Lo primero que pensé cuando leí que las elecciones iban a ser el 20-N fue que esa elección no se había hecho sin pensar. Al menos un rato de si sí o si no tuvo que haber. Y quizás sea el sutil inri que supone un fino regalito personal de Zapatero. Un detallito final e inteligente. Un toma ahí por si te jode. Porque de entrada es una buena forma de quitar para siempre a esa fecha la exclusividad de un recuerdo aborrecible. Pero al mismo tiempo que es una ocasión perfecta de superar para siempre el trasgo si gana el convocante, lo es de dejar marcado el triunfo del rival eternamente con un cierto olor de resucite. Y por eso, del mismo modo que yo, el adversario, de eso no puede caber duda, lo primero que pensó al enterarse de la convocatoria ansiada fue, coño, mira que ir a poner ese día el hijoputa. Pero se tragaron el sapo de forma predecible sin hacer ni el gesto de un mal glusp siquiera, de una parte por el subidón que tenían de haber llegado al fin a ese momento por el que habían vivido ansiosos durante cuatro años, y, además, conscientes de que no les cabía otra que hacer como si nada. Aunque saben que algo hay en el maíz de ese detalle, y que ahí lo llevan.
Después…
Después me entró un retortijón de pensar que la banda del Rajoy pudiera llegar a la presidencia del gobierno.
Ahora, después del tiempo arrollador de baños y follones veraniegos, en el que el aire playero se lleva el muermo de las tonterías, me pongo otra vez aquí a la cosa anal de los isís, a ver el porqué de aquél retortijón. Y los isís es que hay en los anales dos fotos que todo lo resumen. Aunque en realidad son tres y en verdad sólo consistan, como la Trinidad, en una. La primera es la del señor Rodríguez Zapatero, y es la del pringao que le ha tocado comerse con patatas el marrón de una crisis planetaria que veremos en qué acaba. Dentro del gesto amargo que le ha supuesto el trago que no quería tragarse por nada de este mundo, se lo acabó tragando como un niño responsable el aceite de ricino, buscando por encima de todo la gobernabilidad de un Barco que, al fin, como dice el poeta del Mar y de la Vida, carece por definición de ancla, gobernalle y remo, y sólo lleva a bordo una Piara con deseo compulsivo de consumo y miedo colectivo a naufragar, que es el peor lastre que se puede llevar en una travesía. Es en resumen, la foto del hombre que, bueno o malo, es el que más ha perdido con la crisis. La segunda es la del señor Rajoy, ente rancio de folclore arcaico y revenío, dicción pastosa y barba con olor a naftalina. La suya es una foto de pegajosidad antigua que recuerda a aquél hombre del casino provinciano, y trae al tacto alamares de regusto por la sangre de los toros y el humo de los altares, al que sólo le ha sacado de la cara el muermo de una segura cincuentosis perdularia que tenía, la oportuna aparición de la bendita crisis. Y la reciente convocatoria de la fecha, aunque tenga que ser el 20-N, por cuya única mística llevaba cuatro años viviendo sin vivir en él. Él es pues, no sólo el español al que mejor le ha venido la crisis, sino el que más profundamente se alegra de ella. Día a día. Más cuanto más chunga se ponga. En ese sitio del alma pura en el que la razón no manda. Porque desde que apareció en escena el desastre de la economía, está que da palmas con la orejas, y le ha cambiado hasta el color mustio de la piel y desvelado los ojos de la anterior melancolía que arrastraba.
La tercera es Rubalcaba. Y es sin duda de las tres hipóstasis la que tiene, según todos, el futuro más peludo. Pero también es esa figura que, como el patito feo, puede que al final resulte el pajarito al que le podrían crecer alas. Y acabar a lo mejor, siendo ese espíritu que como la santa paloma, coyunde. Engendre. E incluso hiciere concebir lo inesperado. No en terrenos vírgenes, eso está claro, pero sí a lo mejor en alguno que encuentre por ahí todavía no del todo emputecido. Puede que a lo mejor se atreva a hacer una campaña que por primera vez sea dentro de lo mismo diferente. Que marque incluso cierto tipo de hito en el estilo ahíto al uso democrático. Desde luego en él puede caber aún algo de sorpresa, de crisálida que acaba en lepidóptero, y el otro, en cambio, no dejará de ser más que un triste anuro tan baboso como pardo que, aunque puede naturalmente comerse lo que la ocasión le pone ante la boca, si le acaba besando la princesa de la suerte, lejos de resultar príncipe jamás, lo que resultara sin duda es rana.
Mi reino no es de este mundo. Tengo que decir ahora para aclarar conceptos. Y por eso viene bien este símil trinitario. Porque de la misma manera que no soy cristiano y creo que debería estar prohibida por higiene social cualquier religión de más de un miembro, tampoco soy demócrata. Y creo que nunca puede ser bueno algo que dependa de la mayoría como lógica. Y que estamos en un orden en el que es mucho más grave fundar un banco que robarlo (Bretch). Con estas dos preposiciones quiero dejar bien claro que veo pues mejor que nadie que estas tres estampas forman parte de un mismo altar, repugnante porque además de ser por fundamento criminal y delictivo, está ya muerto. Pero como por otra parte ni dios, ni puede que yo mismo, quiere cambiarlo de verdad por otro, y como en todo caso va a ser uno de los dos el que se encargue de encarnar el Actor que represente en la Comedia el papel de Piloto de la Nave que no tiene timón, yo, señores, no es exactamente que prefiera que sea el uno, es que me da un retortijón pensar que acabe siendo el otro.
Porque tal cosa no traería ninguna mejoría de por sí, ni en el poder adquisitivo de la Piara, ni en la reestructura del Sistema, ni al cambio global ni al globo del cambio, ni a nada que pudiera devolver vida al Cadáver, sino sólo un velo pesado y polvoriento de letargia pueblerina de españias provinciales con notorias ínfulas notarias que iría recubriendo todo y sin escapatoria con un muermo letal, sofocador de cualquier clase de chispa. No me quiero ni acordar de la televisión de Urdaci.
Y sí claro, está eso de que se jodan, por traidores, por no haber tenido güevos, que no nos representan, y todas esas cosas comprensibles en la indignación más comprensiva. Pero en algo me recuerda ese tipo de castigo a una amiga mía que un día penó a su hijo de seis años, tres fines de semana sin salir, quedándose ella también sin la excursión querida que ya tenía planeada porque claro, el crío había sido malo y tenía que aprender. Y aunque algunos creen que el dolor de ese castigo podría acelerar la gestación de un malestar social hacia un cambio profundo, yo no sólo no lo creo sino que temo que sirviera para todo lo contrario. Pero es que además… yo no acabo de ver eso de que Zapatero haya traicionado tanto, y desde luego en absoluto a mí. Yo las dos veces que le he votado han sido las primeras que lo he hecho en mi vida hasta entonces totalmente abstencionista. Cambié mi intención de voto no votante porque no podía más con el empacho de aquellos ocho años de asnarismo, que por primera vez catamos en nuestra democracia (de los que por cierto el Rajoy fue viceparte y es heredero universal). Nada más. Y recuerdo que el cambio fue como abrir una ventana en una habitación sin aire. Entonces mis votos fueron como va a ser el veinteene, no en sentido pro sino en sentido contra. Sé perfectamente que no se puede pedir peras al olmo. Y por lo tanto lo que hice, y lo que haré, lo hice sabiendo que mi elegido nunca me podría defraudar. Pero es que además, dentro de que por supuesto anda metido en la profesión de capitanear la Nave que vaga fantasma a la deriva y eso es lo que hay, ¿qué es lo que ha hecho de verdad tan malo? Yo sólo veo una cosa, intentar por todos los medios no comerse la crisis a ver si se pasaba y no era para tanto. Y no quiero pensar en qué dirían, los que ahora le acusan de haber hecho tardíos los recortes, si se hubiera puesto a recortar antes de que hubiera sido totalmente imprescindible. O si se hubiera atrevido a pinchar la burbuja inmobiliaria hace unos años. Pues eso.
Hacer ahora balance exacto de lo que haya o no haya hecho el gobierno de la ceja en la legislatura no es lo importante ni para lo del espíritu ni para la letra anal de estos isís ni para nada. Pero, aunque no todo lo que yo hubiera querido, lo cierto es que ha hecho algunos cambios en la sociedad que antes de él eran ciencia ficción pura, y en la economía no ha estado el presidente español más perdido que lo están los europeos. Todos, ha dicho ya alguien, moviéndose de aquí para allá como gallinas sin cabeza. Pero si es sin embargo interesante, y significativo, repasar la única idea que la oposición de la barba ha estado inyectando a todos los debates con intención ladina y en forma obsesa, practicando la demagogia populista hasta lo obsceno, más que nada porque en dos líneas se hace, y porque demuestra que les importa aún menos que a mí la patraña de esa españia que están siempre chupando, y porque tengo el texto íntegro de su monomanía hincado en la sesera, como tenía la criada de Bernarda Alba clavao en las sienes el soniquete aquel del toque de difunto en la obra de Lorca:
laculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatie…
Esa y la de que:
MarianorajoyeslasolucióndeestacrisisMarianorajoyeslasolucióndeestacrisisMarianorajoyeslasolucióndeestacrisisMariano…, son las dos únicas ideas que se les ha oído. Y cuatro años (en realidad ocho) sin hacer otra política que ésta algo tendrá que decir sobre el fondo de la banda.
Y es que las dos opciones a elegir son caras de un mismo cromo que ya no tiene gracia pero hay diferencias de estilos y maneras. Unos son como cornudos apaleados que, de tan educados, encima de putas se creen en la elegancia de pagar la cama por responsabilidad con el hostelero que alberga su deshonra, y los otros, obtusos olegarios que sólo tienen fe en afanarse leña sin importarles nada cómo dejan el bosque.
¿Olegarios pinta bien lo que de mediopelo tienen en el alma? Con eso sólo sería suficiente para salir corriendo. Pero además, siempre se han opuesto a todo avance. Y lo que España ha conseguido sacudirse del cascarón horrible de aquél afganistán franquista ha sido siempre a su pesar y con su traba. Si pongo por ejemplo el que la Aguirre y demás lideresas del pepé deben al pesoe el haber prosperado en su partido, estoy poniendo una imagen que vale más que cien palabras para ilustrar lo que quiero decir en este párrafo. Eso sigue igual ahora (véase abortos y concepción del sexo), y conviene ponerlo en el anal para tenerlo en cuenta en los isís.
Y qué más. Qué más izar para los isís del anal del rollo macareno este. No sé. Que hace mucho mucho tiempo que las naciones no tienen potestad para hacer nada, y menos en economía. Que vivimos en un orden criminal y planetario donde el que no corre vuela y que además se hunde. Y que nadie en absoluto quiere aquí cambiar de barco ni, en realidad, de rumbo. Que aquí lo que está en los deseos de políticos accionistas e indignados es el contrasentido de relanzar el crecimiento cuanto antes. Lo que queremos es volver a tener lleno el dornajo a rebosar de guarrerías y que se joda al que le toque cuando haya que pagar. Cuando debería de procurarse todo lo contrario. Aquí habría que hacer en el orden social de la Piara, con la urgencia de un plan de salvamento de naufragio, una revolución parecida a la del fuego, que marcara en el Saber un antes y un después, que se puede fundamentar con cinco palabras: Dejar de jugar al Monopoly:
Enfriar a ritmo acelerado y todo lo posible la locura productiva de una economía basada en el trapiche del mercado hecho dogma obligatorio de fe por ley inquebrantable de cuatro hijos de puta un ejército de esbirros y una masa de tontos.
Fijarse, dentro de la escena de un programa global desde el principio, en que si hay un modelo no posible es este que tenemos, y en ir desarrollando nuevas utopías (que como aquellas socialistas de finales del siglo XIX tendrán que empezar a surgir de pequeños embriones, pero esta vez sí que con gestación universal desde el principio, por encima de cualquier clase de grupos y de ideologías y más con carácter de salvación de especie que con la idea de buscar un mundo mejor), como la de reducir la población a un par de miles de millones como mucho. Y, usando el desarrollo de la Técnica y del Conocimiento, cambiar el concepto de estarbien, ahora en relación al consumo promovido por una inteligente política de ventas agresivas, por otro basado en un Sistema en el que se busque la ciencia de trabajar hoy, aunque más que mañana, menos que ayer, y promoviendo un uso responsable llegar a crear el equilibrio entre el desgaste y los recursos de la bioesfera. ¿No es un delito irracional venir a este mundo para pasarla trabajando en el absurdo de pagar de por vida la jaula de un piso de mala calidad, con treinta días de vacaciones aplazadas en un sitio masivo, viviendo sin parar en las pantallas virtuales lo que nunca vamos a tener? ¿No sería mejor gastar el Tiempo en buscar en el mínimo consumo, tocándonos los güevos, la Felicidad y…
Si… Ya. Y entonces entraríamos quizás en el Gran Orden de una nueva Lógica que… siempre que lo pienso estoy seguro, no sé si acabará viniendo antes de la auto extinción, ni si sería mejor o peor ni si acabaría trayendo algo del cielo a la tierra o desencadenando otra vez los monstruos que todo sueño racional encierra, pero sí que si se acaba instaurando nos pondrá a llorar por veinte siglos hermosas lágrimas, de romántica añoranza por el brillo irresistible de aquellos valores incorrectos de esta Humanidad que se metió aquel pico de jurujujú en aquella fiesta loca, irrepetible, que se corrió por la ventimononia, rebuscando el perdido recuerdo de su pasión por el desenfreno de la vida entre la dulce leyenda que dora en maravillas las páginas más duras de la Historia, para siempre. Porque tal de payasa es nuestra praxis y talmente somos de payasos.
Sabido esto es cuando tengo que decir, para volver a dejar claro lo que tengo en el caletre, que yo ya no podría por lo tanto dejar de ser escéptico ante un remolino de cambio social, que de haberlo sería de turno pero que es por otra parte inexistente todavía en el horizonte de las aguas actuales. Aunque apareciera. Por muy prometedor que aparentara ser su giro, y muy atrayente el vertiginio de su revolución. Y consciente de que no sé por cuanto tiempo me va a tocar flotar en este Mar con esta Nave, con toda la fauna que hay en ella navegando, antes de que la Gran Crisis acabe por llegar de verdad llevándoselo todo sin que quepan debates al carajo, y de que la abstención castigo sólo va a servir ahora para echarnos, encima, una pesada cruz vete tú a saber por cuanto tiempo, no es que no me haga gracia el que le toque en suertes la vara de porquero a ese ganao que está ya tan seguro de tener por el mango la sartén, del falso timón que no se ha sorteado todavía, es que me da ese retortijón que ya te he dicho. No porque nos vayan a bajar más aún la ración de las bellotas, que eso podéis darlo por seguro, yo al fin y al cabo estoy ya acostumbrado a vivir con poco, sino porque nos van a matar todavía más de aburrimiento. Y por eso me he puesto en este rollo a llamar la atención sobre la nube que estoy viendo venir. Y decir a quién haya llegado hasta aquí que penséis si no merece la pena quitarles con el voto lo que ya dan por contado, aunque sólo sea por verles la cara que les queda. Después siempre habrá tiempo de seguir agitando la leche de la indignación a ver si no se corta y cuaja algún queso ideal.
El 20-n es también una ocasión histórica, de quitarle el santo derechil, que arrastra por la Historia pendiéndole del culo, a la derecha hispana, que, de perderla, ojo que se presentan con todo ese lodo por bandera, aunque sea en cierta medida volvería a revitalizarse como la mala hierba que no se acaba de arrancar bien de raíz. No quiero ni pensar que fuera en una medida más que cierta.
En cualquier caso, lo tengo claro. Yo voy a votar al gaditano. Porque es la única forma útil de votar en contra de eso y porque antes de votar cualquier acción inútil me abstendría. Y porque siempre han tenido fama de carnavalescos, y a lo mejor hasta le veo algo de chirigota en los ojillos. Pero si es que tiene que ocurrir que pierda, sea. Que tampoco es para tanto. Que aunque creo que eso sólo traería sinsabores, es verdad que nunca hay mal que por bien no venga, y que no hay que llorar por que el sol se vaya, porque las lágrimas te impedirían ver las constelaciones que pone a la luz la oscuridad. Pero maldita la gana. Y desde luego, aunque todos dicen que será, por lo menos no va a ser con mi abstención.
Y soltado ya todo este rollo, me vuelvo al mundo de mis contemplaciones, que para bien o para mal, está muy por encima (o por debajo, en las distancias estelares no existe la mezquindad de ese concepto) de toda esta mierda macarena, al cabo tan estomagante como las entrepiernas de una puta reusada y vieja.
La foto es de Marisa Flores, El País, y como es impagable quiero que sea por lo menos reconocida.
Después…
Después me entró un retortijón de pensar que la banda del Rajoy pudiera llegar a la presidencia del gobierno.
Ahora, después del tiempo arrollador de baños y follones veraniegos, en el que el aire playero se lleva el muermo de las tonterías, me pongo otra vez aquí a la cosa anal de los isís, a ver el porqué de aquél retortijón. Y los isís es que hay en los anales dos fotos que todo lo resumen. Aunque en realidad son tres y en verdad sólo consistan, como la Trinidad, en una. La primera es la del señor Rodríguez Zapatero, y es la del pringao que le ha tocado comerse con patatas el marrón de una crisis planetaria que veremos en qué acaba. Dentro del gesto amargo que le ha supuesto el trago que no quería tragarse por nada de este mundo, se lo acabó tragando como un niño responsable el aceite de ricino, buscando por encima de todo la gobernabilidad de un Barco que, al fin, como dice el poeta del Mar y de la Vida, carece por definición de ancla, gobernalle y remo, y sólo lleva a bordo una Piara con deseo compulsivo de consumo y miedo colectivo a naufragar, que es el peor lastre que se puede llevar en una travesía. Es en resumen, la foto del hombre que, bueno o malo, es el que más ha perdido con la crisis. La segunda es la del señor Rajoy, ente rancio de folclore arcaico y revenío, dicción pastosa y barba con olor a naftalina. La suya es una foto de pegajosidad antigua que recuerda a aquél hombre del casino provinciano, y trae al tacto alamares de regusto por la sangre de los toros y el humo de los altares, al que sólo le ha sacado de la cara el muermo de una segura cincuentosis perdularia que tenía, la oportuna aparición de la bendita crisis. Y la reciente convocatoria de la fecha, aunque tenga que ser el 20-N, por cuya única mística llevaba cuatro años viviendo sin vivir en él. Él es pues, no sólo el español al que mejor le ha venido la crisis, sino el que más profundamente se alegra de ella. Día a día. Más cuanto más chunga se ponga. En ese sitio del alma pura en el que la razón no manda. Porque desde que apareció en escena el desastre de la economía, está que da palmas con la orejas, y le ha cambiado hasta el color mustio de la piel y desvelado los ojos de la anterior melancolía que arrastraba.
La tercera es Rubalcaba. Y es sin duda de las tres hipóstasis la que tiene, según todos, el futuro más peludo. Pero también es esa figura que, como el patito feo, puede que al final resulte el pajarito al que le podrían crecer alas. Y acabar a lo mejor, siendo ese espíritu que como la santa paloma, coyunde. Engendre. E incluso hiciere concebir lo inesperado. No en terrenos vírgenes, eso está claro, pero sí a lo mejor en alguno que encuentre por ahí todavía no del todo emputecido. Puede que a lo mejor se atreva a hacer una campaña que por primera vez sea dentro de lo mismo diferente. Que marque incluso cierto tipo de hito en el estilo ahíto al uso democrático. Desde luego en él puede caber aún algo de sorpresa, de crisálida que acaba en lepidóptero, y el otro, en cambio, no dejará de ser más que un triste anuro tan baboso como pardo que, aunque puede naturalmente comerse lo que la ocasión le pone ante la boca, si le acaba besando la princesa de la suerte, lejos de resultar príncipe jamás, lo que resultara sin duda es rana.
Mi reino no es de este mundo. Tengo que decir ahora para aclarar conceptos. Y por eso viene bien este símil trinitario. Porque de la misma manera que no soy cristiano y creo que debería estar prohibida por higiene social cualquier religión de más de un miembro, tampoco soy demócrata. Y creo que nunca puede ser bueno algo que dependa de la mayoría como lógica. Y que estamos en un orden en el que es mucho más grave fundar un banco que robarlo (Bretch). Con estas dos preposiciones quiero dejar bien claro que veo pues mejor que nadie que estas tres estampas forman parte de un mismo altar, repugnante porque además de ser por fundamento criminal y delictivo, está ya muerto. Pero como por otra parte ni dios, ni puede que yo mismo, quiere cambiarlo de verdad por otro, y como en todo caso va a ser uno de los dos el que se encargue de encarnar el Actor que represente en la Comedia el papel de Piloto de la Nave que no tiene timón, yo, señores, no es exactamente que prefiera que sea el uno, es que me da un retortijón pensar que acabe siendo el otro.
Porque tal cosa no traería ninguna mejoría de por sí, ni en el poder adquisitivo de la Piara, ni en la reestructura del Sistema, ni al cambio global ni al globo del cambio, ni a nada que pudiera devolver vida al Cadáver, sino sólo un velo pesado y polvoriento de letargia pueblerina de españias provinciales con notorias ínfulas notarias que iría recubriendo todo y sin escapatoria con un muermo letal, sofocador de cualquier clase de chispa. No me quiero ni acordar de la televisión de Urdaci.
Y sí claro, está eso de que se jodan, por traidores, por no haber tenido güevos, que no nos representan, y todas esas cosas comprensibles en la indignación más comprensiva. Pero en algo me recuerda ese tipo de castigo a una amiga mía que un día penó a su hijo de seis años, tres fines de semana sin salir, quedándose ella también sin la excursión querida que ya tenía planeada porque claro, el crío había sido malo y tenía que aprender. Y aunque algunos creen que el dolor de ese castigo podría acelerar la gestación de un malestar social hacia un cambio profundo, yo no sólo no lo creo sino que temo que sirviera para todo lo contrario. Pero es que además… yo no acabo de ver eso de que Zapatero haya traicionado tanto, y desde luego en absoluto a mí. Yo las dos veces que le he votado han sido las primeras que lo he hecho en mi vida hasta entonces totalmente abstencionista. Cambié mi intención de voto no votante porque no podía más con el empacho de aquellos ocho años de asnarismo, que por primera vez catamos en nuestra democracia (de los que por cierto el Rajoy fue viceparte y es heredero universal). Nada más. Y recuerdo que el cambio fue como abrir una ventana en una habitación sin aire. Entonces mis votos fueron como va a ser el veinteene, no en sentido pro sino en sentido contra. Sé perfectamente que no se puede pedir peras al olmo. Y por lo tanto lo que hice, y lo que haré, lo hice sabiendo que mi elegido nunca me podría defraudar. Pero es que además, dentro de que por supuesto anda metido en la profesión de capitanear la Nave que vaga fantasma a la deriva y eso es lo que hay, ¿qué es lo que ha hecho de verdad tan malo? Yo sólo veo una cosa, intentar por todos los medios no comerse la crisis a ver si se pasaba y no era para tanto. Y no quiero pensar en qué dirían, los que ahora le acusan de haber hecho tardíos los recortes, si se hubiera puesto a recortar antes de que hubiera sido totalmente imprescindible. O si se hubiera atrevido a pinchar la burbuja inmobiliaria hace unos años. Pues eso.
Hacer ahora balance exacto de lo que haya o no haya hecho el gobierno de la ceja en la legislatura no es lo importante ni para lo del espíritu ni para la letra anal de estos isís ni para nada. Pero, aunque no todo lo que yo hubiera querido, lo cierto es que ha hecho algunos cambios en la sociedad que antes de él eran ciencia ficción pura, y en la economía no ha estado el presidente español más perdido que lo están los europeos. Todos, ha dicho ya alguien, moviéndose de aquí para allá como gallinas sin cabeza. Pero si es sin embargo interesante, y significativo, repasar la única idea que la oposición de la barba ha estado inyectando a todos los debates con intención ladina y en forma obsesa, practicando la demagogia populista hasta lo obsceno, más que nada porque en dos líneas se hace, y porque demuestra que les importa aún menos que a mí la patraña de esa españia que están siempre chupando, y porque tengo el texto íntegro de su monomanía hincado en la sesera, como tenía la criada de Bernarda Alba clavao en las sienes el soniquete aquel del toque de difunto en la obra de Lorca:
laculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatienelseñorrodriguezzapaterolaculpalatie…
Esa y la de que:
MarianorajoyeslasolucióndeestacrisisMarianorajoyeslasolucióndeestacrisisMarianorajoyeslasolucióndeestacrisisMariano…, son las dos únicas ideas que se les ha oído. Y cuatro años (en realidad ocho) sin hacer otra política que ésta algo tendrá que decir sobre el fondo de la banda.
Y es que las dos opciones a elegir son caras de un mismo cromo que ya no tiene gracia pero hay diferencias de estilos y maneras. Unos son como cornudos apaleados que, de tan educados, encima de putas se creen en la elegancia de pagar la cama por responsabilidad con el hostelero que alberga su deshonra, y los otros, obtusos olegarios que sólo tienen fe en afanarse leña sin importarles nada cómo dejan el bosque.
¿Olegarios pinta bien lo que de mediopelo tienen en el alma? Con eso sólo sería suficiente para salir corriendo. Pero además, siempre se han opuesto a todo avance. Y lo que España ha conseguido sacudirse del cascarón horrible de aquél afganistán franquista ha sido siempre a su pesar y con su traba. Si pongo por ejemplo el que la Aguirre y demás lideresas del pepé deben al pesoe el haber prosperado en su partido, estoy poniendo una imagen que vale más que cien palabras para ilustrar lo que quiero decir en este párrafo. Eso sigue igual ahora (véase abortos y concepción del sexo), y conviene ponerlo en el anal para tenerlo en cuenta en los isís.
Y qué más. Qué más izar para los isís del anal del rollo macareno este. No sé. Que hace mucho mucho tiempo que las naciones no tienen potestad para hacer nada, y menos en economía. Que vivimos en un orden criminal y planetario donde el que no corre vuela y que además se hunde. Y que nadie en absoluto quiere aquí cambiar de barco ni, en realidad, de rumbo. Que aquí lo que está en los deseos de políticos accionistas e indignados es el contrasentido de relanzar el crecimiento cuanto antes. Lo que queremos es volver a tener lleno el dornajo a rebosar de guarrerías y que se joda al que le toque cuando haya que pagar. Cuando debería de procurarse todo lo contrario. Aquí habría que hacer en el orden social de la Piara, con la urgencia de un plan de salvamento de naufragio, una revolución parecida a la del fuego, que marcara en el Saber un antes y un después, que se puede fundamentar con cinco palabras: Dejar de jugar al Monopoly:
Enfriar a ritmo acelerado y todo lo posible la locura productiva de una economía basada en el trapiche del mercado hecho dogma obligatorio de fe por ley inquebrantable de cuatro hijos de puta un ejército de esbirros y una masa de tontos.
Fijarse, dentro de la escena de un programa global desde el principio, en que si hay un modelo no posible es este que tenemos, y en ir desarrollando nuevas utopías (que como aquellas socialistas de finales del siglo XIX tendrán que empezar a surgir de pequeños embriones, pero esta vez sí que con gestación universal desde el principio, por encima de cualquier clase de grupos y de ideologías y más con carácter de salvación de especie que con la idea de buscar un mundo mejor), como la de reducir la población a un par de miles de millones como mucho. Y, usando el desarrollo de la Técnica y del Conocimiento, cambiar el concepto de estarbien, ahora en relación al consumo promovido por una inteligente política de ventas agresivas, por otro basado en un Sistema en el que se busque la ciencia de trabajar hoy, aunque más que mañana, menos que ayer, y promoviendo un uso responsable llegar a crear el equilibrio entre el desgaste y los recursos de la bioesfera. ¿No es un delito irracional venir a este mundo para pasarla trabajando en el absurdo de pagar de por vida la jaula de un piso de mala calidad, con treinta días de vacaciones aplazadas en un sitio masivo, viviendo sin parar en las pantallas virtuales lo que nunca vamos a tener? ¿No sería mejor gastar el Tiempo en buscar en el mínimo consumo, tocándonos los güevos, la Felicidad y…
Si… Ya. Y entonces entraríamos quizás en el Gran Orden de una nueva Lógica que… siempre que lo pienso estoy seguro, no sé si acabará viniendo antes de la auto extinción, ni si sería mejor o peor ni si acabaría trayendo algo del cielo a la tierra o desencadenando otra vez los monstruos que todo sueño racional encierra, pero sí que si se acaba instaurando nos pondrá a llorar por veinte siglos hermosas lágrimas, de romántica añoranza por el brillo irresistible de aquellos valores incorrectos de esta Humanidad que se metió aquel pico de jurujujú en aquella fiesta loca, irrepetible, que se corrió por la ventimononia, rebuscando el perdido recuerdo de su pasión por el desenfreno de la vida entre la dulce leyenda que dora en maravillas las páginas más duras de la Historia, para siempre. Porque tal de payasa es nuestra praxis y talmente somos de payasos.
Sabido esto es cuando tengo que decir, para volver a dejar claro lo que tengo en el caletre, que yo ya no podría por lo tanto dejar de ser escéptico ante un remolino de cambio social, que de haberlo sería de turno pero que es por otra parte inexistente todavía en el horizonte de las aguas actuales. Aunque apareciera. Por muy prometedor que aparentara ser su giro, y muy atrayente el vertiginio de su revolución. Y consciente de que no sé por cuanto tiempo me va a tocar flotar en este Mar con esta Nave, con toda la fauna que hay en ella navegando, antes de que la Gran Crisis acabe por llegar de verdad llevándoselo todo sin que quepan debates al carajo, y de que la abstención castigo sólo va a servir ahora para echarnos, encima, una pesada cruz vete tú a saber por cuanto tiempo, no es que no me haga gracia el que le toque en suertes la vara de porquero a ese ganao que está ya tan seguro de tener por el mango la sartén, del falso timón que no se ha sorteado todavía, es que me da ese retortijón que ya te he dicho. No porque nos vayan a bajar más aún la ración de las bellotas, que eso podéis darlo por seguro, yo al fin y al cabo estoy ya acostumbrado a vivir con poco, sino porque nos van a matar todavía más de aburrimiento. Y por eso me he puesto en este rollo a llamar la atención sobre la nube que estoy viendo venir. Y decir a quién haya llegado hasta aquí que penséis si no merece la pena quitarles con el voto lo que ya dan por contado, aunque sólo sea por verles la cara que les queda. Después siempre habrá tiempo de seguir agitando la leche de la indignación a ver si no se corta y cuaja algún queso ideal.
El 20-n es también una ocasión histórica, de quitarle el santo derechil, que arrastra por la Historia pendiéndole del culo, a la derecha hispana, que, de perderla, ojo que se presentan con todo ese lodo por bandera, aunque sea en cierta medida volvería a revitalizarse como la mala hierba que no se acaba de arrancar bien de raíz. No quiero ni pensar que fuera en una medida más que cierta.
En cualquier caso, lo tengo claro. Yo voy a votar al gaditano. Porque es la única forma útil de votar en contra de eso y porque antes de votar cualquier acción inútil me abstendría. Y porque siempre han tenido fama de carnavalescos, y a lo mejor hasta le veo algo de chirigota en los ojillos. Pero si es que tiene que ocurrir que pierda, sea. Que tampoco es para tanto. Que aunque creo que eso sólo traería sinsabores, es verdad que nunca hay mal que por bien no venga, y que no hay que llorar por que el sol se vaya, porque las lágrimas te impedirían ver las constelaciones que pone a la luz la oscuridad. Pero maldita la gana. Y desde luego, aunque todos dicen que será, por lo menos no va a ser con mi abstención.
Y soltado ya todo este rollo, me vuelvo al mundo de mis contemplaciones, que para bien o para mal, está muy por encima (o por debajo, en las distancias estelares no existe la mezquindad de ese concepto) de toda esta mierda macarena, al cabo tan estomagante como las entrepiernas de una puta reusada y vieja.
La foto es de Marisa Flores, El País, y como es impagable quiero que sea por lo menos reconocida.
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