12 ene 2012

Rollos matutinos 59


Pero Esto, ¿qué es?


¿Y si Esto fuera como una especie de atracción de feria, como un tren de la bruja a lo cósmico? Una realidad donde hemos entrado después de pagar un tique en alguna ventanilla de una suerte de exrealidad anterior que sería lo Real, para pasar un rato en una oferta recreativa de un centro de ocio. Un, “¿Nos damos una vuelta por la Vida?”, “¡Vale, venga!”, “¡Sí, sí!”, “Huy, yo no sé, que la última vez me pillé un karma de infelicidad que…”, “Venga hombre, atrévete, no seas caguica”. Y que sea el premio o el castigo a nuestras hazañas terrenales la risa o la vergüenza que carguemos al despertar de vuelta entre el grupo de amigos que entraron en el juego con nosotros, al comentar nuestro tripi con elogio o con escarnio, como después de aquellos colocones colectivos de papel secante: ¡Anda que vaya paranoia que te dio, colega, ya te vale!, o, ¡Vaya punto guapo que pillaste!, o el peso sordo de la ausencia total de comentarios por haber carecido tu existencia de cualquier tipo de brillo.
¿Y si Esto fuera sólo eso?, una especie de entretenimiento, en el que a lo mejor el sufrimiento fuese otra especia más para salpimentar el sabor de la experiencia.
En ese caso también podría ser que contuviera esta atracción algún tipo de intríngulis con enganche adictivo. Que creara adicción. Que pudiera ser que fuera Esto en algo parecido a una drogodependencia. Algo que hayamos experimentado una vez por no se sabe qué razón ni de qué modo ni en qué putas circunstancias, y que una vez probado nos tiene sin poder desengancharnos de la Vida. Y renazcamos y renazcamos y volvamos a renacer en un volver a empezar compulsivo cada vez que la muerte nos baja del cuelgue. Enviciados en la manía de venir Aquí a hacer digestiones y cagar para pillar cacho en la rueda interminable consistente en no poder dejar de matar para vivir. Entonces tendría sentido el rollo ese de matarse a penitencias y purificaciones para salir del mono y conseguir de una vez que una vez acabada ésta fuera por fin la última vez que se caía en este puto vicio depravado de nacer. Y lograr alcanzar el Nirvana de la desintoxicación. Por qué no. En cualquier caso, esta posible modalidad de Esto, con o sin mono, podría tener infinitas concreciones, todas igual de plausibles para una razón pura. Podría ser que fuera un puro divertimento como el caso de la feria, y entonces podría ser colectivo e interactivo, o individual y plano, como cuando aquí vamos al cine, y una vez acabada la función nos despertaríamos entre los artilugios técnicos que nos hubiera activado el órgano que hiciera las veces de cerebro y sería como Aquí cuando acaba la película. Todo se reduciría a me ha gustao no me ha gustao, qué buena ha sido o vaya rollo. O un templado no está mal. Claro que en este caso quedaría trasferida la angustia vital de la pregunta ¿pero qué coños es Esto? que tenemos Aquí, a Aquella que fuera la Realidad que contiene Esto que sería el flim que nos hemos puesto a ver y que de pronto se ha acabado. O tal vez Allí sepamos exactamente dónde y de dónde y por qué, con tan infinita precisión que sea precisamente por escapar al menos durante una Vida del eterno aburrimiento por lo que tenemos que recurrir a este juego de entrar en Esto a hacer un poco el tonto un rato. También podría ser que, en vez de la diversión, fuera la razón que nos trae algún tipo de cursillo del que nos tengamos que examinar luego y aportar correculo conseguido, para ver cómo hemos utilizado el Tiempo en la Existencia que de verdad no existe. Y entonces la cagáramos Allí los que no resultáramos alumnos aplicados. Podría ser también que viniéramos Aquí por un tipo de castigo o recompensa. O las dos cosas a la vez y por eso hay a quién le va de puta madre y a quién le va de puta pena. Entonces resultaría que los suicidas serían los listillos que se fugan del penal. También podría tratarse de un tipo de terapia, para tratar traumas y psicosis, como aquí lo es interpretar esos borrones que llevan el nombre de no sé qué lumbrera que los inventó. O como cuando se puso de moda por parte de psiquiatras psicodélicos hacer tomar a sus pacientes dosis gordas de elesedé para ver cómo afloraban sus rollos subconscientes en el viaje. Mira, en ese caso se podría enganchar con la teoría del enganche y de la desintoxicación, como un efecto secundario del tipo del que ha matado a un montón de niños en Argentina por manos de una importante firma farmacéutica con un ensayo de vacunas.
En todos estos casos podría ser comprensible que aparecieran conflictos entre lo etéreo de nuestro ser, entes por encima de las necesidades de energía y cosas de esas, y lo burdo del sistema de alimentación de las máquinas que tenemos que usar para habitar en Esto, y eso explicaría ese empeño cultural en esconder con repugnancia la innegable dependencia de la digestión, del peer el gas de los fermentos que hacen posible que vivamos echando el subproducto de la mierda por el culo, y hasta ese extraño fenómeno que comporta la anorexia y su insufrible repugnancia por llenar el buche de comida, que serían síndromes de inadaptación a las condiciones intrínsecas al Viaje.
Cualquier cosa que pensemos podría ser que resultara siendo Esto. Hasta podría ser que no fuera sino que sea verdad la teoría de la Creación, del Diseño Inteligente la llaman los modernos defensores de la carcunda eterna. Que nos hayan montado unos seres por ahí, para nosotros dioses, como esos científicos japoneses montan robots cada vez más complejos que hacen diversas monerías y que presentan orgullosos en congresos y concursos. En ese caso lo de las anorexias y los suicidas sería un fallo de serie y poco importaría si resulta que nuestros problemas vienen porque nuestros creadores nos hayan olvidado porque han conseguido especímenes mejores en otras zonas de su laboratorio o si, por el contrario, somos el no va más de su tecnología punta y nuestros problemas la máxima diversión de su preocupación científica o el modo más comercial de satisfacer su ocio. En ambos casos se jodería por completo nuestra obsesión de trascender y nuestras cuitas quedarían perdidas en el Tiempo, como las hazañas de aquel replicante de Blad Runer más allá de la constelación de Perseo y de la galaxia de Orión. ¿O es que de algún modo nuestros creadores guardarían el disco duro de nuestra memoria para posterior utilización de nuestro almacenamiento? Pudiera ser. Cualquier cosa podría ser. Si no te lo he dicho antes te lo digo ahora, Genomo. No importa qué hipótesis, todas y ninguna tienen exactamente la misma calidad de lógica como para poder resultar ser la respuesta cierta a ¿pero qué coños es Esto? Incluso lo de la virgen madre del dios sadomasoca engendrado por una paloma y su mundo de juguetitos de barro eternamente observados y juzgados duramente al final del Tiempo con las leyes que a Él le salieran de sus santas potestades podría ser verdad. Pero esa posibilidad, además de parecerme la más tonta, es la que más terrorífica parece, porque ningún destino puede ser más horrendo que ser un cordero y estar en manos de un pastor, que, por definición, te cría por tu lana, para beber tu leche, comer tu carne y aprovecharse de tus hijos.
Pero habría más y más. Podríamos pensar una infinita variedad de explicaciones… Podría ser que… Hasta podría ser que fuera un simple sueño, inducido o no, Esto, con motivo o sin él, con esta razón o la otra. Y resultar no ser verdad nada salvo mi mente ensoñadora. En ese caso, cuando despertara, cualquier inimaginable ambiente podría ser la exrealidad Real desde la que habría soñado. Hasta podría ser en resultar ser Dios. Único y Solitario entre los solos, y encontrarme en un Cine de espacios infinitos con la papeleta de no tener a nadie a quien contar: “Joder, he estado toda la puta eternidad soñando un sueño que era un lío maravilloso y ahora no me acuerdo de nada. Bueno, da igual -me podría decir en ese caso-, seguramente sería una tontería”. Y ponerme luego a crearme un mundo a mi imagen con el que poder jugar a que me contaba mis propios cuelgues a mi mismo.

El texto lo escribí hace ya sus años, forma parte de ese todo que a ver si un dia acabo de acabar.
La foto es el universo cerebral de una mosca cojonera.

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