30 dic 2011

Rollos matutinos 57


Inritación


Qué planchazo. Y qué inritación. Justamente el mágico día que principia la muerte del invierno. Primero la inritación y luego el planchazo. Seguidos. Así. El uno detrás de la otra. Como dos patadas en los güevos.
La inritación fue por el inri del crucificado presidiendo la constitución de la jura del Schpañiaschs. Estaba cantado. Que iba a estar allí. Sí. Ya. Pero de todas formas su repre sentación me puso alborotao cuando lo vi en el vídeo de El País. Aunque por otra parte, y al mismo tiempo, también me dio como que cierto regustillo el haber acertado en la previsión de que iba a haberlo. Lo sabía lo sabía, se dijo algo chispeante en mi interior, sintiéndome más listo en no sé qué por el acierto. Como un tonto. Pero sabido es que el creernos más listos en lo que sea nos hace gilipollas hasta el extremo de alegrarnos de sufrir el mal que habíamos sabido prever con agudeza. En este caso no hacía falta ser vidente, desde luego, pero yo ya lo había estado viendo. Y el único detalle que me faltaba por ver era si, quién correspondiera, iba a ponernos el cristo con algo de churrigueresco en la factura y cierto minimalismo en el retorcimiento, o si elegiría uno al revés. Y la realidad es que lo barroco ha estado, si bien minimal, bien presente y en todo el basamento que sujeta el instrumento de tortura, como corresponde al factor que representa impone y reivindica en ese sitio impropio, y que han sido los palos de la cruz, de un pulido cilíndrico opus dei, los encargados de dar a la figura del suplicio un toque neoclásico más acorde con los tiempos. Del retorcimiento en la postura no puedo decir mucho porque todavía no he visto ninguna foto de frente del cadáver, pero por lo que se ve es de oro y etilo realista. Haciendo ligero cucunete con el culo a la derecha. ¿Siempre tienen todos los crucificados el cucunete a la derecha? Ahora mismo no se me venía a la mente el haber visto alguno que pendiera en su retorcimiento con el culo hacia su izquierda. Pero eso no quería decir que haberlos los hubiera. Mira tú un buen tema para una buena tesis para no sé que rama del saber de la Sociología. Me he dicho tecleando en google para buscar imágenes y disipar la duda. Porque esta búsqueda en la red no me la hice en el momento de ver el cristo el día en que empezaba la muerte del invierno, sino ahora en el de escribir el texto. En el momento de ver el cristo sólo fue la inritación total obnubilando todo, ¡por qué el Schpañiaschs este tenía que ponerme en el Estado esa escatología perversa y enfermiza, emblema de una organización tan milenaria como plena de pecados, por el rollo macareno de que es tradicional a no sé qué costumbres que desde luego serán muy suyas pero que no son mías para nada!, y entonces me puse a buscar en la red a ver si encontraba alguien por ahí que estuviera tan cabreado como yo y encontré una página de un menda que también lo estaba y le puse un comentario enardecido a su cabreado post, como forma de buscar el desahogo en el arrimo tonto que da el mal de muchos. Después lo que hice fue ponerme a buscar fotos para ver cómo habían dispuesto los presidentes anteriores los fetiches de sus consagraciones. Y ahí fue el planchazo. Porque cágate lorito, yo estaba achacando la entera propiedad del muerto al niño Schpañiaschs y resulta que la misma crucifixión había presidido la de Zapatero y al menos una de las de González. Y, según fui encontrando imágenes documentales, parecía que, después de Suárez, que lo hizo de rodillas en un reclinatorio, con la facha de ir a hacer la primera comunión, y a los pies ensangrentados de uno policromo y casi de tamaño natural, el macabro objeto en sí parecía haber sido el mismo en todas. También era la misma la mesa y los cojines y esa mantelería de rancios terciopelos recargados en recamados oros de otros siglos sirviendo de altar en medio de ese mismo espacio retrete de Palacio, habitación ahogada de recargos y tapices costosos y reviejos, sin vida respirable y sin ventanas. Sin embargo sólo tres de los presidentes democráticos habían jurado en lugar de prometer. Entonces, ¿Qué pinta ahí la imagen de un yonki en pelota picada, sangrando como un cerdo, grapado en unas tablas? … ¡Yo prefiero a Baco, yo prefiero a Baco! (Mamma Ladilla), y soy también por suerte o por desgracia súbdito español. Y como tal tengo que tener pleno derecho a no tener que contemplar ese tipo de sadomasoquismo instituido como algo de obligada pleitesía. ¿Por qué ninguno ha quitado esa carga del principio de su cargo? ¿Por falta de coraje o de laicismo –y entonces me tengo que dar otro planchazo- o es que tenerlo ahí es una prerrogativa de la real gana del Rey que hace como si en su casa y no hay otro dios que valga? Pero, ¿eso no era anticonstitucional? En cualquier caso… Cómo va a ser…! ¡Hasta cuando…! Ah, que porque pueden, pues yo entonces, y por la misma razón, me jiño en esa simbología con el total derecho a réplica que me da la obligatoriedad ilegal con la que me la imponen.
Habrá que leer la Cruz y la Corona, de Puente Ojea, a ver si a lo mejor me desinrita un poco que alguien diga algo en condiciones sobre el tema.
(Y por cierto, sí hacen cucunete en su pender los crucificados tanto a derechas como a izquierdas, e incluso en tiesas rectitudes también están ahí expirando eternamente, en su artístico sufrir a lo largo de su historia, pero no sabría yo decir si el porcentaje es fitti fitti. Y hay que ver que galería de logros del arte del horror sanguinolento sale si le pides al buscador que te busque fotos de ese objeto venerado).

Hecha esta deyección, dejé la inritación clavada en la plancha de la plancha y me fui ligero a lo alto, a ver ocultar la Tierra al Sol en ese día, porque era el apogeo del invierno y por tanto el inicio de su inexorable decadencia, y es bueno santificar este instante saliendo si se puede a donde puedan entrarte los rayos del cosmos en el coco. Mañana en todo caso habrá un par de minutos más de luz, me dije usando la astrología en plan ungüento, aunque durante un tiempo sea lo normal que vaya haciendo un poco más de frío cada día. El sitio desde donde lo estuve contemplando está a mil y pico metros de altura y frente al mar. El aire estaba claro y se veía con toda nitidez toda la costa de Argelia y de Marruecos hasta el estrecho de Gibraltar y desde allí, Málaga y casi toda la provincia de Granada hasta mis pies de nuevo. La parte de Almería me la tapaba un cerro a mi izquierda. Pero cien metros más arriba habría podido ver también hasta el cabo de Gata. Así que me sentía como un dios contemplando un atlas en 3D y a escala natural. Por primera vez pude comprobar que el Sol se ponía en estas fechas al otro lado del mar pero no se ocultaba tras sus aguas como siempre había creído, sino tras una montaña, creo que de Marruecos, de doble joroba muy característica, que se me reveló como una marca geográfica perfecta del arco del solsticio en el horizonte. Hasta ahí justamente llega el Sol en su vaivén, después el resorte vuelve a saltar de inmediato su juego oscilatorio para atrás. El cielo era una explosión alucinante de rojo azules verdes y amarillos y el mar era de plata con caminos dibujados por variaciones en el tono a veces un poco violetas. Por aquí y por allá se veían minúsculas embarcaciones que a veces serían pequeñas de verdad y otras enormes cargueros y buques tal vez de placer o militares. El rodar de la Pelota de mi Mundo hacia la Noche se iba comiendo el Disco Solar milímetro a milímetro y viendo así el movimiento de los astros uno comprueba lo infinitesimal, cósmicamente hablando, de la estupidez humana. De tan infinita prepotencia, sin embargo, como dijo Einstein. Me pongo a mesurar con el patrón medida que sale de este observatorio la base barroca del indebido crucifijo, lastre de un quehacer público más universal, y la superstición y la superchería que emana de todo ese entramaje de dioses y poderes me hace reír con ganas mientras compruebo que soy parte de una especie de locos raramente geniales y a menudo sanguinarios. Una Gusanera que está confinada en una Bola a punto de acabar con el conejo que agusana, viajando sin parar girando como loca alrededor de infinitos centros a la vez y creyéndose el centro de todo el Universo. Y el caos frenético que advierto detrás de la apacible foto de postal que estamos contemplando, me da el equilibrio y la gracia de la auténtica energía universal, que, al contrario del susto religioso de los ídolos horrendos, siempre me trae a mí un cierto regocijo profundo y sereno, muy gratificante. Como un gustoso cosquilleo liberador en las partes tiernas de la zona razonable. Ciertamente, también yo, sólo podría llegar a creer en un dios que bailara.

Y, acabado el ocaso, me vuelvo para casa con mi colega y mi perra perdiguera, propiciamente unidos por las coordenadas del Aquí y del Ahora, en nuestro cuatro ele, más anchos que largos, tan campantes. Como los más ricos del mundo en este tránsito. Sin fardo espeso de agonía de crucifixión alguna. Ahí lo llevan quien lo lleve. Me digo. Y me dije. Y me dispuse a pasar la noche más larga del año hilando cuentos que proyectaran, contra la oscuridad de salterios y liturgias, chorros de espejismos en la quimera implacable del Conocimiento que jamás se puede comprender. Espero por lo menos haber servido para pasar un rato. Porque eso es lo importante, y porque en esto se me ha echado encima el tiempo en el que se me acabó la gana. De seguir dándole vueltas a la cosa. Pero… de pronto una imagen final me dice que la espere: ¿Y si en lo social estamos también en un solsticio del que hayamos llegado al apogeo del pico de la curva, y ahora sólo nos queda volver a desandar para atrás el arco de un progreso que no da para más? Yo… no sé. Pero sea lo que sea y esté donde esté esto ahora, aquí, en este punto final al fin te dejo.

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13 dic 2011

Rollos matutinos 56


Pantocrátor

A la tercera con tracción, y por el coño la crisis, sale a presidir el Ruedo el Niño Schpañiaschs.

Y algo habrá que decir.
Y antes de probar a decir nada lo primero es dejar bien sentadita una idea primordial en cualquier tipo de ensayo en este tema. Y esa te la voy a concretar en el más perfecto idioma de la filosofía: Dirregierungensindschaisse. Que es como sonaba lo que una amiga mía rusa decía en alemán de lo de que los regentes estén siempre tan íntimamente unidos a la mierda. Siempre. Y todos, oye. Que en alemán ella decía
alles. O sea, al es. Es decir que de que lo son. Al punto. Indefectiblemente. Estos, aquellos, y los que pueda que lleguen a surgir de cualquier sol futuro que alcance a criar alguno con poder. De que nacen, los regentes, como las larvas de las ranas en los charcos, son renacuajos que tienen que prosperar en un caldo de mierda. No puede ser de otra manera. Porque es lo suyo. Por definición. Desde aquél cromañón en las cavernas y hasta el de la Fundación del imperio galáctico de la ciencia ficción del Asimov.

Y si sale alguno limpio, el propio proceso se lo limpia. Lógicamente. De inmediato. No puede ser de otra manera. Como a un extraterrestre que no puede soportar la atmósfera de oxigeno.
Y es que cualquiera que piense se da cuenta de que mierda sin poder no sólo cabe, sino que cunde y corre de todos los colores por los propios fundamentos de la Vida. Pero poder sin mierda… ni tiene sintáctico sentido ni hay dios que lo conciba ni ministro para qué. Quien gestiona digestiona y en todo proceso digestivo, sobre todo habiendo chicha, por lógica, tiene que oler la cosa a caca por muy bien que funcione el intestino dirigiente. Sin embargo, curiosamente, todo el que busca abrigo a sus carreras en esas cochiqueras lo primero que procura, desde el principio de los tiempos, y con monomanía, es cubrir la propia avaricia en el deleite por la pringue, con el principio inalienable de que él, por principios, no es como los otros. El bien común. Las patrias. El espíritu de sacrificio. La responsabilidad. El servicio y la entrega o la revolución… Son trampantojos similares de un mismo contenedor de turbios intereses. No hablemos ya de los que dicen hablarnos en nombre de los dioses. Se dirige digiriendo. Y el aparato digestor lo controla la parte refleja del cerebro que está fuera del sistema razonable. Así es como la nave va. Y la planta del político sólo en medio de ese abono crece, y florece y fructifica en su prole de tomates y de logros y fracasos hasta alcanzar la gloria de hacer más o menos historia con sus hechos más o menos sangrientos según toque. Esas artes son la biología del regente incluso antes de llegar a la regencia. En realidad el embrión de ese metabolismo está ahí desde sus más puros comienzos. Más decidido cuanto más se vaya haciendo el aspirante con su fin. Y siempre en forma sustantiva. Porque la política no trata de otra cosa sino en eso de andar llevándose a la boca a mano limpia y sin parar ese tipo de sustentos y nutrientes.

Otra cosa es que la Piara no pueda subsistir sin estos limos. Pero que así son de guarros no hay tutía.

Sólo dando por sentada esta realidad puede tener algún sentido andar sacando chispas a la comparación entre los polos de la pila de las cracias y sus cargas más o menos diferentes. Pero, aunque los arcos que surgen de ese juego alcanzan a veces voltajes incluso peligrosos, la verdad es que su luz insustancial es siempre fría y siempre dibujan el mismo baile de imágenes eclécticas de un mismo aburrimiento insulso y sin sentido, que poco alumbran nada interesante.
Yo, por eso siempre llevo a pastar a mi pensancia lo más lejos posible de esos pastos comunales. Sin embargo a veces es imposible no cruzarlos aunque sea sólo de paso. Como es el caso de este postveintene en que, como en el post de antes, algo habrá que decir como conjuro para poder dejar después de rumiar la mierda de estos rollos para siempre. A ver si soy capaz de hacerlo en unas cuantas parrafadas, con cuatro ilustraciones, y un par de citas gráficas sobre en qué nos va a cambiar el pelo el cambio que nos acaban de vender:
Antes de las elecciones circuló en el chorro de opinión anónima que corre por la red un mensajito con una frase de Bernard Shaw: Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo y por los mismos motivos. Que desde luego es genial, pero que en el caso concreto en que trataba de aplicarlo el que la puso en la corriente tiene miga. Porque en concreto este cambio, consigna levadura de la masa tonta e indignada, no era aquí a un pañal limpio, sino todo lo contrario. Aquí el cambio era volver a ponerle al niño los de la anterior cagada, que llevaban años reapestándose con rabia en el cesto de ropa por lavar. No sólo sin haber sido lavados, sino que con las mismas barbas zurrasposas y resecas. Como así ha sido decidido por amplia mayoría. Si no hay pañales limpios es hasta mejor dejar al niño sin cambiar mientras se encuentra uno, digo yo, o, en todo caso, lo suyo es dejarle el culo al aire mientras tanto. Pero en cuanto a eso, hay férreo consenso de la madre masa y del padre amasador en decir que es el peor de los peligros quedar expuesto a corrientes que pueden ser mortales.
Se puede sacar también la misma conclusión de moraleja con el chiste aquel de la tía guarra, que se tiraba con las mismas bragas medio año y luego se las ponía del revés y decía, ¡ah, que a gusto se queda una cuando se cambia!
Y así ha sido talmente. Y de hecho, al mismo instante de ganar el recuento del cambio, la sensación de novedad y a ver qué pasa así, que había logrado crear en buena parte del ambiente, pasó de percibirse como algo quizás incluso oxigenante a un madre mía… ahora si que la hemos hecho.
Pero, ¿qué es lo que prometía cambiar el cambio? Ah, eso es un misterio todavía y creo que el mejor resumen de intenciones y programas prometidos por el cambio durante la campaña lo tenemos en esta joya de oratoria soltada por el presidente popular de Baleares en uno de sus mítines:
(Con voz enérgica de mitin)
Sabemos que es lo qu’hay que hacer y lo vamos a hacer. Y por eso hacemos lo que hemos dicho que íbamos a hacer. Y por eso seguiremos haciendo aquello que nos toca hacer a pesar de que alguno no se crea que vamos a hacer lo que hemos dicho que íbamos a hacer.
(Aplausos, que es lo más alucinante, multitudinarios, de máquina electoral bien aleccionadita.)
Y el Schpañiaschs, ¿qué era lo que anunciaba él que tanto ha atraído? Poco. En realidad nada. Con estas dos citas se puede condensar el perfecto resumen de toda su propuesta:
Por una parte, en campaña:
(dicho marcando contundencia con el gesto de mano que hizo famoso el famoso movimiento del Caudillo.)
A losch schpañoleschs nosch hace falta un gobierno con redañoschs, que haga lasch coshaschs como Diosch manda. (Dicho a la sombra de Santiago de Compostela, para más olor a vota fumeiro)
Y por otra, proclamada desde el balcón azul de la victoria y refiriéndose, ahora sí bien clarito y antes nunca pronunciado, a que esto está jodido y nos vamos a enterar de lo que vale un peine:
(con el mismo movimiento machacón de mano y tono de arenga nacional que no nos vamos a quitar de encima en años)
…Pero esch en losch momentoschs difícileschs donde sche forja el temple de losch hombreschs y losch puebloschs.
(Otra vez aplausos de máquina electoral ahora enardecida, sobre cuyo mar glorioso de cabezas y agitadas banderas azulongas navega en el aire de la noche una pancarta blanca que pide, como dios manda, la penalización del aborto.)
Y levado por los aires imperiales de temples y redaños, yo me veo de nuevo trasportado a aquella edad de oro de mi escuela franquista, de la reina católica y beata, del florido pencil y el maestro con la vara, otra vez con aquellos pantaloncitos cortos, los mismos que nunca he podido dejar de ver en las canillas del alma del ahora futuro presidente de la futura Schpañia, en medio de una de aquellas edificantes lecciones de Viriato. Eso sí, ahora viene el soniquete a gesta de eternidad vetusta y cotidianidad revieja combinado con un chorro musical polimoderno, que arrejunta cierto toque puntera de lo más con lo más claramente borreguero, a manos del mismo disyoque que puso punto erótico al deobotellón de la visita del Papa. El Pulpo de la ocasión, o la ocasión del Pulpo. Es curioso. Pero no sé si esperanzador o aún más preocupante.
Si ahora pongo este otro soniquete de parte de la sección femenina de ciertos mítines peperos valencianos, acabo de bosquejar el trailer de la banda sonora que nos toca:
(Con la música de Somos novios, y en coral)
Somos madres, mantenemos nuestra casa limpia y pura, como todos, trabajamos sin desdén, no hay duda alguna, choferesas, enfermeras, cocineras y modistas, pedagogas, cantantes y hasta artistas, cuentacuentos, albañil y economista. Somos madres. Alguna cana en nuestra sien se nos asoma y lloramos cuando hijo ya mayor nos abandona, nos engaña recibir alguna flor y un achuchón, pero más nos gusta un bolso de Vuitton, sin hacer más comentarios. Somos madres, somos madres, somos madres.

Y, ¿esta picardía venial del bolso casquivano, en este entorno de puro gineceo, reivindicando el lubricio del gusto por el lujo de marca cara y de diseño hortera, en la maternidad de ellas, no viene a ser algo en algo parecido al guiño cochinete que se marcó el Schpañiaschs a la erótica casposa del Santiago Segura de Torrente? Porque abrió su campaña en Twiter con una foto que se sacó con él para tirarse un moco, no sé si sólo electoral pero tan efectista como inclasificable, algo así como que un poco de público arrimo a lo incorrecto si bien bien popular, para revitalizar la mustia piel del gesto adusto, que exigen marcar el temple y los redaños canos de su como dios manda, con un pequeño toque de sabor a pimentón. Al fin y al cabo lo que más pone a la masa es lo procaz, debió decirse, y el Torrente conjura a la perfección la atrayente apuesta por la revolución de lo incorrecto con el gusto más tradicional del grotesco pata negra.

Todo un fenómeno social lo del Torrente. Yo me vi el 4 la otra anoche, en compañía de un amigo mío inglés, que nunca había oído hablar de esa imaginería escatológica tan actual tan de masas y tan nuestra. Es algo que desde luego, aunque sólo sea desde el punto de vista sociológico, es imprescindible conocer, le dije. Y nos la pusimos. El inglés se rió en algunos gash con ganas, pero también dio un par de cabezazos. Yo también me reí a veces. Pero sobre todo no paré de alucinar calibrando cómo se hacía, de la caspa más hispana, mezcolanza lúdica de líquida anarquía para masas neocutres. Y reconociendo el éxito que tiene, entre cierto género de personal ibérico, el juego recurrente, que hace durante toda la película, con aquella escena primigenia de la famosa pajilla entre colegas, tan machos como prototipos del esperpento corriente y nacional, me hice yo un tratado sobre lo fantasmal en el erótico del masculino vulgar establecido que no me venga usted con freuds ni con paulovs.
Cuando acabó la peli, mi amigo inglés me preguntó tajante, como forma de centrar los sesudos análisis que yo trataba de hacerme sobre ella: Pero a parte del interés sociológico y todo eso, ¿a ti te ha gustado o no? Y no supe que decirle. Tampoco lo sabría contestar muy bien ahora. Quizás la respuesta sea ni si ni no sino todo lo contrario, porque mi interés por el fenómeno esté muy por encima de un triste gusto monosílabo. Segura me cae bien y sé que como él, lo que hace es único en su género. Y que si algo buscara él del Schpañiaschs sería la puta pela sólo. Pero, ¿que es lo que el Schpañiaschs había buscado de él públicamente? Y entonces vi de pronto que no habían sido sólo unos posibles votos, que en el estreno del 3 ya había hecho ostentación de su asistencia, que muy posiblemente lo que le movía fuera admiración sincera, de tipo visceral y de una insoportable ambigüedad tan pegajosa como la línea fría de sus labios. Y entonces comprendí en un escalofrío que el tiempo que se adviene, además de ser mariano en toda su etimología, también va a traernos sin remedio en su legislatura un torrente de actuaciones caricaturescas propias de el del brazo tonto de la ley. En el fondo igual de cómicas. Seguramente con el mismo rebozo de harinas rojo y gualdas. Pero en plan serio. En las tres dimensiones de la realidad. Y sin escapatoria.

En cualquier caso, la Transición ha muerto, tan mansa como siempre y todavía inconclusa aunque ni mucho menos virgen, en la misma fecha de su nacimiento histórico, y lo que ha empezado ahora es la Transacción, en el sentido más bursátil que la palabra tiene, que es la que se va a encargar de llevarnos otra vez a una dictadura, pero esta vez regida por la Globalísima Banca.

Que las Espe culaciones de los hados nos pillen bien reídos.
Aunque maldita sea la gracia.



Pos post:
Claro que es verdad el principio de mi principio de que al fin todos son igual de indeseables. Pero el olor a altares que traen pegado al culo estos me molesta y me preocupa. Sólo va a servir para reenquistar caudales de antiguos movimientos. Estoy seguro de que perjudica seriamente la salud social. Y pienso que con esos humos habría que hacer como con los del tabaco. Que se los fume quien quiera libremente. Pero fuera del ámbito público por ley.

Encuesta final:
¿Habrá crucificado en la constitución de la jura del cargo del nuevo gobierno? Será significativo. Ojalá no. Pero yo me temo que además va a tener algo de barroco en su factura, si bien, ¿quizás con un cierto toque minimalista en el retorcimiento? ¿O va a ser al revés? Vamos a verlo.


Nota y fe de imágenes:
La primera no es mía, yo sólo he puesto el púdico velo para significar el misterio que se traen con lo que va a acabar metiéndonos. Viene de la red, la bajé de una página gallega pero hace mucho, y ahora no encuentro dirección que darle. La otra es la que colgó su comité electoral en twiter. El tercero al fondo creo que es Julio José, Iglesias.


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18 oct 2011

Rollos matutinos 55

20-N

Anal isis

Porque algo habrá que decir sobre esto antes de pasar del tema para siempre.

Lo primero que pensé cuando leí que las elecciones iban a ser el 20-N fue que esa elección no se había hecho sin pensar. Al menos un rato de si sí o si no tuvo que haber. Y quizás sea el sutil inri que supone un fino regalito personal de Zapatero. Un detallito final e inteligente. Un toma ahí por si te jode. Porque de entrada es una buena forma de quitar para siempre a esa fecha la exclusividad de un recuerdo aborrecible. Pero al mismo tiempo que es una ocasión perfecta de superar para siempre el trasgo si gana el convocante, lo es de dejar marcado el triunfo del rival eternamente con un cierto olor de resucite. Y por eso, del mismo modo que yo, el adversario, de eso no puede caber duda, lo primero que pensó al enterarse de la convocatoria ansiada fue, coño, mira que ir a poner ese día el hijoputa. Pero se tragaron el sapo de forma predecible sin hacer ni el gesto de un mal glusp siquiera, de una parte por el subidón que tenían de haber llegado al fin a ese momento por el que habían vivido ansiosos durante cuatro años, y, además, conscientes de que no les cabía otra que hacer como si nada. Aunque saben que algo hay en el maíz de ese detalle, y que ahí lo llevan.
Después…
Después me entró un retortijón de pensar que la banda del Rajoy pudiera llegar a la presidencia del gobierno.

Ahora, después del tiempo arrollador de baños y follones veraniegos, en el que el aire playero se lleva el muermo de las tonterías, me pongo otra vez aquí a la cosa anal de los isís, a ver el porqué de aquél retortijón. Y los isís es que hay en los anales dos fotos que todo lo resumen. Aunque en realidad son tres y en verdad sólo consistan, como la Trinidad, en una. La primera es la del señor Rodríguez Zapatero, y es la del pringao que le ha tocado comerse con patatas el marrón de una crisis planetaria que veremos en qué acaba. Dentro del gesto amargo que le ha supuesto el trago que no quería tragarse por nada de este mundo, se lo acabó tragando como un niño responsable el aceite de ricino, buscando por encima de todo la gobernabilidad de un Barco que, al fin, como dice el poeta del Mar y de la Vida, carece por definición de ancla, gobernalle y remo, y sólo lleva a bordo una Piara con deseo compulsivo de consumo y miedo colectivo a naufragar, que es el peor lastre que se puede llevar en una travesía. Es en resumen, la foto del hombre que, bueno o malo, es el que más ha perdido con la crisis. La segunda es la del señor Rajoy, ente rancio de folclore arcaico y revenío, dicción pastosa y barba con olor a naftalina. La suya es una foto de pegajosidad antigua que recuerda a aquél hombre del casino provinciano, y trae al tacto alamares de regusto por la sangre de los toros y el humo de los altares, al que sólo le ha sacado de la cara el muermo de una segura cincuentosis perdularia que tenía, la oportuna aparición de la bendita crisis. Y la reciente convocatoria de la fecha, aunque tenga que ser el 20-N, por cuya única mística llevaba cuatro años viviendo sin vivir en él. Él es pues, no sólo el español al que mejor le ha venido la crisis, sino el que más profundamente se alegra de ella. Día a día. Más cuanto más chunga se ponga. En ese sitio del alma pura en el que la razón no manda. Porque desde que apareció en escena el desastre de la economía, está que da palmas con la orejas, y le ha cambiado hasta el color mustio de la piel y desvelado los ojos de la anterior melancolía que arrastraba.
La tercera es Rubalcaba. Y es sin duda de las tres hipóstasis la que tiene, según todos, el futuro más peludo. Pero también es esa figura que, como el patito feo, puede que al final resulte el pajarito al que le podrían crecer alas. Y acabar a lo mejor, siendo ese espíritu que como la santa paloma, coyunde. Engendre. E incluso hiciere concebir lo inesperado. No en terrenos vírgenes, eso está claro, pero sí a lo mejor en alguno que encuentre por ahí todavía no del todo emputecido. Puede que a lo mejor se atreva a hacer una campaña que por primera vez sea dentro de lo mismo diferente. Que marque incluso cierto tipo de hito en el estilo ahíto al uso democrático. Desde luego en él puede caber aún algo de sorpresa, de crisálida que acaba en lepidóptero, y el otro, en cambio, no dejará de ser más que un triste anuro tan baboso como pardo que, aunque puede naturalmente comerse lo que la ocasión le pone ante la boca, si le acaba besando la princesa de la suerte, lejos de resultar príncipe jamás, lo que resultara sin duda es rana.

Mi reino no es de este mundo. Tengo que decir ahora para aclarar conceptos. Y por eso viene bien este símil trinitario. Porque de la misma manera que no soy cristiano y creo que debería estar prohibida por higiene social cualquier religión de más de un miembro, tampoco soy demócrata. Y creo que nunca puede ser bueno algo que dependa de la mayoría como lógica. Y que estamos en un orden en el que es mucho más grave fundar un banco que robarlo (Bretch). Con estas dos preposiciones quiero dejar bien claro que veo pues mejor que nadie que estas tres estampas forman parte de un mismo altar, repugnante porque además de ser por fundamento criminal y delictivo, está ya muerto. Pero como por otra parte ni dios, ni puede que yo mismo, quiere cambiarlo de verdad por otro, y como en todo caso va a ser uno de los dos el que se encargue de encarnar el Actor que represente en la Comedia el papel de Piloto de la Nave que no tiene timón, yo, señores, no es exactamente que prefiera que sea el uno, es que me da un retortijón pensar que acabe siendo el otro.

Porque tal cosa no traería ninguna mejoría de por sí, ni en el poder adquisitivo de la Piara, ni en la reestructura del Sistema, ni al cambio global ni al globo del cambio, ni a nada que pudiera devolver vida al Cadáver, sino sólo un velo pesado y polvoriento de letargia pueblerina de españias provinciales con notorias ínfulas notarias que iría recubriendo todo y sin escapatoria con un muermo letal, sofocador de cualquier clase de chispa. No me quiero ni acordar de la televisión de Urdaci.
Y sí claro, está eso de que se jodan, por traidores, por no haber tenido güevos, que no nos representan, y todas esas cosas comprensibles en la indignación más comprensiva. Pero en algo me recuerda ese tipo de castigo a una amiga mía que un día penó a su hijo de seis años, tres fines de semana sin salir, quedándose ella también sin la excursión querida que ya tenía planeada porque claro, el crío había sido malo y tenía que aprender. Y aunque algunos creen que el dolor de ese castigo podría acelerar la gestación de un malestar social hacia un cambio profundo, yo no sólo no lo creo sino que temo que sirviera para todo lo contrario. Pero es que además… yo no acabo de ver eso de que Zapatero haya traicionado tanto, y desde luego en absoluto a mí. Yo las dos veces que le he votado han sido las primeras que lo he hecho en mi vida hasta entonces totalmente abstencionista. Cambié mi intención de voto no votante porque no podía más con el empacho de aquellos ocho años de asnarismo, que por primera vez catamos en nuestra democracia (de los que por cierto el Rajoy fue viceparte y es heredero universal). Nada más. Y recuerdo que el cambio fue como abrir una ventana en una habitación sin aire. Entonces mis votos fueron como va a ser el veinteene, no en sentido pro sino en sentido contra. Sé perfectamente que no se puede pedir peras al olmo. Y por lo tanto lo que hice, y lo que haré, lo hice sabiendo que mi elegido nunca me podría defraudar. Pero es que además, dentro de que por supuesto anda metido en la profesión de capitanear la Nave que vaga fantasma a la deriva y eso es lo que hay, ¿qué es lo que ha hecho de verdad tan malo? Yo sólo veo una cosa, intentar por todos los medios no comerse la crisis a ver si se pasaba y no era para tanto. Y no quiero pensar en qué dirían, los que ahora le acusan de haber hecho tardíos los recortes, si se hubiera puesto a recortar antes de que hubiera sido totalmente imprescindible. O si se hubiera atrevido a pinchar la burbuja inmobiliaria hace unos años. Pues eso.
Hacer ahora balance exacto de lo que haya o no haya hecho el gobierno de la ceja en la legislatura no es lo importante ni para lo del espíritu ni para la letra anal de estos isís ni para nada. Pero, aunque no todo lo que yo hubiera querido, lo cierto es que ha hecho algunos cambios en la sociedad que antes de él eran ciencia ficción pura, y en la economía no ha estado el presidente español más perdido que lo están los europeos. Todos, ha dicho ya alguien, moviéndose de aquí para allá como gallinas sin cabeza. Pero si es sin embargo interesante, y significativo, repasar la única idea que la oposición de la barba ha estado inyectando a todos los debates con intención ladina y en forma obsesa, practicando la demagogia populista hasta lo obsceno, más que nada porque en dos líneas se hace, y porque demuestra que les importa aún menos que a mí la patraña de esa españia que están siempre chupando, y porque tengo el texto íntegro de su monomanía hincado en la sesera, como tenía la criada de Bernarda Alba clavao en las sienes el soniquete aquel del toque de difunto en la obra de Lorca:
laculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatie…
Esa y la de que:
MarianorajoyeslasolucióndeestacrisisMarianorajoyeslasolucióndeestacrisisMarianorajoyeslasolucióndeestacrisisMariano…, son las dos únicas ideas que se les ha oído. Y cuatro años (en realidad ocho) sin hacer otra política que ésta algo tendrá que decir sobre el fondo de la banda.
Y es que las dos opciones a elegir son caras de un mismo cromo que ya no tiene gracia pero hay diferencias de estilos y maneras. Unos son como cornudos apaleados que, de tan educados, encima de putas se creen en la elegancia de pagar la cama por responsabilidad con el hostelero que alberga su deshonra, y los otros, obtusos olegarios que sólo tienen fe en afanarse leña sin importarles nada cómo dejan el bosque.
¿Olegarios pinta bien lo que de mediopelo tienen en el alma? Con eso sólo sería suficiente para salir corriendo. Pero además, siempre se han opuesto a todo avance. Y lo que España ha conseguido sacudirse del cascarón horrible de aquél afganistán franquista ha sido siempre a su pesar y con su traba. Si pongo por ejemplo el que la Aguirre y demás lideresas del pepé deben al pesoe el haber prosperado en su partido, estoy poniendo una imagen que vale más que cien palabras para ilustrar lo que quiero decir en este párrafo. Eso sigue igual ahora (véase abortos y concepción del sexo), y conviene ponerlo en el anal para tenerlo en cuenta en los isís.
Y qué más. Qué más izar para los isís del anal del rollo macareno este. No sé. Que hace mucho mucho tiempo que las naciones no tienen potestad para hacer nada, y menos en economía. Que vivimos en un orden criminal y planetario donde el que no corre vuela y que además se hunde. Y que nadie en absoluto quiere aquí cambiar de barco ni, en realidad, de rumbo. Que aquí lo que está en los deseos de políticos accionistas e indignados es el contrasentido de relanzar el crecimiento cuanto antes. Lo que queremos es volver a tener lleno el dornajo a rebosar de guarrerías y que se joda al que le toque cuando haya que pagar. Cuando debería de procurarse todo lo contrario. Aquí habría que hacer en el orden social de la Piara, con la urgencia de un plan de salvamento de naufragio, una revolución parecida a la del fuego, que marcara en el Saber un antes y un después, que se puede fundamentar con cinco palabras: Dejar de jugar al Monopoly:
Enfriar a ritmo acelerado y todo lo posible la locura productiva de una economía basada en el trapiche del mercado hecho dogma obligatorio de fe por ley inquebrantable de cuatro hijos de puta un ejército de esbirros y una masa de tontos.
Fijarse, dentro de la escena de un programa global desde el principio, en que si hay un modelo no posible es este que tenemos, y en ir desarrollando nuevas utopías (que como aquellas socialistas de finales del siglo XIX tendrán que empezar a surgir de pequeños embriones, pero esta vez sí que con gestación universal desde el principio, por encima de cualquier clase de grupos y de ideologías y más con carácter de salvación de especie que con la idea de buscar un mundo mejor), como la de reducir la población a un par de miles de millones como mucho. Y, usando el desarrollo de la Técnica y del Conocimiento, cambiar el concepto de estarbien, ahora en relación al consumo promovido por una inteligente política de ventas agresivas, por otro basado en un Sistema en el que se busque la ciencia de trabajar hoy, aunque más que mañana, menos que ayer, y promoviendo un uso responsable llegar a crear el equilibrio entre el desgaste y los recursos de la bioesfera. ¿No es un delito irracional venir a este mundo para pasarla trabajando en el absurdo de pagar de por vida la jaula de un piso de mala calidad, con treinta días de vacaciones aplazadas en un sitio masivo, viviendo sin parar en las pantallas virtuales lo que nunca vamos a tener? ¿No sería mejor gastar el Tiempo en buscar en el mínimo consumo, tocándonos los güevos, la Felicidad y…
Si… Ya. Y entonces entraríamos quizás en el Gran Orden de una nueva Lógica que… siempre que lo pienso estoy seguro, no sé si acabará viniendo antes de la auto extinción, ni si sería mejor o peor ni si acabaría trayendo algo del cielo a la tierra o desencadenando otra vez los monstruos que todo sueño racional encierra, pero sí que si se acaba instaurando nos pondrá a llorar por veinte siglos hermosas lágrimas, de romántica añoranza por el brillo irresistible de aquellos valores incorrectos de esta Humanidad que se metió aquel pico de jurujujú en aquella fiesta loca, irrepetible, que se corrió por la ventimononia, rebuscando
el perdido recuerdo de su pasión por el desenfreno de la vida entre la dulce leyenda que dora en maravillas las páginas más duras de la Historia, para siempre. Porque tal de payasa es nuestra praxis y talmente somos de payasos.

Sabido esto es cuando tengo que decir, para volver a dejar claro lo que tengo en el caletre, que yo ya no podría por lo tanto dejar de ser escéptico ante un remolino de cambio social, que de haberlo sería de turno pero que es por otra parte inexistente todavía en el horizonte de las aguas actuales. Aunque apareciera. Por muy prometedor que aparentara ser su giro, y muy atrayente el vertiginio de su revolución. Y consciente de que no sé por cuanto tiempo me va a tocar flotar en este Mar con esta Nave, con toda la fauna que hay en ella navegando, antes de que la Gran Crisis acabe por llegar de verdad llevándoselo todo sin que quepan debates al carajo, y de que la abstención castigo sólo va a servir ahora para echarnos, encima, una pesada cruz vete tú a saber por cuanto tiempo, no es que no me haga gracia el que le toque en suertes la vara de porquero a ese ganao que está ya tan seguro de tener por el mango la sartén, del falso timón que no se ha sorteado todavía, es que me da ese retortijón que ya te he dicho. No porque nos vayan a bajar más aún la ración de las bellotas, que eso podéis darlo por seguro, yo al fin y al cabo estoy ya acostumbrado a vivir con poco, sino porque nos van a matar todavía más de aburrimiento. Y por eso me he puesto en este rollo a llamar la atención sobre la nube que estoy viendo venir. Y decir a quién haya llegado hasta aquí que penséis si no merece la pena quitarles con el voto lo que ya dan por contado, aunque sólo sea por verles la cara que les queda. Después siempre habrá tiempo de seguir agitando la leche de la indignación a ver si no se corta y cuaja algún queso ideal.

El 20-n es también una ocasión histórica, de quitarle el santo derechil, que arrastra por la Historia pendiéndole del culo, a la derecha hispana, que, de perderla, ojo que se presentan con todo ese lodo por bandera, aunque sea en cierta medida volvería a revitalizarse como la mala hierba que no se acaba de arrancar bien de raíz. No quiero ni pensar que fuera en una medida más que cierta.

En cualquier caso, lo tengo claro. Yo voy a votar al gaditano. Porque es la única forma útil de votar en contra de eso y porque antes de votar cualquier acción inútil me abstendría. Y porque siempre han tenido fama de carnavalescos, y a lo mejor hasta le veo algo de chirigota en los ojillos. Pero si es que tiene que ocurrir que pierda, sea. Que tampoco es para tanto. Que aunque creo que eso sólo traería sinsabores, es verdad que nunca hay mal que por bien no venga, y que no hay que llorar por que el sol se vaya, porque las lágrimas te impedirían ver las constelaciones que pone a la luz la oscuridad. Pero maldita la gana. Y desde luego, aunque todos dicen que será, por lo menos no va a ser con mi abstención.
Y soltado ya todo este rollo, me vuelvo al mundo de mis contemplaciones, que para bien o para mal, está muy por encima (o por debajo, en las distancias estelares no existe la mezquindad de ese concepto) de toda esta mierda macarena, al cabo tan estomagante como las entrepiernas de una puta reusada y vieja.


La foto es de Marisa Flores, El País, y como es impagable quiero que sea por lo menos reconocida.

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19 sept 2011

Rollos matutinos 54


Contactos meteoros

Hay veces en que el Tiempo te sorprende con contactos desusados.
Hoy he llegado a la playita donde siempre suelo ir y he aparcado el coche y estaba sacando la sobrilla y los aperos y ha pasado con paso decidido una tía que estaba paseando una especie de perrillo peluche blanco que andaba a su lado con trote contento y saltarín.
Cuarentaitantos, metidita en carnes, requemá, con un moño playero, sandalias metedeo y una especie de vestido pareo multicolor que le dejaba el cuerpo al aire del tetamen para arriba.
Cuando ya iba a cerrar el coche para irme a bañar han vuelto a pasar de vuelta en dirección contraria con su misma marcha.
-¡Está buenísima el agua!- Ha dicho al vuelo sin más, sin mirar y sin parar de seguir andando.
-¿De verdad? ¿No está fría?- He preguntado yo más que nada sorprendido.
-¡Uh, qué va! ¡Está… buenísima!- PRUURRFFRR…
Ha dicho soltándose con soltura natural un gran peo de esos que hacen revibrar en do de culo largo toda la estructura del esfínter en una pedorreta. Sin hacer el más mínimo caso de él y sin parar de seguir andando al mismo ritmo y al lado del perrillo.
-¡Pues que bien, porque ayer estaba un poco fresca!- He contestado escuetamente yo.
-¡Pues hoy está…- PRUFRRPFRUFRRRUUFRRR…- buenísima, buenísima!- PRUFPRRRUFPUFRRPFRRUPRUFP PRRUUF PRUFFF PRUFUUFRRUFFFUF.
Ha seguido soltando como si su ojete nada tuviera que ver con la tormenta, sin parar de seguir andando ligera, gesticulando con las manos sin volver la vista atrás mientras nos perdíamos por el Espacio el uno del otro para siempre, cada uno en la burbuja personal de su momento.

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2 ago 2011

Personajes 7


El hijoputa
Su madre sería una santa pero el es un hijoputa. Con esta vieja sentencia, que viene que ni al pelo, basta para decir todo lo que hace falta decir sobre el noruego ese que ha fabricado y detonado una bomba y luego ha matado a más de setenta personas a tiros, como si estuviera cazando, el hijoputa. Y una vez dicho esto la verdad es que todo lo que se diga después es añadir detalles, y marear la perdiz en muchos casos, que es lo que suele acabar pasando, porque a los medios les gusta rumiar y rumiar los alimentos de que se mantienen, y este es de los que dan más juego. Y en muchos aspectos es interesante, sacarle punta a este tipo de cosas, pero llegado el momento de darle vueltas y vueltas a lo dicho y redicho y vuelto a redecir, yo paso del rollo y mando a mi magín por ahí, fuera de los caminos reflexivos trillados y manidos de siempre, a buscar vericuetos de razón por entre las certidumbres que nunca se recorren. ¿Cómo pueden criar el aire y la tierra estos hijoputas tan grandísimos?, se me ocurre plantearme por ejemplo. Porque como todos este empezó con un espermatozoide entre un millón que ganando una carrera en la corrida se tiró de cabeza dentro del protoplasma de un ovulo caliente. Y ahí se empezó a gestar el hijoputa. (No tiene nada que ver con lo que estoy tratando de tratar, pero, ¿a que es significativo poner del revés el argumento antiabortista ese de que pensemos a qué podría llegar el pobre cigoto que matamos, y pensar cuántos engendros que se fueron por los váteres hubieran acabado siendo un hijoputa?). Porque el hijoputa sanguinario este es un personaje muy común, que está por todas partes desde el principio de los siglos. Y tiene muchos registros diferentes. A veces es un vulgar currito y otras todo un líder poderoso y hasta dios. Y no siempre provocan el rechazo y la repugnancia unánime de todos, como en el caso de este último noruego. Son mucho más frecuente los que siendo mucho más mortíferos y feroces han movidos masas y naciones y han causado furor y han sido enseñados en las escuelas a los niños como ejemplo de los dioses y los hombres en la Tierra por los siglos de los siglos, bajo penas severas de leyes anti injuria que evitaban que cualquiera con dos dedos de frente pudiera llegar a decir: ese lo que es es un hijoputa. Lo pongo todo en pasado para dejar claro que lo de causar furor es una hipótesis probada, y que si han causado, causan y desde luego causarán y seguirán causando. Los hijoputas. Furor. De todo tipo. Empezando por el insigne, colectivo, nacional y religioso, y acabando con el vulgar uterino de olor a bacalao, de ingles materiales y genéricas o abstractas y sin sexo como en el caso del erotismo del poder. Porque el hijoputa, cuando se materializa en casos como este de Noruega, que florece fuera de sitio y de momento, llega a hacernos pensar que sólo existe como elemento peligroso antisocial y aislado, pero eso es completamente falso. Si hacemos un repaso lo vamos a encontrar por todas partes de la Historia pagado con las arcas de reinos y repúblicas. Porque suele ser muy buen ejecutor de cosas sucias. Esos inquisidores, por empezar con todo un tópico santo. Esos verdugos que son fueron han sido y serán a lo largo de la Civilización pieza tan clave de las judicaturas. (Claro que entre estos últimos siempre queda pensar que existirá también el de Berlanga, mezcla de paleto mezquino y ruin y primario egoísta inteligente). Esos planteles de asesinos que forman el brazo ejecutor de las inteligencias de todos los estados. También del tuyo, no te quepa duda. Que lo mismo se cargan a cuatro contraespías, que a un científico que no esté donde se deba, que a lo que haga falta limpiar para el gobierno que les hace funcionar. (Esto me hace pensar en ese personaje de esa serie exitosa de la tele, en que un psicópata asesino compulsivo se mete a inspector de policía, para poder realizar su vicio incontenible, de matar ejerciendo ejemplarmente su cargo, cargándose con toda la saña de su instinto, en nombre de la ley, a los que son como él y no han sido tan listos. O, quizás, tan hijoputas). La sagrada colonización de las Américas estuvo llena de hijoputas de esta especie, de por libre y en calidad de nuncios de los papas y gestores de la Católica y su casta, muchos de los cuales tienen su nombres puesto todavía a multitud de plazas y de calles. En el Farwest se hizo el exterminio en nombre de un tipo de Progreso que ahora es principio incuestionable del Sistema Planetario. (Tal vez por eso, aunque no es el hijoputa específico de nacionalidad o color de ideología, y son de uso en todos los países, sea Usa la que es líder en cantidad de casos y variedad de estilos, siendo el primer exportador mundial de ese tipo de ejemplos. Porque los tienen desde el del padre de familia que un día coge el rifle y se va a matar al híper después de dejar tiesa a toda su familia, hasta el adolescente modelo que se pone a limpiar el instituto con las armas familiares, pasando por el militar que un día decide volver la boca de su arma contra la compañía de la que forma parte activa y entrenada, y ponerse morado de matar dentro del cuartel). Son muchos los hijoputas, históricos y actuales, que han sido y son soporte de ordenes establecidos. Y hace poco hemos tenido, gracias a youtube, pruebas gráficas de lo que de siempre era sabido, que forman los ejércitos más altos, como en el escándalo de Abu Ghraib, entre otros tantos videos creativos. Drácula marcó estilo en esta saga, apoyado por la Cristiandad entera para empalar miles de moros. Están también los archisabidos nazis con sus campos, pero… ¿no hubo ningún hijodeputa en la organización que hizo posible la destrucción de Dresden? ¿Qué responsabilidad tiene el hijoputa en las Guerras Napoleónicas, o en las de Bosnia Herzegovina, la del Irak, la de Libia, o…? ¿Cómo se pueden explicar las guerras sin tener bien surtida la sociedad de ellos? Porque, ¿no hay hijoputas peores que el de Utoya en la consecución de aquello de Hiroshima? ¿Quizás el que tiró la bomba… o los que la crearon…? ¿No? Al menos los altos cargos que dieron la orden de tirarla. ¿Esos tampoco? ¿Y los que dedican su vida a diseñar, inventar, perfeccionar y producir las armas más letales impulsados por la legalidad de los estados? Esa es una industria vieja. Hay indicios de ella en China 1000 años ante de Cristo. Con armas de destrucción masiva a base de arsénico y polvos de cal. Y Leonardo (sí, el maestro renacentista, el de la Gioconda), fue un genio diseñando armas para los poderosos, lo que nos puede ayudar, como en el caso del verdugo de Berlanga, a darle perspectiva al perfil plano que nos hubiéramos podido hacer de este tipo de hijoputas. Hoy día son además estos emprendedores expertos en tirar la piedra y esconder la mano. Forman la primera economía mercantil del planeta y están en las más altas manos del Poder, las crean y las venden y hacen todo para abrir mercado y después se llevan las manos a la cabeza cuando entran en escena. Ay, cómo pueden ser tan monstruos, nosotros sólo las vendemos para que no se usen nunca, dicen los muy hijos de puta. Y encima han conseguido deformar el sentido común con la impresión de que son, al menos de algún modo, necesarios y necesarias, ellos y las armas, para no se sabe qué aspecto vital, si no imprescindible, incuestionable. Y aquí surge de pronto la terrorífica pregunta: ¿Es que es de verdad imprescindible la institución hijaputa de las armas para que no se rompa la cohesión social?
Con todo, creo que el hijoputa que me hace sentir de verdad escalofríos es el vulgar que se pasa toda la vida con la idea latente en la cabeza, siendo, además de, como todos los demás, ciudadano ejemplar y buen padre de familia, vecino potencial.

Luego he decidido jugar a jugar un rato a comprobar lo juguetón que es el Destino, desarrollando personajes para un corto imaginario, eligiendo entre tantos uno que habría acabado por ejemplo yendo a la fatídica isla porque había tenido miedo de ir con sus colegas a Bombay, después de la cadena de atentados que había habido allí hacía poco. Se había quedado con mucha frustración porque tenía muchas ganas de exotismo, pero el miedo y la prudencia le habían impedido dar el salto que le habría salvado, para llevarle al fin donde tenía la cita con la bala absurda de un improbable maníaco, que sin embargo iba a acabar siendo el único cierto para él. Se puede uno entretener un rato con el personaje poniéndole y quitándole atributos como con un recortable de muñecas con vestidos de papel. Lo podemos poner listo, ejemplar, prometedor y guapo, o tonto y regordete del tipo que siempre le pasa todo lo malo. Que muere sin siquiera darse cuenta o después de una larga agonía en la que comprende la puta jugarreta del Destino cruel y, también, como el que más, hijo de puta. O que se salva por los pelos y desde entonces le entra la chispa del genio creativo como dice Auster que le pasó con aquél rayo que no le tocó a él. También podemos ponernos de pronto a centrar de protagonista al propio protagonista del acto criminal, que no ha encontrado mejor cosa que hacer en este mundo que dedicar doce años de su vida a preparar la matanza perpetrada durante una hora y media de disparos a la caza de jóvenes huyendo horrorizados. Pero mirar en ese pozo es… ¿tenebroso?, ¿tétrico? ¿escalofriante?… No hay palabra, quizás vertiginoso, pero es en cualquier caso sin duda la zona más insoportable de habitar, de todo el terror de la película. Aunque también…, que te toque ser ese chico, tal vez gordito y bonachón, que acaba unido en el destino por la muerte para siempre con un hijoputa como ese… Siempre queda la teoría del Karma para salvar la angustia que da la del puro Caos de la Casualidad espantosa, pero… De todas formas igual de duro es el absurdo de que te toque morir quemada por bruja o por ser del Irak y estar cagando en la trayectoria de un misil inteligente, o maricón bajo la saria de las piedras. Y una vez muerto ya está, pero peor pueden ser todos los papeles secundarios de los vivos, de los que sean verdaderos dolientes de las pérdidas, convertidos en protagonistas de toda una vida con el recuerdo de esa broma pesada, fruto quizás sólo de un antojo de la expansión del Cosmos. Qué más. Qué más papeles de la dramática escena se pueden discurrir… Sí, el de los profesionales. El enjambre de profesionales que acuden a este tipo de panales. Desde los inspectores, médicos, y forenses…, y los miles de periodistas…, y escritores y políticos…, hasta los psicólogos y abogados que traten directamente al asesino en sí. Hay ahí también tela de material para guiones. Pero de pronto puede ser la hostia centrar el objetivo documental simplemente en un menda cualquiera de los miles de millones que escuchan la noticia. Uno. Cualquiera elegido de pronto y sin criterio. Uno que acaba de escuchar la noticia radiada por las ondas a todos los rincones del Planeta, ver en concreto ese instante de reacción que tiene, más o menos, señor, señor, amos, amos, hay que ver, o lo que sea, y luego cómo sigue su rutina, su rumbo o su historia, muy probablemente, igual que si hubiera oído un anuncio de Tampax. Ése. O aquél otro. O tú por ejemplo. Mírate tú ahí en el momento ese y dime. O yo. Vamos a mirar a mí. Aquí, intentando transcribir emociones que apenas se las toca dejan de estar vivas, con un fin que no se sabe. Ya está bien. Tú sigue mirándome si quieres o haz lo que te de la gana. Yo aquí lo dejo y me bajo a la cocina a verme preparar unas tostadas, con Marmite, que tienen mucha vitamina B, mientras segrego jugos y sigo meditando… Te iba a decir que en todo esto, pero cómo voy a saber en qué coños medito mientras que no acabe viendo la película que me ponga a meditar. Y aún ni así. Pues eso. A ver si luego te lo cuento. Aunque nunca puede ser igual un flim cuando se ve que cuando te lo cuentan.
Sin embargo he conocido casos que hay quien ha dicho que había habido películas que le habían parecido mejor cuando se las habían contado que luego cuando las había visto de verdad. Quizás. Dependerá del narrador y de la peli. También del oyente y del visor. En todo caso, estas de las que ahora hablamos no están en un soporte que se puedan ver dos veces, al menos con el tipo de visores que nosotros disponemos, así que… Tendrás que conformarte con lo que tú te imagines de lo que yo te cuente, si es que de pronto te tengo algo que contar.
Lo que si se me ocurre de importancia para cerrar este retrato existencial del hijoputa, es avisar de que aunque haberlos haylos y puedan acabar cazándote desde mil puntos de vista, creo que en la mayoría de las existencias se puede vivir como si no existieran en todo el Universo, dejándoles para ellos solos, mientras que sea posible, la mierda con la que tienen que cargar. Ese es en verdad el único ideal que habría que perseguir.
Y reírse de todo todo lo posible con toda seriedad. Mientras nos sea posible. De esta Caótica Comedia tan exagerada que estamos obligados a representar sin haber leído antes el Texto. Y no olvidar que para tener éxito en la huída de los hijos de puta, tendremos que escapar también del que llevamos escondido por ahí dentro, aunque sea pequeñito, que puede que sea el responsable de que la primera causa de muerte violenta, por encima de las guerras y del crimen juntos, sea el suicidio.


no sé quién será el artista del cuadro de la imagen, pero la encontré aquí:
http://lacomunidad.elpais.com/cortesamador/2008/12/28/crisis-2009-suicidio-o-equilibrio-

















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24 jul 2011

Personajes 6

Normalita Pérez

Me enteré al vuelo. Oyendo al paso una conversación entre tres tías de la parte baja del montón. Una decía, sí, esa morena…, una muy joven que había tenido muchos problemas con las drogas y eso. Otra dijo, Anivinijaus, creo que se llama ¿no?, esa que sale cantando siempre muy colgá con los pelos muy exageraos muy pinturrajeá… Sí, siguió diciendo la primera, esa tan famosa…
-Todas las que son así acaban igual.
Sentenció la tercera, la más normalita, como quien dice un mantra, haciendo al tiempo que un mohín con los morritos el típico gesto de desdén con la cabeza mientras las tres se iban. Y yo supe de golpe y con pena que aunque habían hablado en presente la Amy Winehause se había ido por la misma puerta que se fue la Janis Joplin. Y comprobé otra vez cómo la mediocridad siempre se alegra de que el que mal ande mal acabe, porque es el único consuelo que le queda al resquemor que arrastra, por no arriesgarse ni a imaginar siquiera que tal vez algo parecido a la genialidad chispeante de una vida con burbujas pudiera ser posible al menos por un rato, sólo con atreverse a romper un poco la rutina de una existencia normal y deprimente, cueste después lo que te cueste.

Después, en casa, puse la tele y comprobé la triste noticia.

Lo siento mucho Amy. Es una lástima. Tenías de verdad esa chispa divina que sólo tienen unos pocos. Espero que si estás en algún sitio sea donde las que son como tú lo tengan todo, aunque después sólo te sirva para tirarlo otra vez como un anillo al agua.




La foto está pillada de
http://greeneyedmonster22.wordpress.com/

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Rollos matutinos 53

Atavío de mil y un atavismos


Cuando leí Las mil y una noches me llamó la atención la cantidad de veces que aparecía en los cuentos el traje como forma de regalo, premio, demostración y acreditación de poder, cargo y nobleza… Siempre andaban recompensando con trajes los emires los gratos servicios de sus siervos y los genios se los concedían a sus dueños entre uno de los deseos que tenían derecho a pedirles por haberles liberado. Y siempre que aparecían en escena, los trajes tenían un significado enorme de riqueza simbólica, pero también traducible al prosaico valor de dirhanes y dinares, y como soporte de oro y pedrerías que les convertían, además de en suntuosos magníficos y maravillosos, en caros. Recuerdo que siempre que salían a relucir otra vez en la trama del relato, casi siempre con la misma formula repetitiva, pensaba yo en lo significativo de ese detalle y en lo arcaico que resultaba visto desde ahora en este mundo occidental y nuestro en el que impera el pretaporté barato hecho con mano esclava china. Pero resulta que me estaba equivocando. Si seguirá siendo significativa, la figura del traje, que le acaba de costar la posición y la decencia a un alto mandatario de un reino del Reino. Claro que su tierra siempre ha tenido ese aire extravagante que alimenta los sueños orientales, no hay más que pensar en las batallas de moros y cristianos, el humo de las fallas, y en el perfume exótico que evocan las propias mandarinas y naranjas. Quizás por eso se crían allí personajes tan de fábula grotesca como él o la Rita Barberá. Creo que en Las mil y una noches sí se utilizan más de una vez los trajes para conseguir hechos. Pero me asombra que hoy, alguien que esté supuestamente puesto en este mundo, investido encima de responsabilidad pública y poderes, se deje a estas alturas seducir por trapos y perder por ellos hasta la misma honra, por muy buenas fibras que les formen y mucha altura que pretendan conferir con su costura al que los lleve. Más me parecía que fuera esa debilidad cosa de putas, legalizadas en santos matrimonios o queridas pelanduscas, y en especias de pieles de bisones o prendas interiores parisinas y picantes. Pero incluso en esos casos creía yo que eran ese tipo de regalos una costumbre irrisoria y demodé. Claro que en cuanto a fibras cargadas de sentido también hay quien pierde la razón por las simples banderas. Y no será casualidad que en este caso se hayan unidos el vicio torpe de pirrarse por los oros de solapas de hilo fino y la obsesión por adorar los pingos nacionales pinchados en las instituciones de las astas, de la sangre de los toros y el humo de los altares. Al fin y al cabo todo queda dentro del mismo mundo de pendones y pendejos. Alguien me dijo el otro día que no era para tanto el delito de los trajes. Yo repasé en mi mente y en silencio el regusto a chorizo del nombre del que los había regalado, el Bigotes, en pago por favores innombrables, y el, te quiero un güevo, significativo que le había soltado a través del teléfono pinchado el mandatario, que emocionado por el fino paño del pago del servicio entre sus dedos perdió hasta la cautela. Pero no es nada de eso lo que a mí me pareció recriminable. El trapicheo de la compraventa es la base de la normalidad vigente. Lo que tenía que estar penado en forma estricta por la Ley es el mal gusto del menda, y el turbio placer que encierra el excitarse hasta ese punto por lucir sobre su piel símbolos de semejante corte, es lo único que argumenté en contra del reo. Porque mira que eran horteras los dichosos trajes, que el único valor con que investían al vestir era ese y el de su precio, que ni siquiera, por otra parte, estaba fuera de la mediocridad más repugnante. Luego, por un rato, me dediqué a repasar íntimamente la cantidad de tramas y conjuras y de compras y de ventas de dimes y diretes de influencias en jueces y jurados que el caso iba a seguir generando en el cosmos judicial de aquí hasta que se celebre el juicio para acabar elaborando la sentencia, como forma de comprender la esencia del Sistema de Justicia. Al tiempo había venido a la prensa otro asunto de política textil. El Presidente de las Cortes del Estado que se escandalizaba porque una de sus señorías macho se había atrevido a quitarse la corbata aún con la excusa de luchar contra el calor. Que el decoro en el vestir bien valía un poco de gasto energético o de aumento en la transpiración, vino a decir el Presidente, refunfuñando como una madre conservadora, con su media calva vieja repeinada, que ve de pronto en el pender de las corbatas la bandera de una insignia de valor inquebrantable. Sí será simplón además de meapilas. Y yo pensé lo fuerte que era que nadie se haya atrevido todavía ni siquiera a plantear que ellos puedan hacer con el vestir en la Administración como ellas, que van como les sal’el coño, jugando si les place a ser modelos de moda haciendo pasarela al tiempo que debate. ¿No habrá algo de fondo común en ese unánime consenso misterioso de tragar como algo incuestionable con la gilipollez de la uniformidad del traje en gama gris y la corbata como algo obligatorio por parte de los tíos, con el tabú que cubre la importancia del tamaño? ¿Tendrán algo que ver banderas trajes pollas y corbatas? Vete tú a saber. En cualquier caso, lo que se ve es que tiene tela la política. Tela y pasta. Porque siguiendo sobre el tema de las prendas de vestir politizadas, ha habido otra ahora también que ha venido a coronar la coronilla de una presidencia. Y esta vez la tela ha sido un objeto de negra tradición y dura pasta. Si es que no sumó a sus incorrecciones el estar hecha de carey. Y la lució con devoción una política agresiva. Que al tiempo de ceñirse el cargo que ansiaba desde años se ha puesto la peineta del corpus del señor para pisarles la moral a herejes y laicistas. Haciendo con la rancia y tiesa prenda lo único que por deber no podía hacer. Porque tiene derecho a hacer con ella lo que quiera, ponérsela, quitársela, volvérsela a poner, o metérsela y sacársela cuantas veces quiera por ahí donde le quepa le plazca o la consuele. Todo derecho tiene la señora a hacer con su peineta cualquier cosa imaginable o inimaginable que se le antoje hacer a solas o ante el público en plan particular. Cualquiera menos institucionalizárnosla, que es precisamente lo que le salió del moño hacer a la señora presidenta.
Atavíos de atavismos en un mundo global. Todo sigue funcionando al parecer por el mismo resorte irracional del miedo y del deseo. Aquí sólo ha progresado la Técnica, y el número de miembros de la Piara. Por lo demás el mecanismo rueda con las mismas claves que echó a andar en el momento en que el abundio pasó a considerarse un homínido diferente de los monos. Pero la Piara es ya una gusanera que pronto va a quedarse sin qué agusanar y el Orden Establecido se sigue basando en incitar al gusanillo a que pille más de lo que pueda roer caiga quien caiga. Así se ha llegado al Imperio del Mercado. No sabemos de Dónde ni hacia Dónde, pero hoy nadie cuestiona que Aquí hemos venido a jugar al Monopoly. Y la devastación del crecimiento se ha convertido en bien irrenunciable de consumo. La Vida misma se subasta en la Bolsa de Valores. Y el control de ese flujo de acciones está cada vez más en manos de la Masa. Sí, de la Masa. De pronto el avance de la Técnica permite que el especulador sea un individuo aislado, cada vez más a menudo de puta clase media, que mueve su escueto dinerillo buscando sacarse un minipelotazo. Usando la Internet, al margen de entidades inversoras y aplicando por su cuenta la información que le dan las agencias de valores que salen en el Google. Ese es el perfil de inversor en crecimiento. Y eso infla aún más las pretensiones del Mercado. Se habla mucho de la responsabilidad criminal de la Banqueros pero… ¿Cuántas de estas micro-medianas transacciones se habrán hecho, para especular una mayor ganancia, poniendo por ejemplo, posible y muy explicativo, desde portátiles debajo de las tiendas indignadas del 15-M de Sol, durante las largas noches de acampadas, entre un cuelgue de fotos subversivas en el feisbuk, la bajada de alguna serie puntera de la tele y un reenvío de consignas de la acción antisistema, sin más contradicción que un remordimiento vago tan poco mordiente como sin clasificar?, le pregunté el otro día a un amigo escéptico con mis teorías. Y echamos cuentas y los dos teníamos varias amistades de este tipo de inversores, algunos, incluso, pillados en su mismísima hipoteca por la crisis. Curioso el mundo tecnológico de hoy. La marca del cambio es que ahora dice Mudys, cuidao que tal país es bono basura, y a la velocidad de la luz millones de piratas inversores internautas y vulgares de todas las creencias hacen clik y cambian sus valores a otros predios más rentables como es obligatorio en una economía de mercado. Y la economía hace zuuummm, con la misma misteriosa sincronía con que cambia en el agua de sentido un banco de peces. Dejando en dique seco a seres, países y familias, llevándose de golpe a otros mares la marea de la efímera fortuna. En un instante. ¿Y quién es responsable de eso?, le vuelvo a preguntar al colega que me mira con cierta ironía. Los banqueros, el Sistema, contesta la mayoría de la audiencia. Sí. Claro. Eso seguramente desde luego. ¿Pero sólo? ¿Hasta que punto está libre de culpa el gusanito microespeculador de la consiguiente pudrición de la Manzana? ¿Y el que mete sus dineros para que especule el banco como guarda la cabeza el avestruz? La cosa es muy compleja. Porque no rigen hoy los poderes de Las mil y una noches, donde los golpes del Destino dependen de las leyes de los dioses y la magia, y la autarquía caprichosa de emires y sultanes con ropajes distintivos. En una democracia, sigue sin duda siendo el Destino ingestionable, pero es la Masa al fin y al cabo la que manda, no por el engaño de los votos, que no sirven para nada, sino sin querer, al hacer surgir esa Tendencia que los líderes escuchan para ponerse el traje que creen que va a ser el más votado, y comprarles luego como autómatas lo que les den a consumir los electos con arreglo a la Tendencia de consumo, haciendo surgir una Tendencia que… Y la nave va y cada yo proclama que él, del rumbo, no es el que tiene que dar explicaciones.

Aunque, desde luego, ni las ruedas del Acontecer y la Fortuna están en mano humana, ni controla el Imperio del Mercado los votos de ningún tipo de sufragio. Ni como dice el Libro, está la Verdad en un solo cuento sino que sólo en mil y un cuentos puede llegar a encontrarse la Verdad.

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10 jul 2011

Personajes 5

El liviano cortijero


El otro día un amigo mío filósofo me contaba de cómo había ido la otra noche al Oriente, de putiferios, que por aquellas tierras secas con el dinero de los invernaderos surgen como por encanto, con unos colegas putañeros. Y en uno de ellos contaba que se encontró con un verdadero prototipo de viejo verde local de los que ya van quedando pocos, que estaba allí a la barra hecho un señor, dando la nota cortijera hasta que con sombrero de fieltro campesino y todo, al lado de una periquita tan joven y extranjera como puta. Le hizo gracia el contraste de lo arcaico del viejo cortijero en ese ambiente y, como le gusta tanto vacilar, le entró en plan como si fuera vecino de sus predios diciéndole algo así como que, “hombre, pues a mi me parece que le conozco a usté… yo es que remanezco de un cortijo de por aquí… ¿Usté no será por casualidá de un cortijo que esta…?, es que no sé ahora como se llama, pero es ese que está rambla arriba…”. “Der Cortihillo el Alfanique, zoy, zi zeñó, nacío, criao, y que todavía tengo allí mi caza qu’eh la tuya -me dijo que había dicho el viejo verde cortijero, más contento que la leche de haber dado con un posible vecino de barranco en un momento tan glorioso como en el que se encontraba-, …y tú también me zuenas a mí -dijo que dijo de seguida el cortijero-. ¿No ereh tú familia de la Francihcona, la que tenía er cortijo en la ramblilla el Colorín por debahillo er mío… que ze lo vendió no ha muncho a un ingleh…?”. “Pues sí, yo soy nieto de ella”. Dijo que le había dicho mi amigo siguiendo de inmediato la corriente de la figuración del viejo, que enseguida se puso a fardar de la agudeza de sus entendimientos: “¿Ves tú que pronto t’he zacao yo el parecío?, yo eh que pa las carah…”. Dijo que había dicho el cortijero, que se enrolló en seguida a contar batallitas de personajes ancestrales. Y me contó que había echado un buen rato, para descojono del grupo de colegas, dándole carrete a los detalles que el viejo le contaba, del pasado cortijero de su supuesta familia, para que el sólito acabara de montarse las historias, que eran de un género cotidiano tan auténtico y tan alucinantes que mejor que el que trate de recontártelas yo aquí, es que tú te las recrees con la imaginación. Pero de pronto, quiso hacer un guiño al viejo, para adularle el ego conquistador que todo cortijero tiene, y dice que le dijo haciendo un gesto con la cabeza hacia la tía con la que estaba: “Pues buena hembra s’ha echao usté hoy, ¿eh amigo?”. “¡Ehta eh liviana!”. Dijo que le dijo el viejo por toda explicación. “¿Liviana? -Preguntó mi amigo extrañado de oírle emplear esa palabra-. ¿Pero usté sabe lo que quiere decir liviana?”. “¡Pueh claro! ¡Liviana! ¡Que le guhtan los coñoh! Pero eh mu buena muchacha”. Dice que había dicho el viejo verde cortijero, resumiendole en un momento a su paisano, sin ambages, con limpia precisión, en forma redonda y magistral estilo, toda su relación con la chavala.


Y así quedó lo dicho recogido para gloria eterna de la narrativa oral de los barrancos, y como coletilla recurrente, que usaron sin parar para invocar la risa el resto de la noche, de mi filosófico amigo y su putañero grupo, al cabo, al igual que el cortijero, todos perfectos borrachines.


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9 jul 2011

Rollos matutinos 52

El triste cuento de la fabulosa reactivación de las cacerolas


Érase una vez un viejo sabio tranquilo con él y con su entorno que gustaba de guisarse con esmero lo que se comía con gusto. Lo hacía con el conocimiento de quien ha aprendido a hacerlo a lo largo de toda una vida al margen de hipotecas, compromisos, correculos, autoengaños, políticas correctas y demás zanahoria engañaburros, con muy buenos productos y en unas cuantas cacerolas que eran tan viejas como él. Un día, otro hombre ya también tampoco tan joven pero sí muy previsible en lo sonso de sus juicios de valor establecido, estando con él mientras se guisaba su existencia, vio sus gastados peroles y sabiendo que él podía de sobra costearse otros más nuevos le dijo: “¿Cómo no cambias los enseres, que te vas a morir y vas a dejar ahí los dineros para que los disfruten otros?”. El acabó de echar al guiso el azafrán que le pedía el momento, molido con el cuido y la serenidad del que es más sabio por viejo que por sabio y contestó: “Estos están de puta madre y la verdad es que no siento deseo de andar buscando otros. Será entonces porque en realidad no los necesito. Y si no hay necesidad, hacer gasto no es cosa de recibo. Sí los dineros se quedan ahí, bien les vendrá a los que vengan, para emplearlo en lo que de verdad lo necesiten, aunque sean los bancos, que ahora dicen andar tan necesitados de él como los propios pobres”.

El otro hombre, fiel ejemplar de la abundia masa, no pudo ver en su respuesta más que ruindad impresentable hosca y escondida, que le hizo sentirse superior a aquella especie de colgao que no sabía ni vivir su propia vida. Sin embargo, y sin queriendo, algo pinchudo de aquel punto de vista se le quedó clavado por ahí en algún sitio produciéndole un escondido comezón tan inconsciente como inclasificable. Y comentaba y comentó la escena sin parar con los otros ciudadanos para buscarse apoyos a la zozobra insoportable del asombro que la serenidad del de las ollas viejas le causara. “Será roñoso el tío- decía cargado de razón-. Así mismo me lo dijo, mientras siguió haciéndose su parco comistrajo, con una sonrisilla descreída así como si riéndose de mí le perdonara al mundo algún tipo de ignorancia. ¿Pues no sería mejor que en vez de morirse sin el gusto de estrenar comprara y así diera ganancia al que vende y pusiera un poco de su parte en activar la producción, más ahora que está en crisis, dándole un granito de vidilla a un montón de gente?”. Y todos a los que se lo contaba le contestaban lo que él ya se había asegurado que le iban a contestar antes de contarles nada, que sí que claro, que hay que ver, que vamos vamos. Que así están las cosas, por culpa de estos casos. Que hay gente que por querer ser distintos no saben ya que hacer, y malafollás colgaos por cualquier sitio que mires.

Sin embargo, el viejo guisandero, que de otra parte no estaba seguro de no ser en realidad un verdadero asocial por otras muchas cosas, tenía muy claro el peligro que encerraba creer que fueran buenas la idea de crear trabajo y la locura de centrar el concepto de felicidad en andar excitándose la fiera del deseo del consumo como quien se masturba en frío, en vez de disfrutar del dulce bálsamo que goza el que la deja apaciguada, no tanto para el mismo, sino para lo que llaman Bien Común y supervivencia de la especie. Porque era al revés como había que replantear la historia: si él seguía con sus viejas cacerolas tan contento, al no tener de otras ni asomo de deseo, contribuía a que el cacerolero no tuviera que tener necesidad de trabajar, terrible concepto nunca suficientemente maldecido, poniendo su granito en parar un poco la triste cadena currelaria, que siempre hacía al final falta mover, en la que sufre desde el más vulgar de los pringados hasta el más sagrado recurso del Planeta. Pues lo que hay que hacer señores, es paralizar en lo posible la calentura de la anfeta que nos mete al proceso productivo la puta economía de mercado.

Y cualquier intento de solucionar la crisis desde la reactivación es empujar la bola del desastre todavía un poco más allá del punto sin retorno. Pero en esa locura coincidían todas las tendencias. Y él no sabía si le daba más miedo el que los chefs dirigentes del cotarro, y los pinches alternativos marmitones que aspiraban a meter mano en la receta, lo hicieran tan mal por ser malos cocineros, o por un tipo oculto de maldad que buscara como divertimento arruinar el guiso, cargarse los cacharros y dejar abrasada para siempre la cocina.
Pero a lo mejor, se dijo con horror viendo lo cierto de la posibilidad, lo peor iba a ser que resultara la culpa del mal rollo que se estaba cocinando un puro asunto de genética.
Y entonces apagó el fogón, salió al espacio abierto bajo las estrellas, se arrascó un poco los güevos, se llevó las manos después a la cabeza, y se puso a pensar muy seriamente si la cosa era ponerse a reír o a llorar.

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26 jun 2011

Rollos matutinos 51

Pajaritos y pajarracos


Como siempre. Ya te he dicho. El Tiempo ha vuelto a arrollarme. Hace tiempo pensé escribir sobre los vencejos que se iban. Fue cuando les hice la foto, en el atardecer de la última luna llena del verano desde mi terraza. Antes, muchas más veces había pensado que tenía que escribir sobre esa conexión que veía en mi cabeza entre ellos, y los estorninos y otros pájaros que vuelan en bandas sincronizadas en el aire del barranco como bancos de peces en el agua. Porque algo importante se me antoja que tiene esa similitud para no sé qué comprensión del Universo. Cuando contemplo desde la profundidad atmosférica de mi terraza, por otra parte altísima sobre el nivel del mar, esa curiosa simetría aéreo-acuática que tiene nuestro espacio. Pero ellos además son, junto con las estáticas chicharras, el chirrido volante del calor, y cuando cada año llegan poco después de las golondrinas siempre me emociona la alegría irreversible de su ruido y me digo, ahora. Porque me pone a mí contento que lleguen emigrantes tan inquietos y ruidosos. Después, cuando me quiero dar cuenta ya es pleno verano y nada he escrito, y está tan lleno el ambiente de su chirriar que ni siquiera echa uno cuenta de ellos ni del estío que se pasa. Luego un día huele de pronto a otoño y te das cuenta que han callado y les buscas en el cielo y ya no están, y tú tampoco has escrito está vez sobre lo que te gusta tenerlos viviendo en el techo de tu casa. Hoy sin embargo ha sido en la ciudad donde me han emocionado. A esa hora de la tarde achicharrante en que la gente sale a pasear ociosa y las tiendas aprovechan para hacer las últimas ganancias antes de cerrar el negocio e irse al nido. De pronto sus chirridos han levantado mi vista hacia el cielo de la calle y ahí estaban ellos, volando justo encima de nosotros, por miles, en maraña revoltosa, escandalosos veloces y rasantes, desde todos los veranos de todas las ciudades de mi vida. Qué íntimamente relacionados están sus figuritas de aviones voraces de mosquitos con el calor que agita nuestros devenires. Ellos son seres aéreos, sin embargo. Y sólo bajan a las puntas de la Tierra el tiempo justo, a ocupar los huecos de cornisas y tejados para reproducirse. Luego, una vez adultas, la crías emprenden de una sola vez el vuelo y ya no bajan hasta los dos años para fundar otra familia. Mientras tanto viven a miles de metros de altura. En el aire. Jugando sin descanso a sortear la gravedad. Y allí, planeando sin parar, se dedican, cósmicamente hablando, colgados de sus alas, a lo mismo que nosotros atados a la tierra por la planta de los pies: comen, cagan, duermen, follan… Palman… y se comen el coco elaborando, con los datos que les dan sus resortes sensoriales, el incierto conocimiento de la Realidad que necesitan para su evolución de pajaritos.
Los pajarracos sin embargo, aunque también tienen dos patas, no vuelan porque sólo le dan alas a sus necias intenciones. Y sus crías es raro que dejen del todo alguna vez el nido. Bajo la mirada atraído por la idea y veo una plaga de ellos planeando al lado mío a ras del suelo mientras andan. Pero no todos son fáciles de identificar. A primera vista, a veces, muchos pueden pasar inadvertidos en medio de otros tipos de gente. Al principio llegué a pensar que era una especie que siempre estaba en lo alto de la esfera del poder, pero no sólo. Pajarracos hay en todos los niveles y estamentos. Unos resultan más rapaces, otros son más carroñeros. Unos se indignan con el éxito del que nunca se ven hartos y otros se hacen dignos tapando sus vergüenzas con carencias y fracasos. Algunos corren más que vuelan, y son pardos. Como las perdices. Yo no sabría decir cuales me dan más aprensión, si los ricos o los cutres. El pajarraco rico es caro, pero el cutre tiene tela. Sé que sin el cutre el rico se caería. Vistos así, pasándote de lado, puede tener hasta su gracia. Perder un rato cavilando, jugando sin pensar a adivinar mientras paseas, al final del bochorno de la tarde, bajo la acérrima estridencia del volar de los vencejos, quién de los que forman esa humanidad en que te mueves es en realidad un triste pajarito y quién un burdo pajarraco. Aunque es posible que ni los propios dioses sepan. Pero al menos sirve el ejercicio para entretener el Tiempo recreando sobre la marcha miles de historias posibles de todas las calañas, y para enseñar a la imaginación a ser también aérea, y que no baje de atisbar desde ahí arriba nunca, nada más que aquí, al balcón de este sillón con ruedas desmontables del Alcampo, frente al gran vacío del blanco virtual de la pantalla, y sólo el tiempo imprescindible para entretejer los caracteres donde anidar la idea. Y saltar de nuevo al aire donde todo se ve con claridad y nada es explicable.



¿Escrito al final quizás por el recuerdo casual del título de Pasolini?

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