Algún día llegaremos a entender que la Ciencia no es sino una especie de variedad de la Fantasía, una especialidad de la misma, con todas las ventajas y peligros que la especialidad comporta.
Y a alguien que no recuerdo quién también leí decir un día algo así como que todo lo que conocía la Ciencia (y por ende toda la Sabiduría) era comparable como si, tratándose de una radio, conociéramos algo (quizás, en el mejor de los casos, bastante) sobre el dial y el enchufe de la electricidad pero no tuviéramos ni idea de la existencia de las emisoras y las ondas hertzianas.
Otra noticia que leí hace tiempo y que viene aquí perfecta para hacer trilogía este conjunto de citas que en algo tratan de tratar el otro lado del espejo, es la de un juguete educativo y caro (pero ya lo harán los chinos), tan apropiado para mayores paracultos como para niños procultivados. Se trata de unas esferas selladas y trasparentes en las que se ha metido una familia de cierto tipo de camarones, y unas algas, en una solución salina. Las llaman ecoesferas, y parece que si se dejan expuestas a la necesaria cantidad de luz y al nivel preciso de temperatura, se mantienen vivas de forma sostenible y autosuficiente por un tiempo en principio ilimitado. Los desechos de los camarones son el alimento para las algas y las algas generan el alimento y el oxígeno para los camarones. Lo que propongo pensar aquí ahora para cerrar (o abrir) lo que titila en el tríptico de esta especie de colage de post percepción es qué comecocos se harían los camarones cuando al niño, o la niña, se le ocurriera meter el invento en el frigo o en el micro ondas. Porque sí o para ver.
El libro de ello
Georg Groddeck.
Georg Groddeck.
Y a alguien que no recuerdo quién también leí decir un día algo así como que todo lo que conocía la Ciencia (y por ende toda la Sabiduría) era comparable como si, tratándose de una radio, conociéramos algo (quizás, en el mejor de los casos, bastante) sobre el dial y el enchufe de la electricidad pero no tuviéramos ni idea de la existencia de las emisoras y las ondas hertzianas.
Otra noticia que leí hace tiempo y que viene aquí perfecta para hacer trilogía este conjunto de citas que en algo tratan de tratar el otro lado del espejo, es la de un juguete educativo y caro (pero ya lo harán los chinos), tan apropiado para mayores paracultos como para niños procultivados. Se trata de unas esferas selladas y trasparentes en las que se ha metido una familia de cierto tipo de camarones, y unas algas, en una solución salina. Las llaman ecoesferas, y parece que si se dejan expuestas a la necesaria cantidad de luz y al nivel preciso de temperatura, se mantienen vivas de forma sostenible y autosuficiente por un tiempo en principio ilimitado. Los desechos de los camarones son el alimento para las algas y las algas generan el alimento y el oxígeno para los camarones. Lo que propongo pensar aquí ahora para cerrar (o abrir) lo que titila en el tríptico de esta especie de colage de post percepción es qué comecocos se harían los camarones cuando al niño, o la niña, se le ocurriera meter el invento en el frigo o en el micro ondas. Porque sí o para ver.
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