Su madre sería una santa pero el es un hijoputa. Con esta vieja sentencia, que viene que ni al pelo, basta para decir todo lo que hace falta decir sobre el noruego ese que ha fabricado y detonado una bomba y luego ha matado a más de setenta personas a tiros, como si estuviera cazando, el hijoputa. Y una vez dicho esto la verdad es que todo lo que se diga después es añadir detalles, y marear la perdiz en muchos casos, que es lo que suele acabar pasando, porque a los medios les gusta rumiar y rumiar los alimentos de que se mantienen, y este es de los que dan más juego. Y en muchos aspectos es interesante, sacarle punta a este tipo de cosas, pero llegado el momento de darle vueltas y vueltas a lo dicho y redicho y vuelto a redecir, yo paso del rollo y mando a mi magín por ahí, fuera de los caminos reflexivos trillados y manidos de siempre, a buscar vericuetos de razón por entre las certidumbres que nunca se recorren. ¿Cómo pueden criar el aire y la tierra estos hijoputas tan grandísimos?, se me ocurre plantearme por ejemplo. Porque como todos este empezó con un espermatozoide entre un millón que ganando una carrera en la corrida se tiró de cabeza dentro del protoplasma de un ovulo caliente. Y ahí se empezó a gestar el hijoputa. (No tiene nada que ver con lo que estoy tratando de tratar, pero, ¿a que es significativo poner del revés el argumento antiabortista ese de que pensemos a qué podría llegar el pobre cigoto que matamos, y pensar cuántos engendros que se fueron por los váteres hubieran acabado siendo un hijoputa?). Porque el hijoputa sanguinario este es un personaje muy común, que está por todas partes desde el principio de los siglos. Y tiene muchos registros diferentes. A veces es un vulgar currito y otras todo un líder poderoso y hasta dios. Y no siempre provocan el rechazo y la repugnancia unánime de todos, como en el caso de este último noruego. Son mucho más frecuente los que siendo mucho más mortíferos y feroces han movidos masas y naciones y han causado furor y han sido enseñados en las escuelas a los niños como ejemplo de los dioses y los hombres en la Tierra por los siglos de los siglos, bajo penas severas de leyes anti injuria que evitaban que cualquiera con dos dedos de frente pudiera llegar a decir: ese lo que es es un hijoputa. Lo pongo todo en pasado para dejar claro que lo de causar furor es una hipótesis probada, y que si han causado, causan y desde luego causarán y seguirán causando. Los hijoputas. Furor. De todo tipo. Empezando por el insigne, colectivo, nacional y religioso, y acabando con el vulgar uterino de olor a bacalao, de ingles materiales y genéricas o abstractas y sin sexo como en el caso del erotismo del poder. Porque el hijoputa, cuando se materializa en casos como este de Noruega, que florece fuera de sitio y de momento, llega a hacernos pensar que sólo existe como elemento peligroso antisocial y aislado, pero eso es completamente falso. Si hacemos un repaso lo vamos a encontrar por todas partes de la Historia pagado con las arcas de reinos y repúblicas. Porque suele ser muy buen ejecutor de cosas sucias. Esos inquisidores, por empezar con todo un tópico santo. Esos verdugos que son fueron han sido y serán a lo largo de la Civilización pieza tan clave de las judicaturas. (Claro que entre estos últimos siempre queda pensar que existirá también el de Berlanga, mezcla de paleto mezquino y ruin y primario egoísta inteligente). Esos planteles de asesinos que forman el brazo ejecutor de las inteligencias de todos los estados. También del tuyo, no te quepa duda. Que lo mismo se cargan a cuatro contraespías, que a un científico que no esté donde se deba, que a lo que haga falta limpiar para el gobierno que les hace funcionar. (Esto me hace pensar en ese personaje de esa serie exitosa de la tele, en que un psicópata asesino compulsivo se mete a inspector de policía, para poder realizar su vicio incontenible, de matar ejerciendo ejemplarmente su cargo, cargándose con toda la saña de su instinto, en nombre de la ley, a los que son como él y no han sido tan listos. O, quizás, tan hijoputas). La sagrada colonización de las Américas estuvo llena de hijoputas de esta especie, de por libre y en calidad de nuncios de los papas y gestores de la Católica y su casta, muchos de los cuales tienen su nombres puesto todavía a multitud de plazas y de calles. En el Farwest se hizo el exterminio en nombre de un tipo de Progreso que ahora es principio incuestionable del Sistema Planetario. (Tal vez por eso, aunque no es el hijoputa específico de nacionalidad o color de ideología, y son de uso en todos los países, sea Usa la que es líder en cantidad de casos y variedad de estilos, siendo el primer exportador mundial de ese tipo de ejemplos. Porque los tienen desde el del padre de familia que un día coge el rifle y se va a matar al híper después de dejar tiesa a toda su familia, hasta el adolescente modelo que se pone a limpiar el instituto con las armas familiares, pasando por el militar que un día decide volver la boca de su arma contra la compañía de la que forma parte activa y entrenada, y ponerse morado de matar dentro del cuartel). Son muchos los hijoputas, históricos y actuales, que han sido y son soporte de ordenes establecidos. Y hace poco hemos tenido, gracias a youtube, pruebas gráficas de lo que de siempre era sabido, que forman los ejércitos más altos, como en el escándalo de Abu Ghraib, entre otros tantos videos creativos. Drácula marcó estilo en esta saga, apoyado por la Cristiandad entera para empalar miles de moros. Están también los archisabidos nazis con sus campos, pero… ¿no hubo ningún hijodeputa en la organización que hizo posible la destrucción de Dresden? ¿Qué responsabilidad tiene el hijoputa en las Guerras Napoleónicas, o en las de Bosnia Herzegovina, la del Irak, la de Libia, o…? ¿Cómo se pueden explicar las guerras sin tener bien surtida la sociedad de ellos? Porque, ¿no hay hijoputas peores que el de Utoya en la consecución de aquello de Hiroshima? ¿Quizás el que tiró la bomba… o los que la crearon…? ¿No? Al menos los altos cargos que dieron la orden de tirarla. ¿Esos tampoco? ¿Y los que dedican su vida a diseñar, inventar, perfeccionar y producir las armas más letales impulsados por la legalidad de los estados? Esa es una industria vieja. Hay indicios de ella en China 1000 años ante de Cristo. Con armas de destrucción masiva a base de arsénico y polvos de cal. Y Leonardo (sí, el maestro renacentista, el de la Gioconda), fue un genio diseñando armas para los poderosos, lo que nos puede ayudar, como en el caso del verdugo de Berlanga, a darle perspectiva al perfil plano que nos hubiéramos podido hacer de este tipo de hijoputas. Hoy día son además estos emprendedores expertos en tirar la piedra y esconder la mano. Forman la primera economía mercantil del planeta y están en las más altas manos del Poder, las crean y las venden y hacen todo para abrir mercado y después se llevan las manos a la cabeza cuando entran en escena. Ay, cómo pueden ser tan monstruos, nosotros sólo las vendemos para que no se usen nunca, dicen los muy hijos de puta. Y encima han conseguido deformar el sentido común con la impresión de que son, al menos de algún modo, necesarios y necesarias, ellos y las armas, para no se sabe qué aspecto vital, si no imprescindible, incuestionable. Y aquí surge de pronto la terrorífica pregunta: ¿Es que es de verdad imprescindible la institución hijaputa de las armas para que no se rompa la cohesión social?
Con todo, creo que el hijoputa que me hace sentir de verdad escalofríos es el vulgar que se pasa toda la vida con la idea latente en la cabeza, siendo, además de, como todos los demás, ciudadano ejemplar y buen padre de familia, vecino potencial.
Luego he decidido jugar a jugar un rato a comprobar lo juguetón que es el Destino, desarrollando personajes para un corto imaginario, eligiendo entre tantos uno que habría acabado por ejemplo yendo a la fatídica isla porque había tenido miedo de ir con sus colegas a Bombay, después de la cadena de atentados que había habido allí hacía poco. Se había quedado con mucha frustración porque tenía muchas ganas de exotismo, pero el miedo y la prudencia le habían impedido dar el salto que le habría salvado, para llevarle al fin donde tenía la cita con la bala absurda de un improbable maníaco, que sin embargo iba a acabar siendo el único cierto para él. Se puede uno entretener un rato con el personaje poniéndole y quitándole atributos como con un recortable de muñecas con vestidos de papel. Lo podemos poner listo, ejemplar, prometedor y guapo, o tonto y regordete del tipo que siempre le pasa todo lo malo. Que muere sin siquiera darse cuenta o después de una larga agonía en la que comprende la puta jugarreta del Destino cruel y, también, como el que más, hijo de puta. O que se salva por los pelos y desde entonces le entra la chispa del genio creativo como dice Auster que le pasó con aquél rayo que no le tocó a él. También podemos ponernos de pronto a centrar de protagonista al propio protagonista del acto criminal, que no ha encontrado mejor cosa que hacer en este mundo que dedicar doce años de su vida a preparar la matanza perpetrada durante una hora y media de disparos a la caza de jóvenes huyendo horrorizados. Pero mirar en ese pozo es… ¿tenebroso?, ¿tétrico? ¿escalofriante?… No hay palabra, quizás vertiginoso, pero es en cualquier caso sin duda la zona más insoportable de habitar, de todo el terror de la película. Aunque también…, que te toque ser ese chico, tal vez gordito y bonachón, que acaba unido en el destino por la muerte para siempre con un hijoputa como ese… Siempre queda la teoría del Karma para salvar la angustia que da la del puro Caos de la Casualidad espantosa, pero… De todas formas igual de duro es el absurdo de que te toque morir quemada por bruja o por ser del Irak y estar cagando en la trayectoria de un misil inteligente, o maricón bajo la saria de las piedras. Y una vez muerto ya está, pero peor pueden ser todos los papeles secundarios de los vivos, de los que sean verdaderos dolientes de las pérdidas, convertidos en protagonistas de toda una vida con el recuerdo de esa broma pesada, fruto quizás sólo de un antojo de la expansión del Cosmos. Qué más. Qué más papeles de la dramática escena se pueden discurrir… Sí, el de los profesionales. El enjambre de profesionales que acuden a este tipo de panales. Desde los inspectores, médicos, y forenses…, y los miles de periodistas…, y escritores y políticos…, hasta los psicólogos y abogados que traten directamente al asesino en sí. Hay ahí también tela de material para guiones. Pero de pronto puede ser la hostia centrar el objetivo documental simplemente en un menda cualquiera de los miles de millones que escuchan la noticia. Uno. Cualquiera elegido de pronto y sin criterio. Uno que acaba de escuchar la noticia radiada por las ondas a todos los rincones del Planeta, ver en concreto ese instante de reacción que tiene, más o menos, señor, señor, amos, amos, hay que ver, o lo que sea, y luego cómo sigue su rutina, su rumbo o su historia, muy probablemente, igual que si hubiera oído un anuncio de Tampax. Ése. O aquél otro. O tú por ejemplo. Mírate tú ahí en el momento ese y dime. O yo. Vamos a mirar a mí. Aquí, intentando transcribir emociones que apenas se las toca dejan de estar vivas, con un fin que no se sabe. Ya está bien. Tú sigue mirándome si quieres o haz lo que te de la gana. Yo aquí lo dejo y me bajo a la cocina a verme preparar unas tostadas, con Marmite, que tienen mucha vitamina B, mientras segrego jugos y sigo meditando… Te iba a decir que en todo esto, pero cómo voy a saber en qué coños medito mientras que no acabe viendo la película que me ponga a meditar. Y aún ni así. Pues eso. A ver si luego te lo cuento. Aunque nunca puede ser igual un flim cuando se ve que cuando te lo cuentan.
Sin embargo he conocido casos que hay quien ha dicho que había habido películas que le habían parecido mejor cuando se las habían contado que luego cuando las había visto de verdad. Quizás. Dependerá del narrador y de la peli. También del oyente y del visor. En todo caso, estas de las que ahora hablamos no están en un soporte que se puedan ver dos veces, al menos con el tipo de visores que nosotros disponemos, así que… Tendrás que conformarte con lo que tú te imagines de lo que yo te cuente, si es que de pronto te tengo algo que contar.
Lo que si se me ocurre de importancia para cerrar este retrato existencial del hijoputa, es avisar de que aunque haberlos haylos y puedan acabar cazándote desde mil puntos de vista, creo que en la mayoría de las existencias se puede vivir como si no existieran en todo el Universo, dejándoles para ellos solos, mientras que sea posible, la mierda con la que tienen que cargar. Ese es en verdad el único ideal que habría que perseguir.
Y reírse de todo todo lo posible con toda seriedad. Mientras nos sea posible. De esta Caótica Comedia tan exagerada que estamos obligados a representar sin haber leído antes el Texto. Y no olvidar que para tener éxito en la huída de los hijos de puta, tendremos que escapar también del que llevamos escondido por ahí dentro, aunque sea pequeñito, que puede que sea el responsable de que la primera causa de muerte violenta, por encima de las guerras y del crimen juntos, sea el suicidio.
no sé quién será el artista del cuadro de la imagen, pero la encontré aquí:
http://lacomunidad.elpais.com/cortesamador/2008/12/28/crisis-2009-suicidio-o-equilibrio-
Con todo, creo que el hijoputa que me hace sentir de verdad escalofríos es el vulgar que se pasa toda la vida con la idea latente en la cabeza, siendo, además de, como todos los demás, ciudadano ejemplar y buen padre de familia, vecino potencial.
Luego he decidido jugar a jugar un rato a comprobar lo juguetón que es el Destino, desarrollando personajes para un corto imaginario, eligiendo entre tantos uno que habría acabado por ejemplo yendo a la fatídica isla porque había tenido miedo de ir con sus colegas a Bombay, después de la cadena de atentados que había habido allí hacía poco. Se había quedado con mucha frustración porque tenía muchas ganas de exotismo, pero el miedo y la prudencia le habían impedido dar el salto que le habría salvado, para llevarle al fin donde tenía la cita con la bala absurda de un improbable maníaco, que sin embargo iba a acabar siendo el único cierto para él. Se puede uno entretener un rato con el personaje poniéndole y quitándole atributos como con un recortable de muñecas con vestidos de papel. Lo podemos poner listo, ejemplar, prometedor y guapo, o tonto y regordete del tipo que siempre le pasa todo lo malo. Que muere sin siquiera darse cuenta o después de una larga agonía en la que comprende la puta jugarreta del Destino cruel y, también, como el que más, hijo de puta. O que se salva por los pelos y desde entonces le entra la chispa del genio creativo como dice Auster que le pasó con aquél rayo que no le tocó a él. También podemos ponernos de pronto a centrar de protagonista al propio protagonista del acto criminal, que no ha encontrado mejor cosa que hacer en este mundo que dedicar doce años de su vida a preparar la matanza perpetrada durante una hora y media de disparos a la caza de jóvenes huyendo horrorizados. Pero mirar en ese pozo es… ¿tenebroso?, ¿tétrico? ¿escalofriante?… No hay palabra, quizás vertiginoso, pero es en cualquier caso sin duda la zona más insoportable de habitar, de todo el terror de la película. Aunque también…, que te toque ser ese chico, tal vez gordito y bonachón, que acaba unido en el destino por la muerte para siempre con un hijoputa como ese… Siempre queda la teoría del Karma para salvar la angustia que da la del puro Caos de la Casualidad espantosa, pero… De todas formas igual de duro es el absurdo de que te toque morir quemada por bruja o por ser del Irak y estar cagando en la trayectoria de un misil inteligente, o maricón bajo la saria de las piedras. Y una vez muerto ya está, pero peor pueden ser todos los papeles secundarios de los vivos, de los que sean verdaderos dolientes de las pérdidas, convertidos en protagonistas de toda una vida con el recuerdo de esa broma pesada, fruto quizás sólo de un antojo de la expansión del Cosmos. Qué más. Qué más papeles de la dramática escena se pueden discurrir… Sí, el de los profesionales. El enjambre de profesionales que acuden a este tipo de panales. Desde los inspectores, médicos, y forenses…, y los miles de periodistas…, y escritores y políticos…, hasta los psicólogos y abogados que traten directamente al asesino en sí. Hay ahí también tela de material para guiones. Pero de pronto puede ser la hostia centrar el objetivo documental simplemente en un menda cualquiera de los miles de millones que escuchan la noticia. Uno. Cualquiera elegido de pronto y sin criterio. Uno que acaba de escuchar la noticia radiada por las ondas a todos los rincones del Planeta, ver en concreto ese instante de reacción que tiene, más o menos, señor, señor, amos, amos, hay que ver, o lo que sea, y luego cómo sigue su rutina, su rumbo o su historia, muy probablemente, igual que si hubiera oído un anuncio de Tampax. Ése. O aquél otro. O tú por ejemplo. Mírate tú ahí en el momento ese y dime. O yo. Vamos a mirar a mí. Aquí, intentando transcribir emociones que apenas se las toca dejan de estar vivas, con un fin que no se sabe. Ya está bien. Tú sigue mirándome si quieres o haz lo que te de la gana. Yo aquí lo dejo y me bajo a la cocina a verme preparar unas tostadas, con Marmite, que tienen mucha vitamina B, mientras segrego jugos y sigo meditando… Te iba a decir que en todo esto, pero cómo voy a saber en qué coños medito mientras que no acabe viendo la película que me ponga a meditar. Y aún ni así. Pues eso. A ver si luego te lo cuento. Aunque nunca puede ser igual un flim cuando se ve que cuando te lo cuentan.
Sin embargo he conocido casos que hay quien ha dicho que había habido películas que le habían parecido mejor cuando se las habían contado que luego cuando las había visto de verdad. Quizás. Dependerá del narrador y de la peli. También del oyente y del visor. En todo caso, estas de las que ahora hablamos no están en un soporte que se puedan ver dos veces, al menos con el tipo de visores que nosotros disponemos, así que… Tendrás que conformarte con lo que tú te imagines de lo que yo te cuente, si es que de pronto te tengo algo que contar.
Lo que si se me ocurre de importancia para cerrar este retrato existencial del hijoputa, es avisar de que aunque haberlos haylos y puedan acabar cazándote desde mil puntos de vista, creo que en la mayoría de las existencias se puede vivir como si no existieran en todo el Universo, dejándoles para ellos solos, mientras que sea posible, la mierda con la que tienen que cargar. Ese es en verdad el único ideal que habría que perseguir.
Y reírse de todo todo lo posible con toda seriedad. Mientras nos sea posible. De esta Caótica Comedia tan exagerada que estamos obligados a representar sin haber leído antes el Texto. Y no olvidar que para tener éxito en la huída de los hijos de puta, tendremos que escapar también del que llevamos escondido por ahí dentro, aunque sea pequeñito, que puede que sea el responsable de que la primera causa de muerte violenta, por encima de las guerras y del crimen juntos, sea el suicidio.
no sé quién será el artista del cuadro de la imagen, pero la encontré aquí:
http://lacomunidad.elpais.com/cortesamador/2008/12/28/crisis-2009-suicidio-o-equilibrio-
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