Pantocrátor
A la tercera con tracción, y por el coño la crisis, sale a presidir el Ruedo el Niño Schpañiaschs.
Y algo habrá que decir.
Y antes de probar a decir nada lo primero es dejar bien sentadita una idea primordial en cualquier tipo de ensayo en este tema. Y esa te la voy a concretar en el más perfecto idioma de la filosofía: Dirregierungensindschaisse. Que es como sonaba lo que una amiga mía rusa decía en alemán de lo de que los regentes estén siempre tan íntimamente unidos a la mierda. Siempre. Y todos, oye. Que en alemán ella decía alles. O sea, al es. Es decir que de que lo son. Al punto. Indefectiblemente. Estos, aquellos, y los que pueda que lleguen a surgir de cualquier sol futuro que alcance a criar alguno con poder. De que nacen, los regentes, como las larvas de las ranas en los charcos, son renacuajos que tienen que prosperar en un caldo de mierda. No puede ser de otra manera. Porque es lo suyo. Por definición. Desde aquél cromañón en las cavernas y hasta el de la Fundación del imperio galáctico de la ciencia ficción del Asimov.
Y si sale alguno limpio, el propio proceso se lo limpia. Lógicamente. De inmediato. No puede ser de otra manera. Como a un extraterrestre que no puede soportar la atmósfera de oxigeno.
Y es que cualquiera que piense se da cuenta de que mierda sin poder no sólo cabe, sino que cunde y corre de todos los colores por los propios fundamentos de la Vida. Pero poder sin mierda… ni tiene sintáctico sentido ni hay dios que lo conciba ni ministro para qué. Quien gestiona digestiona y en todo proceso digestivo, sobre todo habiendo chicha, por lógica, tiene que oler la cosa a caca por muy bien que funcione el intestino dirigiente. Sin embargo, curiosamente, todo el que busca abrigo a sus carreras en esas cochiqueras lo primero que procura, desde el principio de los tiempos, y con monomanía, es cubrir la propia avaricia en el deleite por la pringue, con el principio inalienable de que él, por principios, no es como los otros. El bien común. Las patrias. El espíritu de sacrificio. La responsabilidad. El servicio y la entrega o la revolución… Son trampantojos similares de un mismo contenedor de turbios intereses. No hablemos ya de los que dicen hablarnos en nombre de los dioses. Se dirige digiriendo. Y el aparato digestor lo controla la parte refleja del cerebro que está fuera del sistema razonable. Así es como la nave va. Y la planta del político sólo en medio de ese abono crece, y florece y fructifica en su prole de tomates y de logros y fracasos hasta alcanzar la gloria de hacer más o menos historia con sus hechos más o menos sangrientos según toque. Esas artes son la biología del regente incluso antes de llegar a la regencia. En realidad el embrión de ese metabolismo está ahí desde sus más puros comienzos. Más decidido cuanto más se vaya haciendo el aspirante con su fin. Y siempre en forma sustantiva. Porque la política no trata de otra cosa sino en eso de andar llevándose a la boca a mano limpia y sin parar ese tipo de sustentos y nutrientes.
Otra cosa es que la Piara no pueda subsistir sin estos limos. Pero que así son de guarros no hay tutía.
Sólo dando por sentada esta realidad puede tener algún sentido andar sacando chispas a la comparación entre los polos de la pila de las cracias y sus cargas más o menos diferentes. Pero, aunque los arcos que surgen de ese juego alcanzan a veces voltajes incluso peligrosos, la verdad es que su luz insustancial es siempre fría y siempre dibujan el mismo baile de imágenes eclécticas de un mismo aburrimiento insulso y sin sentido, que poco alumbran nada interesante.
Yo, por eso siempre llevo a pastar a mi pensancia lo más lejos posible de esos pastos comunales. Sin embargo a veces es imposible no cruzarlos aunque sea sólo de paso. Como es el caso de este postveintene en que, como en el post de antes, algo habrá que decir como conjuro para poder dejar después de rumiar la mierda de estos rollos para siempre. A ver si soy capaz de hacerlo en unas cuantas parrafadas, con cuatro ilustraciones, y un par de citas gráficas sobre en qué nos va a cambiar el pelo el cambio que nos acaban de vender:
Antes de las elecciones circuló en el chorro de opinión anónima que corre por la red un mensajito con una frase de Bernard Shaw: Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo y por los mismos motivos. Que desde luego es genial, pero que en el caso concreto en que trataba de aplicarlo el que la puso en la corriente tiene miga. Porque en concreto este cambio, consigna levadura de la masa tonta e indignada, no era aquí a un pañal limpio, sino todo lo contrario. Aquí el cambio era volver a ponerle al niño los de la anterior cagada, que llevaban años reapestándose con rabia en el cesto de ropa por lavar. No sólo sin haber sido lavados, sino que con las mismas barbas zurrasposas y resecas. Como así ha sido decidido por amplia mayoría. Si no hay pañales limpios es hasta mejor dejar al niño sin cambiar mientras se encuentra uno, digo yo, o, en todo caso, lo suyo es dejarle el culo al aire mientras tanto. Pero en cuanto a eso, hay férreo consenso de la madre masa y del padre amasador en decir que es el peor de los peligros quedar expuesto a corrientes que pueden ser mortales.
Se puede sacar también la misma conclusión de moraleja con el chiste aquel de la tía guarra, que se tiraba con las mismas bragas medio año y luego se las ponía del revés y decía, ¡ah, que a gusto se queda una cuando se cambia!
Y así ha sido talmente. Y de hecho, al mismo instante de ganar el recuento del cambio, la sensación de novedad y a ver qué pasa así, que había logrado crear en buena parte del ambiente, pasó de percibirse como algo quizás incluso oxigenante a un madre mía… ahora si que la hemos hecho.
Pero, ¿qué es lo que prometía cambiar el cambio? Ah, eso es un misterio todavía y creo que el mejor resumen de intenciones y programas prometidos por el cambio durante la campaña lo tenemos en esta joya de oratoria soltada por el presidente popular de Baleares en uno de sus mítines:
(Con voz enérgica de mitin)
Sabemos que es lo qu’hay que hacer y lo vamos a hacer. Y por eso hacemos lo que hemos dicho que íbamos a hacer. Y por eso seguiremos haciendo aquello que nos toca hacer a pesar de que alguno no se crea que vamos a hacer lo que hemos dicho que íbamos a hacer.
(Aplausos, que es lo más alucinante, multitudinarios, de máquina electoral bien aleccionadita.)
Y el Schpañiaschs, ¿qué era lo que anunciaba él que tanto ha atraído? Poco. En realidad nada. Con estas dos citas se puede condensar el perfecto resumen de toda su propuesta:
Por una parte, en campaña:
(dicho marcando contundencia con el gesto de mano que hizo famoso el famoso movimiento del Caudillo.)
A losch schpañoleschs nosch hace falta un gobierno con redañoschs, que haga lasch coshaschs como Diosch manda. (Dicho a la sombra de Santiago de Compostela, para más olor a vota fumeiro)
Y por otra, proclamada desde el balcón azul de la victoria y refiriéndose, ahora sí bien clarito y antes nunca pronunciado, a que esto está jodido y nos vamos a enterar de lo que vale un peine:
(con el mismo movimiento machacón de mano y tono de arenga nacional que no nos vamos a quitar de encima en años)
…Pero esch en losch momentoschs difícileschs donde sche forja el temple de losch hombreschs y losch puebloschs.
(Otra vez aplausos de máquina electoral ahora enardecida, sobre cuyo mar glorioso de cabezas y agitadas banderas azulongas navega en el aire de la noche una pancarta blanca que pide, como dios manda, la penalización del aborto.)
Y levado por los aires imperiales de temples y redaños, yo me veo de nuevo trasportado a aquella edad de oro de mi escuela franquista, de la reina católica y beata, del florido pencil y el maestro con la vara, otra vez con aquellos pantaloncitos cortos, los mismos que nunca he podido dejar de ver en las canillas del alma del ahora futuro presidente de la futura Schpañia, en medio de una de aquellas edificantes lecciones de Viriato. Eso sí, ahora viene el soniquete a gesta de eternidad vetusta y cotidianidad revieja combinado con un chorro musical polimoderno, que arrejunta cierto toque puntera de lo más con lo más claramente borreguero, a manos del mismo disyoque que puso punto erótico al deobotellón de la visita del Papa. El Pulpo de la ocasión, o la ocasión del Pulpo. Es curioso. Pero no sé si esperanzador o aún más preocupante.
Si ahora pongo este otro soniquete de parte de la sección femenina de ciertos mítines peperos valencianos, acabo de bosquejar el trailer de la banda sonora que nos toca:
(Con la música de Somos novios, y en coral)
Somos madres, mantenemos nuestra casa limpia y pura, como todos, trabajamos sin desdén, no hay duda alguna, choferesas, enfermeras, cocineras y modistas, pedagogas, cantantes y hasta artistas, cuentacuentos, albañil y economista. Somos madres. Alguna cana en nuestra sien se nos asoma y lloramos cuando hijo ya mayor nos abandona, nos engaña recibir alguna flor y un achuchón, pero más nos gusta un bolso de Vuitton, sin hacer más comentarios. Somos madres, somos madres, somos madres.
Y, ¿esta picardía venial del bolso casquivano, en este entorno de puro gineceo, reivindicando el lubricio del gusto por el lujo de marca cara y de diseño hortera, en la maternidad de ellas, no viene a ser algo en algo parecido al guiño cochinete que se marcó el Schpañiaschs a la erótica casposa del Santiago Segura de Torrente? Porque abrió su campaña en Twiter con una foto que se sacó con él para tirarse un moco, no sé si sólo electoral pero tan efectista como inclasificable, algo así como que un poco de público arrimo a lo incorrecto si bien bien popular, para revitalizar la mustia piel del gesto adusto, que exigen marcar el temple y los redaños canos de su como dios manda, con un pequeño toque de sabor a pimentón. Al fin y al cabo lo que más pone a la masa es lo procaz, debió decirse, y el Torrente conjura a la perfección la atrayente apuesta por la revolución de lo incorrecto con el gusto más tradicional del grotesco pata negra.
Todo un fenómeno social lo del Torrente. Yo me vi el 4 la otra anoche, en compañía de un amigo mío inglés, que nunca había oído hablar de esa imaginería escatológica tan actual tan de masas y tan nuestra. Es algo que desde luego, aunque sólo sea desde el punto de vista sociológico, es imprescindible conocer, le dije. Y nos la pusimos. El inglés se rió en algunos gash con ganas, pero también dio un par de cabezazos. Yo también me reí a veces. Pero sobre todo no paré de alucinar calibrando cómo se hacía, de la caspa más hispana, mezcolanza lúdica de líquida anarquía para masas neocutres. Y reconociendo el éxito que tiene, entre cierto género de personal ibérico, el juego recurrente, que hace durante toda la película, con aquella escena primigenia de la famosa pajilla entre colegas, tan machos como prototipos del esperpento corriente y nacional, me hice yo un tratado sobre lo fantasmal en el erótico del masculino vulgar establecido que no me venga usted con freuds ni con paulovs.
Cuando acabó la peli, mi amigo inglés me preguntó tajante, como forma de centrar los sesudos análisis que yo trataba de hacerme sobre ella: Pero a parte del interés sociológico y todo eso, ¿a ti te ha gustado o no? Y no supe que decirle. Tampoco lo sabría contestar muy bien ahora. Quizás la respuesta sea ni si ni no sino todo lo contrario, porque mi interés por el fenómeno esté muy por encima de un triste gusto monosílabo. Segura me cae bien y sé que como él, lo que hace es único en su género. Y que si algo buscara él del Schpañiaschs sería la puta pela sólo. Pero, ¿que es lo que el Schpañiaschs había buscado de él públicamente? Y entonces vi de pronto que no habían sido sólo unos posibles votos, que en el estreno del 3 ya había hecho ostentación de su asistencia, que muy posiblemente lo que le movía fuera admiración sincera, de tipo visceral y de una insoportable ambigüedad tan pegajosa como la línea fría de sus labios. Y entonces comprendí en un escalofrío que el tiempo que se adviene, además de ser mariano en toda su etimología, también va a traernos sin remedio en su legislatura un torrente de actuaciones caricaturescas propias de el del brazo tonto de la ley. En el fondo igual de cómicas. Seguramente con el mismo rebozo de harinas rojo y gualdas. Pero en plan serio. En las tres dimensiones de la realidad. Y sin escapatoria.
En cualquier caso, la Transición ha muerto, tan mansa como siempre y todavía inconclusa aunque ni mucho menos virgen, en la misma fecha de su nacimiento histórico, y lo que ha empezado ahora es la Transacción, en el sentido más bursátil que la palabra tiene, que es la que se va a encargar de llevarnos otra vez a una dictadura, pero esta vez regida por la Globalísima Banca.
Que las Espe culaciones de los hados nos pillen bien reídos.
Aunque maldita sea la gracia.
Pos post:
Claro que es verdad el principio de mi principio de que al fin todos son igual de indeseables. Pero el olor a altares que traen pegado al culo estos me molesta y me preocupa. Sólo va a servir para reenquistar caudales de antiguos movimientos. Estoy seguro de que perjudica seriamente la salud social. Y pienso que con esos humos habría que hacer como con los del tabaco. Que se los fume quien quiera libremente. Pero fuera del ámbito público por ley.
Encuesta final:
¿Habrá crucificado en la constitución de la jura del cargo del nuevo gobierno? Será significativo. Ojalá no. Pero yo me temo que además va a tener algo de barroco en su factura, si bien, ¿quizás con un cierto toque minimalista en el retorcimiento? ¿O va a ser al revés? Vamos a verlo.
Nota y fe de imágenes:
La primera no es mía, yo sólo he puesto el púdico velo para significar el misterio que se traen con lo que va a acabar metiéndonos. Viene de la red, la bajé de una página gallega pero hace mucho, y ahora no encuentro dirección que darle. La otra es la que colgó su comité electoral en twiter. El tercero al fondo creo que es Julio José, Iglesias.
1 comentario:
Me encanta lo de los tiempos marianos y es una terrible realidad, vistas la misas en la plaza de Colon y las visitas Papales.
Lo de Torrente ya es otra cosa, eso me asusta mas y me da mucha mas rabia, no lo puedo soportar.
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