último mal que salió de la caja de Pandora. Sin ella, la Humanidad se habría suicidado entonces después del desastre que supuso la escapada de los males, o al menos, habrían montado de inmediato una escabechina de hideputas al grito de, ¡A muerte, o ellos o nosotros!, hasta desaparecer por completo o no dejar ninguno vivo. En vez de vivir eternamente el infierno con ellos a la espera de lo que es claro que nunca va a llegar. Doblé mi papelito cabalista y lo guardé en mi cartera con la espera renovada. Tal vez esta semana sí. Y volví a comprobar el efecto barbitúrico que ese juego tiene. La falta de él debió de ser la causa principal de la caída del Imperio Soviético, ya te lo he dicho otras veces. Porque, esto es un Sistema de locos, se dice el pringao (que es un pringao pero no idiota), pero si los números quieren mañana puedo ser yo el rey y entonces… Los números, o la casualidad, o sea, el anza esa de esperar que la Fortuna te eche encima su cornucopia enterrándote de bienes te hace seguir tirando como un burro de la noria que muele el trigo de los otros para siempre. Y anda que no tendría gracia ahora que estamos al borde de la crisis total que te tocara el gordo justo el día antes del fin de la Banca. Joder. Malo es que te lleguen a quitar lo ahorrado con toda una vida de esclavismo gilipollas, pero lo otro tendría una marca así como que de maldita gracia de los dioses. En una de esas, cómo no quedarte con la sensación de que el Universo se ha reído de ti para la Eternidad. Madre mía, la Fortuna la Libertad y la Justicia son tres diosas putísimas. Y de las tres, la Fortuna es la más casquivana y la menos de fiar, porque la Libertad y la Justicia, al fin y al cabo, son siempre fáciles de comprar si tienes el dinero suficiente. Me dije.
Y seguí andando por la calle a mis asuntos, dándole vueltas al cabreo de mi inritación como entretenimiento. Hay que ver, en realidad… es en detallitos como estos donde vemos maravillosamente el pozo del fondo de las cosas. Porque entre, brotes verdes, y, rayos de esperanza, se encierra toda una tesis doctoral completa sobre politología sociológica de masas. El mundo de lo primero pretende vender cierta ecología en la propuesta, de frescor primaveral y aroma laíco de planta que rebrota, es más evolutiva al modo científico de Darwin. La segunda tiene un tufazo inequívocamente vaticano, y a colegio de curas moviendo varias generaciones de sotanas subconscientes, recuerda al rompimiento de cielos de los cuadros barrocos recargados, tiene también algo de la autoridad grandilocuente del estilo de la Biblia, es, desde luego, mucho más litúrgica en cuanto al uso del anza de Pandora que se suelta muy al finaaal, allá a lo lejos de la espera que te espera. La primera invita a pensar en el caro esfuerzo del quehacer de un jardinero titulado para salvar la planta que tienes que pagar, la segunda va directamente encaminada a encomendarte al rezo de cabeza ante una providencia tan oscura como inescrutables son los montos que te roban con la gracia del dios con el que mandan.
Y encima, pa colmo, si acaso la verde del brote un poco más pero tampoco, ninguna de las dos esperanzas estas tiene, a más de ser de to menos bonitas las muy guarras, el atractivo de aquella de Machín que a más de calentorra estaba buena y sólo sabia bailar el Chachachá.
¡Ah, dioses, si por lo menos nos estuvierais llevando al abismo de este infierno (lleno de chorizos y próceres horteras, que sólo tienen chispa para la ratería, y un público gorrino que no tiene entendimiento más que para ver telebasura y hozar en los dornajos), al ritmo de un son caribeño y sandunguero, ínclito a la folga el retoce y la guasanga, con el compás cargado de hilarantes carcajadas…! En vez de con esta murga criminal, pestilente soporífera y espesa.
Sería más llevadero esto. ¿No? Con la explosión de la risa como primera virtud ciudadana. La risa a todo trapo, frente al César, frente al mundo, frente a mí, frente a ti que me miras con cierta ironía. Venga. Payasos sobran sobre la pista de este triste circo de mediocridad. Encima son del género fatuo, ridículos como ellos solos, y nada da más risa que la ridiculez del pretencioso payaso con aires de grandeza. Más si encima son necios de baja gama como estos, altos en mezquindad y bajos de luces y talento. Aprovechemos la ocasión pues para reír. Ahora que podemos. Riamos, riamos. Hasta mearnos. Riendo, riendo.
Sin parar. Mientras podamos. Como el único aporte serio posible, cósmicamente hablando.


Agradecimiento a Celaya por lo que va en cursiva, parte de la Proclamación más completa que nunca he conocido.
La foto está pillada de positivos.com una tienda virtual para grafiteros.

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15 may 2012

Rollos matutinos 67

Más turbación


El testo de este texto aún no sé cuál será. Sé que tiene su génesis en la emoción que sentí al encontrarme por la red con la imagen de este post, que por una parte hizo brotar de sopetón con su visión en mis sentires el borbotón del gusto, y de otra me gustó enseguida como ideal para enjuagar el poso horrendo que deja tras de sí la del anterior. Me dije, joder, esto si que es una representación mágica del divino toque digital. Si tenemos que ser como gallinas que ovulan con ideas cerebrales a través de estampas de cartón, sea con juegos de colores como este.

La imagen, por si se perdiera del pasaje que ahora escribo, es un dibujo de un cómic de Manara y representa en primer plano a la horizontal y de perfil a una mujer joven y guapa tumbada bocabajo en una cama de sábanas sedosas. Tiene tocada la cabeza con toca blanca y repretada, que puede que sea tal vez de monja, o viuda, o moda de una época o varias de esas cosas a la vez, que le deja al aire sólo el óvalo de la preciosa cara. Sobre la parte trasera de la cabeza, la nuca y parte del inicio de la espalda se ve un trozo de gruesa tela oscura que resalta sobre el blanco de las sábanas, la toca y el camisón, que puede que sea, en caso de ser monja, parte de la parte superior del hábito, o capuchón del vestido en cualquier caso. Hasta hace unos instantes ha estado escribiendo en esa postura cosas en unos folios encima de las sábanas con una pluma de ave que ha dejado abandonada encima de uno de ellos. El camisón lo tiene bien arremangado por detrás hasta más arriba del centro de la espalda, que queda desnuda hasta el final de las prietas nalgas, donde la sabana arrebuja de nuevo el cuerpo celándonos la vista de las piernas para resaltar aún más la desnudez del espléndido trasero, sin duda un poquito ofrecido en pompa. Y ese trozo de rosada pintura voluptuosa forma el centro geométrico de la composición pictórica, y el imán de atracción del ojo que lo mira, el motivo central de la excitación del que lo ve, y parte del contraste que entre el color de las sábanas y el cuerpo sugiere la raja oscura por la que se ha deslizado la mano que abandonó de pronto la pluma, buscando la fuente del placer para jugar con las puntas de sus dedos al lubricio de juegos solitarios. En el lado izquierdo del dibujo, la cara muestra la contención estática del gesto concentrado en alcanzar el éxtasis, con los ojos cerrados para facilitar el arrobo de la imaginación y la boca entrecerrada con labios entreabiertos de lascivia. Del otro lado, un trozo de colcha de un rojo tan intenso como exquisito pone un contrapunto de tonalidad entre las sombras que reinan en la estancia. Entre ellas emerge al fondo rompiéndolas del todo, la trasparencia cristalina de un florero lleno de flores blancas rojas y amarillas. La luminosidad que irradia de la obra, entra por una ventana, quizás un ventanuco, que no se ve porque está detrás del mirón, fuera del cuadro, pero que queda patente por la potente luz, que después de entrar por él ilumina todo el cuerpo resaltando sobre el culo que ella ha descubierto para sentir la excitación de dejarlo al antojo del fantasma con el que se recrea, y se refleja enfrente en la pared del fondo dibujando los barrotes de una reja.
Del dibujo salen cálidos olores corporales exquisitos y ruidos apagados de gemidos placenteros envueltos en frufús.
Se trata de una obra maestra del icono de la paja. De la masturbación aquella que nos decían los curas que nos iba a dejar ciegos, aunque al parecer a ellos era la culpa de su abuso lo que les había convertido en visionarios.
Iba a aprovechar para decir no sé qué sobre ella y su defensa, pero al fin creo que es tontería buscarle al tema de la digital libídine exaltaciones vanas y tontos desarrollos doctorales. Basta con decir que no creo que haya en este mundo individuo que esté inmaculado de manuela. Con esto pasa como con lo de comerse los mocos, que no hay cosa peor vista, pero que todo el mundo sabe que saben a salado. El homínido es un primate onanista por naturaleza. Y del mismo modo que se hurga sola en el coño la moza de Manara, se restriega las meninges en soledad el mono creador. Porque también forma parte de la misma onanía la Philo Sophía.


Digo esto ahora porque ayer, mientras escribía, vino un amigo profesor a casa e interrumpí mi redacción. Hablamos sobre arte y creaciones y pensares y literaturas, y ocurrió que a él le parecían gilipollauras algunas obras que para mí eran envidiables. Yo volví a deducir enseguida de esa contraposición la visión ya vista otras veces, de que cualquier obra de arte es sólo arte en el momento en que encuentra la emoción de alguien que la interpreta así, y lo es por lo tanto al serlo para él el tiempo que eso dure. Mientras tanto, ahí sola, ante el Universo, la obra genial y genuina es como cualquier otra obra animal o vegetal, un producto de la actividad animada de cierta parte corporal, lo mismo que la hez lo es en concreto de la de las tripas. Por eso obrar y cagar tienen antigua sinonimia. Ante un gusto coprófago, una mierda, se convierte de repente en un objeto magnífico cargado de deseo. O al contrario, en una arcada de asco. Y del mismo modo pasa con la cosa artística cuando encuentra una fantasía en la que es capaz de generar estímulo. Del mismo modo también, en el sentido de filia o de rechazo. Mi amigo argumentó que no obstante había obras que eran de por sí algo en sí mismas glorioso, como todo el mundo sabía, y puso por ejemplo espontáneo al Quijote, que sin embargo, como es normal, él no había leído, sino trozos, cuando alumno. De lo cual deduje que en este campo, como en todo, lo convencional tiene un enorme poder publicitario establecido, sobre todo en la enseñanza. Y ya no dije nada interesante de verdad, sino que sólo me pareció interesante seguir con mis razonamientos en el ámbito de Onán, recomprobándome cómo, efectivamente, lo de la literatura era onanismo puro y duro. Y nunca hay en esa manía más que un ser solo. Calentándose las partes sensibles de su seso con un testo fantasma que sólo tiene el significado que él le dé en ese momento de relación con ella. Tanto en el sentido del escritor cuando lo escribe, como en el del lector cuando lo lee. En ese juego especular, ya te lo he dicho otras veces, nunca hay en el fondo nadie más que uno solo jugando a excitarse figuraciones con ciertas combinaciones de gurrapatillos que llaman caracteres. Claro que también hay actos de lectura colectiva, del mismo modo que en el sexo hay orgías, pero aún así cada receptor está tan solo como el dador en su recreo al lado de los otros. Y si bien en el Cine, por ejemplo, la industria tiene mucho de colectivo como cualquier empresa, no hay nada más onanísta que un sala de cine llena de gente mirando hipnotizados las historias que en su interior proyecta el juego de luces que ven en la pantalla. Ya te lo he dicho, es por eso que cada vez nos parece distinta la revisión de una película o un libro, por supuesto también para el propio autor. Porque aunque los resortes del soporte son siempre los mismos, el receptor que activan es siempre diferente, lo mismo que las aguas de los ríos. Y cada vez que nos miramos en esos espejos fascinantes lo que vemos es el nosotros que nunca había sido antes y que nunca más será un instante después. Y entonces, si el espejo es bueno y estamos inspirados para ello, nos corremos de miedo o de emoción, de alegría, de pena, de risa o de llantos, de gusto de haber sido capaces de enredar esa trama, o de creernos más listos por haber aprendido de alguien algo de no se sabe qué, o turbarnos más al descubrir que no sé qué que alguien dice ya lo habíamos dicho nosotros. O al revés, más turbarnos todavía al descubrir que eso que habíamos creído siempre tan de un modo, ahora, de repente, según dice no sé quién, resulta que no era más que todo lo contrario. Y nos pasa como en aquella anécdota que relata aquél libro del siglo XVIII, en la que yendo la princesa caminando en compañía de su tutor por una vereda en medio de un bosque de castaños florecidos, esta empezó a turbarse más y más turbarse con una intensa emoción producida por el espeso olor del floreaje que lo inundaba todo, y decía como embriagada, ay, este olor me recuerda a algo muy familiar pero que no logro recordar el qué, lo tengo en la punta de la lengua del recuerdo, pero no logro acordarme, es… Ay, qué rabia, decía aspirando ávida el olor, no lo logro, es… Y entonces el tutor le dijo, alteza, tenga la precaución de no decir tamaña cosa en público jamás, porque es de todo el mundo conocido que las flores del castaño huelen a jodienda.

¿Ves?, no sabía sobré qué iba a acabar tratando el testo del texto y al final me encuentro que ha acabado siendo un tratado de cognosciencia, de historia y de botánica.

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2 may 2012

Rollos matutinos 66


Curiosidades sobre imaginería religiosa (II)


Esta es otra curiosa cara de la talla religiosa imaginaria. Esta vez la foto detalla una escultura, en magnífico hiperrealismo, de unos pies ensangrentados de hombre atravesados por un clavo, uno encima de otro. Para alguien que no haya sido gravado previamente por una educación orientada a sentir como divino este tipo de gore sería sólo eso, una recreación artística de muy alto nivel del gore cuya exhibición debiera, normalmente, en una sociedad sana, provocar un repelús colectivo insoportable, y estar reservada para mayores sin reservas. Que decidieran libremente, con su uso de razón, darse a ese tipo de cosas, porque por qué no, ese tipo de tendencias ha tenido siempre no pocos adeptos a lo largo de la Historia.
La imagen en concreto es terrible. Sólo el detalle de que la punta del clavo no termina en punta hiriente sino en filete de tornillo romo rompería en un ojo virgen el efecto espeluznante de esta obra maestra del arte del padecimiento. Sin embargo, a los que nos lo han enseñado antes, sobre todo de pequeños, toda una maquinaria didáctica de un subconsciente colectivo gravado por este tipo de torturas, como algo no sólo divino sino incuestionable bajo durísimas penas purgatorias, celestes y aun civiles, sabemos al verla de inmediato que esos pies espantosos forman parte de un cuerpo aún mas tortuoso que, mediante ese paso de tuerca de la punta de tornillo de ese clavo de esos pies, se sujeta a un palo crucial del arte de una religión que además de tener un gusto morboso por esas cosas feas, tiene tremenda vocación autoritaria, y es posiblemente una de las que más muertes y sufrimiento ha causado en su nombre a lo largo de su historia, en la historia humana, allá donde las haya.

La primera cosa que salta a la vista al contraponer las imágenes del (I) y el (II) de estas curiosidades de la imaginería religiosa, es la sinrazón en las que están labradas todas las idolatrías. Más inicuas y peligrosas cuanto más en serio se tomen el objeto de su veneración. La segunda es una gran diferencia en el mensaje de sus talismanes. Es obvio. El de la una trae con ella de inmediato al anima la jocunda y hace pensar en la potencia cumbre del gozo de la vida, en la procreación, y hasta en el jacarandeo, y ante su ocurrencia uno tiende a la risa y la expansión que sana. Y el de la otra lo que trae a la cabeza es el suplicio del dolor y la muerte, que sobrecoge en el susto, la culpa y el temor, y tara la alegría hasta dejártela engurruñía, si te descuidas para siempre. Por supuesto que no puedo dejar de ver la tontería supersticiosa que lastra en el fondo la fiesta ritual de la (I) ni de comprender que, a pesar de todo lo siniestro y sucio que arrastra desde siglos en su imaginario, la superstición de la (II) también engloba en su creencia a parte de esa parte del ánimo humano que trata de buscar la explicación a lo que es inexplicable. Vana manía siempre. Más buscándola precisamente donde menos puede estar. Pero que está ahí y todos la tenemos. Y eso es precisamente lo peor. Ahí es donde reside lo chungo. Por esa puerta falsa del espíritu es por donde entra su horror para anidar. El valle de lágrimas. El cielo como premio al dolor del penitente… El castigo de abstenerse de todo goce carnal hecho castidad… El gozo como algo sospechoso. El sufrimiento como algo grato a la divinidad.
La tercera curiosidad que surge de contrastar la veneración de estas dos veneraciones son algunas coincidencias en los gestos. En general es completa en cuanto al concepto de procesión religiosa en sí, aunque con cierta diferencia de registro. Pero es exacta en cuanto a, por ejemplo, la voluntad de sus devotos de trasmitir su crédito a la propia descendencia. Es decir en ambas hay progenitores que llevan a sus hijos a besar pies o tocar puntas de nabos. Para que alcancen las gracias y aprendan a cogerle gusto al culto que a ellos les pone. Yo… iba a decir que, ya puestos, preferiría mil veces improntar a mi hijo con el toque de un tieso capullo antes que con el roce con la punta de los pies torturados de un muerto, pero la verdad es que no me parece conveniente ninguna de las dos alternativas. Yo, lo que le diría en ambos casos es, mira hijo mío que tontos podemos llegar a ser en esta vida. Para que así tratara de trascender a esas sandeces que nos son tan propias, y, aunque no pudiera quizás quitárselas del todo en modo alguno, pudiera por lo menos aprender a jugar a descubrir la inexistencia de la verdad infinita mirando por encima de las supersticiones, usando el potente magnetismo de la esfera de los mitos como usan las sondas espaciales los campos gravitatorios de los astros que encuentran a su paso, buscando el rebote del toque tangencial para escapar de su atracción echando leches, aprovechando la fuerza de su gravedad ganando perspicacia para mirar más lejos. A ver, más allá, de carambola, cosas a lo mejor más serias.
Sin embargo… Mira, justo iba a ponerme aquí en plan resoluto y doctrinario, diciéndole a esta Piara que es ya una sola Gusanera royéndose el Conejo en el que habita y que, lo más importante, justo ahora, en estos momentos de crítica apretura, es cambiar de chip antes de que nos carguemos el invento. Cerrar ciertos programas que ejecutamos desde que el Tiempo es tiempo. Darnos cuenta del peligro sin razón que tiene el hecho religioso de los grupos y de la insania que maneja los hilos de sus dogmas. Comprender que si el negocio de las armas va a acabar es porque ya no nos podemos permitir matarnos los unos a los otros. Dejar de usar nuestro discurrir por la existencia como una mercancía de mercado. Quitarnos de la consumina como de un tabaco que nos va a matar hasta al estanquero. Pensar que el único mundo que podría ser posible es otro. Otro en el que, para dejar en pocas palabras definido el sentido general que habría de tener, llegarse a plantear iglesias de más de un miembro no fuera ni siquiera concebible. A no ser que fueran bacanales. Pero de pronto me he visto aquí, con el índice levantado en plan aleccionador, sentado en está silla de oficina con ruedas giratorias del Alcampo, dictándole criterios a la pantalla de un ordenador a través de la punta de mis dedos, en plan maestro malo, y no me ha gustado la pinta pantocrata que tenía. Sobre todo por ridícula. Y porque no es mi plan sentar en este asiento ningún tipo de importancias, para no dejar nada importante que sentar. Y porque maestros de eso ya hay muchos en el paro. Y porque… para… Pero, oye, me voy a mear. Que es que me estoy meando. Y no está bien que por filosofar se mee uno, no ya fuera de tiesto, ni en los pantalones, sino en el mismo sitio desde el que se contemplan los aconteceres, que en este caso sería el culo del sillón con ruedas, este, del Alcampo. ¡Te veo luego en el siguiente post!, síiii, después de haberme lavado las manitas. ¿O era antes de, cuando se las tiene uno que lavar? Eso es lo que me pasa. Nunca consigo acordarme de las normas. Y así me va. Bueno. En cualquier caso en este caso, no vas a saber si me las lavo o no, así que si te huelen a algo raro los caracteres del siguiente texto… Aunque nunca podrás saber si es porque no me las lavé después o es que después me fui al templo de Tagata a tocar falos benditos.

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