Rayos
de Espe rancia
Esperanza por Dios, ay que pena me das,
tan bonita pero no eres buena.
Esperanza, Esperanza,
sólo sabes bailar chachacha.
El otro día me metí en un quiosquillo de esos que venden prensa y hacen primitivas, a cumplir con el rito semanal de adoración a la Esperanza. Y como ahora tienen unas pantallas donde dan noticias de última hora además de animarte a que juegues a las loterías nacionales, me di de sopetón con la jeta del Ciruelo que decía, en un texto por debajo de su imagen, que había “rayos de esperanza” en lo de la economía. Y gracias a él alcancé de pronto el gozo de la risa repentina. Tiene usted razón, dijo el señor que atendía el negocio, yo cuando lo he leído me he tenido que reír también, porque vamos, brotes verdes decían los otros y ahora estos, rayos de esperanza. No tienen vergüenza, dije yo, pero no porque les importemos un carajo y se rían en nuestra cara de nosotros, que eso ya se sabe que es consustancial a sus cargos, sino porque no tienen sentido del ridículo, a mi me daría vergüenza presentarme así delante del público, tendría cuidado de no decir esas cosas tan al chiste fácil, tan de aparecer tan a las claras tan tonto de remate. A los políticos les da igual todo, dijo el señor del negocio gestionándome la papeleta, el rayo le tenía que caer a él para que viera. Estamos apañaos, concluí, y recogí el papelillo de la primitiva de una apuesta para jueves y sábados, estampa de la fe de un culto del que el Estado saca pingües beneficios. Perfecta adoración de la Esperanza, el último mal que salió de la caja de Pandora. Sin ella, la Humanidad se habría suicidado entonces después del desastre que supuso la escapada de los males, o al menos, habrían montado de inmediato una escabechina de hideputas al grito de, ¡A muerte, o ellos o nosotros!, hasta desaparecer por completo o no dejar ninguno vivo. En vez de vivir eternamente el infierno con ellos a la espera de lo que es claro que nunca va a llegar. Doblé mi papelito cabalista y lo guardé en mi cartera con la espera renovada. Tal vez esta semana sí. Y volví a comprobar el efecto barbitúrico que ese juego tiene. La falta de él debió de ser la causa principal de la caída del Imperio Soviético, ya te lo he dicho otras veces. Porque, esto es un Sistema de locos, se dice el pringao (que es un pringao pero no idiota), pero si los números quieren mañana puedo ser yo el rey y entonces… Los números, o la casualidad, o sea, el anza esa de esperar que la Fortuna te eche encima su cornucopia enterrándote de bienes te hace seguir tirando como un burro de la noria que muele el trigo de los otros para siempre. Y anda que no tendría gracia ahora que estamos al borde de la crisis total que te tocara el gordo justo el día antes del fin de la Banca. Joder. Malo es que te lleguen a quitar lo ahorrado con toda una vida de esclavismo gilipollas, pero lo otro tendría una marca así como que de maldita gracia de los dioses. En una de esas, cómo no quedarte con la sensación de que el Universo se ha reído de ti para la Eternidad. Madre mía, la Fortuna la Libertad y la Justicia son tres diosas putísimas. Y de las tres, la Fortuna es la más casquivana y la menos de fiar, porque la Libertad y la Justicia, al fin y al cabo, son siempre fáciles de comprar si tienes el dinero suficiente. Me dije.
Y seguí andando por la calle a mis asuntos, dándole vueltas al cabreo de mi inritación como entretenimiento. Hay que ver, en realidad… es en detallitos como estos donde vemos maravillosamente el pozo del fondo de las cosas. Porque entre, brotes verdes, y, rayos de esperanza, se encierra toda una tesis doctoral completa sobre politología sociológica de masas. El mundo de lo primero pretende vender cierta ecología en la propuesta, de frescor primaveral y aroma laíco de planta que rebrota, es más evolutiva al modo científico de Darwin. La segunda tiene un tufazo inequívocamente vaticano, y a colegio de curas moviendo varias generaciones de sotanas subconscientes, recuerda al rompimiento de cielos de los cuadros barrocos recargados, tiene también algo de la autoridad grandilocuente del estilo de la Biblia, es, desde luego, mucho más litúrgica en cuanto al uso del anza de Pandora que se suelta muy al finaaal, allá a lo lejos de la espera que te espera. La primera invita a pensar en el caro esfuerzo del quehacer de un jardinero titulado para salvar la planta que tienes que pagar, la segunda va directamente encaminada a encomendarte al rezo de cabeza ante una providencia tan oscura como inescrutables son los montos que te roban con la gracia del dios con el que mandan.
Y encima, pa colmo, si acaso la verde del brote un poco más pero tampoco, ninguna de las dos esperanzas estas tiene, a más de ser de to menos bonitas las muy guarras, el atractivo de aquella de Machín que a más de calentorra estaba buena y sólo sabia bailar el Chachachá.
¡Ah, dioses, si por lo menos nos estuvierais llevando al abismo de este infierno (lleno de chorizos y próceres horteras, que sólo tienen chispa para la ratería, y un público gorrino que no tiene entendimiento más que para ver telebasura y hozar en los dornajos), al ritmo de un son caribeño y sandunguero, ínclito a la folga el retoce y la guasanga, con el compás cargado de hilarantes carcajadas…! En vez de con esta murga criminal, pestilente soporífera y espesa.
Sería más llevadero esto. ¿No? Con la explosión de la risa como primera virtud ciudadana. La risa a todo trapo, frente al César, frente al mundo, frente a mí, frente a ti que me miras con cierta ironía. Venga. Payasos sobran sobre la pista de este triste circo de mediocridad. Encima son del género fatuo, ridículos como ellos solos, y nada da más risa que la ridiculez del pretencioso payaso con aires de grandeza. Más si encima son necios de baja gama como estos, altos en mezquindad y bajos de luces y talento. Aprovechemos la ocasión pues para reír. Ahora que podemos. Riamos, riamos. Hasta mearnos. Riendo, riendo.
Sin parar. Mientras podamos. Como el único aporte serio posible, cósmicamente hablando.
Agradecimiento a Celaya por lo que va en cursiva, parte de la Proclamación más completa que nunca he conocido.
La foto está pillada de positivos.com una tienda virtual para grafiteros.
Y seguí andando por la calle a mis asuntos, dándole vueltas al cabreo de mi inritación como entretenimiento. Hay que ver, en realidad… es en detallitos como estos donde vemos maravillosamente el pozo del fondo de las cosas. Porque entre, brotes verdes, y, rayos de esperanza, se encierra toda una tesis doctoral completa sobre politología sociológica de masas. El mundo de lo primero pretende vender cierta ecología en la propuesta, de frescor primaveral y aroma laíco de planta que rebrota, es más evolutiva al modo científico de Darwin. La segunda tiene un tufazo inequívocamente vaticano, y a colegio de curas moviendo varias generaciones de sotanas subconscientes, recuerda al rompimiento de cielos de los cuadros barrocos recargados, tiene también algo de la autoridad grandilocuente del estilo de la Biblia, es, desde luego, mucho más litúrgica en cuanto al uso del anza de Pandora que se suelta muy al finaaal, allá a lo lejos de la espera que te espera. La primera invita a pensar en el caro esfuerzo del quehacer de un jardinero titulado para salvar la planta que tienes que pagar, la segunda va directamente encaminada a encomendarte al rezo de cabeza ante una providencia tan oscura como inescrutables son los montos que te roban con la gracia del dios con el que mandan.
Y encima, pa colmo, si acaso la verde del brote un poco más pero tampoco, ninguna de las dos esperanzas estas tiene, a más de ser de to menos bonitas las muy guarras, el atractivo de aquella de Machín que a más de calentorra estaba buena y sólo sabia bailar el Chachachá.
¡Ah, dioses, si por lo menos nos estuvierais llevando al abismo de este infierno (lleno de chorizos y próceres horteras, que sólo tienen chispa para la ratería, y un público gorrino que no tiene entendimiento más que para ver telebasura y hozar en los dornajos), al ritmo de un son caribeño y sandunguero, ínclito a la folga el retoce y la guasanga, con el compás cargado de hilarantes carcajadas…! En vez de con esta murga criminal, pestilente soporífera y espesa.
Sería más llevadero esto. ¿No? Con la explosión de la risa como primera virtud ciudadana. La risa a todo trapo, frente al César, frente al mundo, frente a mí, frente a ti que me miras con cierta ironía. Venga. Payasos sobran sobre la pista de este triste circo de mediocridad. Encima son del género fatuo, ridículos como ellos solos, y nada da más risa que la ridiculez del pretencioso payaso con aires de grandeza. Más si encima son necios de baja gama como estos, altos en mezquindad y bajos de luces y talento. Aprovechemos la ocasión pues para reír. Ahora que podemos. Riamos, riamos. Hasta mearnos. Riendo, riendo.
Sin parar. Mientras podamos. Como el único aporte serio posible, cósmicamente hablando.
Agradecimiento a Celaya por lo que va en cursiva, parte de la Proclamación más completa que nunca he conocido.
La foto está pillada de positivos.com una tienda virtual para grafiteros.
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