5 ene 2010

Rollos matutinos 30

Cuento cuántico.

El Cuento sería que el Universo languidece. Puede ser que, por ejemplo, el Sol se enfría pero que no lo hace de la forma esperada por la Física sino de otra rara. De forma rápida y sin que concuerde con las Matemáticas predictoras que venían controlando con sus números el hecho desde el principio de la Ciencia. Tal vez la gravedad se debilita y los cuerpos celestes, e incluso el propio vacío, hacen plofs craterosos y espontáneos en los que se producen gases y materias desconocidas pero que se parecen a las que se generan en la vil putrefacción. También a los individuos les empieza a pasar eso, o hay algo paralelo en los individuos que recuerda eso y que concuerda con el fenómeno observado en todo el Universo. No se sabe qué es, no se sabe qué es, y al final del cuento un niño corta una flor y la mete en agua y en dos días la flor empieza a pasarse y luego a secarse y pudrirse. Sus moléculas comienzan a degenerar y sus mecanismos de cohesión a deshacerse y... entonces hay un corpúsculo dentro de ese cosmos que se expande desde el cual un Perceptor observa el fenómeno y el Cuento entra dentro del Cuento ¿Qué le pasa al conjunto de mi realidad? La energía se apaga, la atracción entre las masas se afloja, hay plofs craterosos que disuelven la compactividad del Todo aquí y allá, cada vez más numerosos y cada vez más imponentes. Angustia y caos. Entonces algún ente caprichoso de esa realidad cognitiva corta una pieza material que tenía la capacidad de crear puertas para la reproducción de nuevas realidades de existencia y la mete en un elemento que prolonga su agonía dentro de un vaso. Y en dos periodos de tiempo después sus congruencias comienzan a desmembrarse y su homogeneidad a mutar en grandes plofs craterosos que producen entidades sustanciales que en algo recuerdan al hedor de lo que la Esencia que habita en su interior identifica con la fermentación de la inmundicia ¿Que le pasa a mi espacio? Se pregunta. Y en su miedo, para agradar a uno de sus dioses, desgaja un módulo de su cosmos que cumplía la función de clonar la intersección de los elementos en el Tiempo haciéndoles nacer. Y la ofrece ante Él metida en una solución de Singularidad para que retrase su degeneración. Dos evos después llega el grado de su muerte al punto en que la descomposición trasforma su estructura tanto ante el espacio exterior como al interior donde Algo sufre por la ruptura de su Física cotidiana y se extraña ante la flacidez de las durezas y los plofs craterosos que rompen las texturas de lo impenetrable irrumpiendo en todo tipo de armonías. Pronto la urdimbre de su suelo empieza a dejar de sujetarlo. El fenómeno le provoca ligereza y él goza del cosquilleo insoportable de su vértigo gustoso, feliz y dichoso con la droga, y, al caer, arrastra al agarrarse en la caída una estructura de gameto que abandona su proyecto embrionario en cuanto que se le rompe el pie que la sujetaba a la vida, y comienza de inmediato la disolución de su mundo. Ese es el instante ínter universal que coincide con la aparición del mosqueo en los Programas de Conocimiento que habitan en su enjundia. Algo pasa que ha hecho que se hundan todas las bases de sus Ciencias de repente. La confusión amarga la miel de sus logros sociales. Se decreta la recolección de miríadas de entidades sexuales de colores para ofrecerlas aún frescas a los pies de cierto ídolo hasta entonces desusado. Un manto de expiración para pasar el miedo del tránsito. Un sacrificio de dolor ante el espanto. Y una miríada de mundos comienzan a diluirse provocando el mosqueo de una miríada de sensores que se dicen que el Sol se enfría pero que no lo hace de la forma esperada en la Física sino de otra rara. De forma rápida y sin que concuerde con las Matemáticas predictoras que venían controlando con sus números el hecho desde el principio de la Ciencia. Parece que la gravedad se debilita y los cuerpos celestes, e incluso el propio vacío, hacen plofs cratrerosos y espontáneos en los que...
Sí repetimos el Cuento desde el punto de vista de los infinitos mundos que nacen alegres, pujantes y gozosos, radiantes de salud, de juventud y de frescura impetuosa, en cada uno de esos plofs craterosos que acaecen en la inacabable serie del desastre circular que hemos contado, y en los que luego alguien en un arranque de dicha corta de pronto una flor, podemos quizás intuir un poco eso que definen los sabios como la infinitud curva del Tiempo y del Espacio.

1 comentario:

Unknown dijo...

Enrique, hijo, ¿qué fumas últimamente?

Lourdes, de Madrid