15 dic 2009

Rollos matutinos 28


Saw 6
Y nada, que no quieren bajar los crucifijos los cristeros. Pero qué crueldad y qué morbo tan grandísimo ¿Cómo puede haber alguien que no quiera descolgar de una vez por todas al crucificado? Hombre, ya está bien. Es imperativo que se quite. Pero no sólo por no ser cosa agradable a los sentidos sanos, ni porque tengamos el derecho a no ver gore sin querer, ni por razones de moral elemental, sino por Él. Por Él, coño, por Él. A Él es al que más prisa le corre. Pero no sólo el que se le descuelgue, sino que se le desenclave luego. Porque me parecería horroroso quitarlo de la vista y guardarlo así clavado en esa postura tortuosa en un cajón oscuro del alma retorcida. Que se le desclave por fin y de inmediato con un poco de amor y que, más que se le entierre, ya que nunca está del todo muerto sino más bien eternamente a punto de morir, se le devuelva a la vida. Y que una vez curado con algún buen betadine espirituoso y samaritano, se le ponga a gozar ¡A gozar, coño, a gozar!, que se le vista con algún tipo de cómoda ropa colorida y se le den calditos y manjares para que engorde un poco, y se ponga guapo y de gusto de verlo y disfrute de la Alegría Cósmica y se ría a carcajadas de los que hicieron de tenerlo allí colgado en ese trance lastimoso su cultura. Y que baile ¡Que baile sambón y sandunguero!, olvidado para siempre de que una vez fue mantenido por milenios hecho un cristo, en el momento estático de la cumbre del dolor y la agonía, por una curia adoradora del santo sufrimiento, con un concepto de Gloria dudoso y reprochable, en el nombre de un dios que, visto lo que hay, no puede ser que sea ni bueno.

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