3 ene 2016

Rollos matutinos 93

Principio armónico

Así que, levantado que me hube el primer día del año, libre de resacas como todos los años desde hace mucho tiempo, y viendo que estaba haciendo una mañana como que de verano, me hice unos bocatas y me cogí el coche y me bajé a la playa a ver si de verdad estaba la cosa como para darme un baño. Por el camino de más de diez kilómetros de curvas que tengo de bajada desde las alturas frente al mar, en la radio pusieron en directo el concierto de año nuevo que tradicionalmente hacen en no sé que auditorio pero desde Viena. Y, a medio camino interpretaron El Danubio azul y no te digo nada lo que fue ir bailando con las curvas en mi viejo cochecito sobre aquél idílico paisaje al compás de ese vals tan magistralmente interpretado, que era como ir planeando sobre una alfombra mágica a través de un aire cálido y luminoso en un encuadre lleno de colores pastel de todos los aromas. Sí, dicho así suena como una cursilada, pero durante la audición de la ejecución de la obra me dije, joder, de verdad que es una pena no estar en una ciudad interesante y grande y no tener roce y vecindad con la gente creativa o al menos poder llegar a ser espectador de actuaciones como esta que está ocurriendo en este momento en Viena, pero qué gozada es de todos modos tener el privilegio que estoy teniendo en este momento, gracias a la causalidad, y a la tecnología, de darme este gustazo que me estoy dando yo ahora aquí, viéndome, solateras, en este sitio tan espectacularmente abierto al cielo, bajando a darme un baño en la playa el día uno de enero acoplándome a las curvas de la carretera al son de este ilustre vals tan magistralmente interpretado de música de fondo de la escena, como bailaba el trasbordador espacial aquel con la estación espacial aquella de la inmortal película del Kubric. !Pero con tanta luz y colorido! Mira mi cochecito y yo, sobre un cuerpo celeste redondo y azulado que gira como loco alrededor de un Sol que está en sus coordenadas invernales pero que es como si estuviera radiando la templanza de una luminosa primavera tan armoniosamente placentera como El Danubio Azul. Veo por un momento mi situación en ese universo de existencias que forma el conjunto de la masa biológica en la que algún tipo de causalidad me ha puesto a viajar a través del Tiempo por el Cosmos y me digo que desde luego, no sé dentro de un momento lo que pasará, porque tales son las leyes de la incertidumbre, pero ahora, coño, soy un puto privilegiado de la leche. Y el hacerme sabedor con la razón de estar disfrutando un privilegio me hace sentir aún más feliz de lo que lo estaba siendo por el hecho de estar gozando simplemente de la armonía del momento. 
          
Que tales son las cosas de la payasez humana.

Luego se acabó la música y yo seguí conduciendo en la nube de gloria a la que me había trasportado, hasta llegar a uno de los pueblos de la costa, y me di unos frescos chapuzones en el agua limpia y turquesa de una playa sin gente. Para celebrar la entrada del año con unas abluciones que, no sé si se podrían calificar de santas, pero sí, seguro, de más placenteras que la hostia.
¡Feliz año nuevo a todo el mundo empezando por mí! Me dije mientras me secaba bajo el sol luminoso con una toalla con aroma a limpio. Que todos los ratos difíciles que me depare el futuro sean como este. Propuse a mi destino, complacido, acordándome de Venus, que, según dicen, cada vez que se metía en el Mediterráneo recuperaba hasta la virginidad.
Bueno, yo no me atrevería a pedir tanto, sobre todo porque lo mismo interpretan los dioses  la petición hasta su último extremo, y la malicia adquirida con el paso del tiempo no me haría gracia a mí perderla, para nada. Pero una mejora general del chasis... ¿Valdrá de algo lo de invocar a Mefistófeles?... Vamos a dejarlo, que a lo mejor, si el año sigue así como ha empezado, puede que con las aguas de abril y el sol de mayo... me pase lo que al olmo de Machado.
De entrada parece menos tétrico, y, en cualquier caso, sería desde luego una transación mucho más propia de lo hispano.

Leer más